■ Sufrió desprendimiento de retina
Israel Vázquez, campeón en riesgo de retirarse
■ “Gané 800 mil dólares, pero no valió la pena”
Ampliar la imagen El Magnífico quedó muy lastimado tras el último combate que sostuvo con Rafa Márquez, pero confía en regresar al cuadrilátero Foto: www.israel-vazquez.com
El boxeador Israel Vázquez intercambiaba violentos golpes con Rafael Márquez, cuando de pronto empezó a tener dificultades para ver con el ojo derecho.
–¿Será por la sangre de mi rostro? –se preguntó el Magnífico, quien en ese momento estaba seriamente herido de ambas cejas y con los ojos hinchados por la refriega, pero así continuó peleando nueve asaltos, casi a ciegas y tirando puñetazos a lo que en la penumbra parecía un bulto.
Tras ese combate, el médico notificó a Vázquez que había sufrido el desprendimiento de la retina y el pugilista sintió que todo había terminado para él.
Después de tres cirugías en el ojo derecho, y con el riesgo de quedar inhabilitado para el boxeo, el Magnífico reconoce que ese pleito, recién elegido el mejor del año por el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), tuvo un precio demasiado alto.
Eso ocurrió hace ocho meses, cuando Israel dio la mejor pelea de su vida, por la que se entregó ferozmente para refrendar el título supergallo del CMB. Al finalizar, se llevó la gloria y recibió 800 mil dólares. Con el puño en alto celebró esa hazaña de la cual salió con el rostro severamente lastimado y con una lesión en el ojo derecho que hoy podría significar el fin de su carrera.
“Cobré la mayor bolsa que he tenido. Lamentablemente por las consecuencias de ese combate, ¡qué importa si hubiera cobrado eso o muchos millones de dólares! No valía la pena por lo que estoy pasando en este momento.
“Esa noche bajé contento porque le gané a un gran peleador como Rafael, pero tenía una molestia en el ojo, aunque pensé que era el líquido que nos ponen para dejar de sangrar o la vaselina.
“Desde el tercero o cuarto round ya no podía ver bien y no sabía por qué. Le tiraba al muñeco, a lo mejor al réferi y no me daba cuenta. Hasta después de una semana me percaté de mi lesión. Fui al doctor y me confirmó que tenía la retina desprendida.
“Por una parte estaba bien contento por el logro, pero por otra muy triste porque no quería terminar mi carrera de esa manera, y mi integridad no tiene precio”, recuerda con amargura el Magnífico.
Esta última pelea formó parte de una trilogía protagonizada por Rafael Márquez e Israel Vázquez, recordadas por su dramatismo y violencia con la que ambos púgiles disputaron el cinto supergallo del CMB.
El primero de esos combates se realizó en marzo de 2007 y la victoria fue para Márquez, por nocaut técnico en el séptimo asalto, mientras la revancha se llevó a cabo en agosto del mismo año, en la que Vázquez venció en el sexto episodio. La tercera contienda era previsible y rebasó todas las expectativas en el mundo del boxeo.
“Las tres peleas con Márquez costaron mucho sacrificio. En 12 meses que tiene el año, siete de ellos Rafa y yo nos la pasamos entrenando para estos combates, más los golpes en el gimnasio y los de las peleas, que fueron demasiado fuertes, todo esto tuvo consecuencias.
“Sin embargo, me siento capaz de regresar a pelear y voy a demostrar que todavía tengo facultades y me quedan unos años más en el boxeo. Nunca pensé encontrarme en ese momento que tanto soñé y que de pronto me suceda esto de la lesión.
“¡Híjole, qué barbaro¡ Me duele mucho. Pero esto me da más coraje para regresar al ring y demostrar a la gente y a mí mismo que tengo facultades para hacer grandes cosas.
“Tomaré el riesgo de volver a pelear, consciente de lo que pueda pasar. Hay muchos peleadores que han tenido cirugías de retina y han regresado a triunfar”, aseguró el Magnífico.
Confía en las esperanzas que le han brindado los médicos en Los Ángeles, ciudad donde reside, por lo que asegura que a principios de 2009 espera que le den el alta médica para iniciar los entrenamientos, y en febrero empezar a hacer guantes para volver a los cuadriláteros en abril.
–¿No es muy arriesgado regresar tras esa lesión?
–Claro, pero las grandes hazañas sólo se hacen corriendo riesgos. Yo lo voy a hacer. No lo hago por dinero, pues aunque tampoco estoy como para retirarme a rascarme la panza he tenido la fortuna de guardar mi dinero. Esto es más por orgullo –sentencia consciente de que en enero podría recibir la noticia de que no podrá volver al cuadrilátero:
“Si me retiro quiero que la gente me llegue a recordar como alguien que dio lo mejor arriba del ring y siempre que oigan mi nombre en algún lugar del mundo digan: ‘qué buen peleador era ese muchacho’. A lo mejor puedo regresar y despedirme de la gente como yo quiero”.