■ El proyecto Constellation, impulsado por Bush para 2010, esperará por lo menos 5 años
Obama evalúa plan de exploración a la Luna con miras a recortarlo
■ Quiere saber, de principio, cuánto se ahorraría al cancelar el vuelo del Ares I
■ El administrador de la NASA realiza desesperados esfuerzos por salvar su programa, cuya meta es colonizar Marte
Ampliar la imagen En esta imagen de televisión de la NASA se observa la Estación Espacial Internacional en su órbita en torno a la Tierra. El programa de vuelos de la agencia enfrenta seria amenaza Foto: Ap
Washington. Es fama que John F. Kennedy juró que los estadunidenses caminarían en la Luna antes que los soviéticos. En cambio, para Barack Obama, a quien tan a menudo se compara con JFK, un retorno al satélite podría ser una frontera demasiado lejana en estos tiempos de estrechez económica.
Para consternación de los jefes de la NASA, Obama ha enviado un equipo de seis miembros –todos con experiencia en política espacial– para ver si se puede ahorrar dinero con recortes en el programa de exploración previsto. A las tensiones se ha añadido un duelo a gritos que supuestamente se suscitó entre el director de la agencia espacial estadunidense e integrantes del equipo de transición del presidente electo durante el lanzamiento de un libro, la semana pasada.
Detrás de esa reyerta está Mike Griffin, administrador de la NASA nombrado por George W. Bush, empeñado con desesperación en salvar su proyecto insignia, el retrasado y sobregirado programa del cohete lunar Constellation. El programa recibió impulso cuando Bush decidió, en 2004, que quería poner astronautas estadunidenses de nuevo en la Luna hacia 2020, como primera etapa de una misión para colonizar Marte.
El programa de vuelo especial tripulado está ahora bajo la mayor amenaza desde que terminó la era del proyecto Apolo, en la década de los 70. El transbordador espacial será retirado en breve y habrá por lo menos una pausa de cinco años antes de que la nueva generación de cohetes Constellation esté lista, en 2015. Una de las primeras preguntas planteadas por el equipo de transición fue cuánto se podría ahorrar si se cancelaban los planes para el nuevo cohete, el Ares 1, diseñado específicamente para enviar humanos al espacio. En apariencia, Griffin cree que mejorar simplemente los cohetes existentes podría poner en riesgo las vidas de los astronautas.
Cuestiona capacidad de emisaria
Según una crónica del Sentinel de Orlando, Florida, Griffin, con la cara enrojecida, estalló durante una discusión en el lanzamiento del libro, y acusó a Lori Garver, emisaria del equipo de transición de Obama, de no estar “calificada” para juzgar su programa. Garver fue una administradora de primer nivel de la NASA, pero no es ingeniera. Aun así, su opinión será esencial para decidir si Griffin conserva su puesto en la agencia.
Testigos de la acalorada conversación de 40 minutos dijeron que Griffin expresó su molestia porque Obama no habló directamente con él. Garver comentó: “Mike, no entiendo cuál es el problema. Sólo tratamos de echar un vistazo bajo la tapa del motor”.
“Si miras bajo la tapa me estás llamando mentiroso –replicó Griffin–, porque significa que no confías en lo que yo te digo que hay allí.”
En las semanas pasadas, Obama ha enviado equipos de revisores para someter a escrutinio las dependencias gubernamentales. Aunque su misión es propiciar una tersa transición entre gobiernos, han llegado con largas listas de preguntas en su afán de erradicar programas dispendiosos o sobregirados.
Según mensajes de correo electrónico obtenidos por el Sentinel de Orlando, la NASA comenzó a recurrir a sus contratistas para presionar al equipo de transición, diciendo que cualquier cambio haría ver mal a la agencia. “Si la NASA parece titubear por no mantener el curso… se podría causar una pérdida de confianza del público o de los accionistas”, afirmaba un mensaje.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya