■ Las amas de casa sustituyeron los productos de la cena, señalan locatarios
La Navidad no rescata a comerciantes de la Ceda: se desplomaron las ventas
■ Las frutas y hortalizas registraron pérdidas hasta de 70 por ciento, aseguran
Ampliar la imagen Los pasillos de la Central de Abasto lucieron prácticamente desiertos debido a que varios locatarios decidieron tomarse el día Foto: Jesús Villaseca
Pese a la celebración de la Navidad, las ventas en la Central de Abasto (Ceda) cayeron en promedio 50 por ciento, aunque algunos sectores, como el de frutas y hortalizas, registraran una disminución hasta de 70 puntos porcentuales, pues “la gente prefirió sustituir los tradicionales romeritos con tortas de camarón por nopales con mole; el bacalao por atún, y la pierna adobada o rellena por pollo rostizado, ante la precaria situación económica por la que se atraviesa”.
La esperanza de muchos locatarios del mercado mayorista más grande de América Latina de mejorar sus ingresos y enfrentar con un colchoncito 2009, se “vinieron abajo en la última semana, cuando las ventas en lugar de subir, como sucedió hasta el año pasado, cayeron de manera estrepitosa, pese a que las amas de casa siempre se previenen para la elaboración de la cena y el ponche, y vienen a comprar, con toda calma, los ingredientes que requieren”.
En un recorrido realizado ayer por los andadores de la Ceda, que lucían vacíos, con excepción de algunos locales abiertos, los menos, en las letras S-T e I-J, Alfredo Ramírez, Anselmo Acosta y José Pérez reconocen que “nunca habían sido tan malas las ventas. No sólo no vendimos lo de una semana normal, sino que tuvimos una baja, pese a ser la mejor temporada del año, porque en la celebración del Año Nuevo la gente ya no se esmera tanto en la preparación de los platillos”.
La venta de piñatas, por ejemplo, “se estancó y provocó que por tercer año consecutivo tengamos mucha existencia en bodega, con la consecuente pérdida”, agrega una mujer entrada en años, que mantiene su nombre en el anonimato, pero asienta que “en los 20 años que llevo aquí no había visto un año tan malo como éste. La gente siempre tiene su guardadito para la cena, pero ahora fue la excepción, y nosotros pagamos el pato”.
Las causas, según los entrevistados fueron la mala situación económica, el pago de las deudas contraídas a lo largo del año, el cierre de empresas y despido de personal, y el bajo poder adquisitivo de la gente, que la obliga a comprar solamente lo necesario y, en este caso optaron por sustituir la tradicional cena de romeritos, bacalao y pierna, por productos más baratos y de fácil elaboración. “Hasta el ponche dejó de hacerse en muchos hogares, porque el kilo de tejocote, guayaba, tamarindo, caña y pasitas subió entre 20 y 30 por ciento, según tamaño y calidad, lo que significaba gastar alrededor de 90 pesos para hacer una olla de seis litros”, agregan.
Y si a ello le sumamos el alza en los romeritos, cuyo bulto de 50 kilogramos se elevó hasta 600 pesos contra 100 pesos del año pasado; el camarón, en 240 o en polvo, a 165; la papa cambray, en 20, y el mole a 120 pesos el kilo, “hace imposible a muchas familias comprarlo, cuando el precio no depende de nosotros, sino de los productores, quienes lo han elevado de manera pronunciada en los meses recientes. Tan sólo la docena de rábanos cuesta hoy 200 pesos contra 20 en que se vendía el año pasado, y no es un producto de temporada”, explica el encargado de un local ubicado en el andén R.
Ello, agrega, ha provocado que algunos de los dueños de esta área vendan su mercancía a crédito, ante la “feroz” competencia que representan las tiendas de autoservicio, los mercados públicos y sobrerruedas y los ambulantes, que “se colocan en la calle a ofrecer su mercancía sin ninguna molestia, mientras aquí se tiene que pagar un montón de impuestos y derechos, además de la entrada a la central y el estacionamiento, sin considerar el gasto que hace un ama de casa para trasladarse en microbús y Metro, porque su ubicación no es accesible a todos”.
Así que el próximo año, coinciden en señalar por separado, será “muy difícil y significará para algunos prescindir de personal y hasta cerrar, pese a que se trata de su único patrimonio, porque nadie, en su sano juicio invierte para perder, y es lo que nos pasó esta Navidad, que será para muchos la más triste de este inicio de siglo”.