Usted está aquí: martes 23 de diciembre de 2008 Sociedad y Justicia “Calderón debe abrir los ojos a los cabildeos de trasnacionales”

■ Investigador demanda proteger al maíz de origen mexicano

“Calderón debe abrir los ojos a los cabildeos de trasnacionales”

Angélica Encisco L., Matilde Pérez U.

“¿A qué hora la Presidencia de la República se dará cuenta de los intereses ocultos de las empresas semilleras trasnacionales que cabildean en el Congreso de la Unión y presionan para que se autorice la siembra de maíz transgénico?”, preguntó Alejandro Espinosa, miembro del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), tras sumarse a la exigencia de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad Civil de no autorizar los experimentos de maíz genéticamente modificado en el país.

El especialista demandó al jurídico de la Presidencia, así como a los titulares de las secretarías de Salud (Ssa), Agricultura (Sagarpa) y Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) “no perforar las estructuras legales de bioseguridad” y llevar a cabo un debate público para definir el régimen de protección especial para el grano.

México, por ser país de origen del maíz, no debe arriesgar la diversidad genética de éste, ni admitir que los experimentos se realicen en determinadas regiones del norte con el argumento de que allí no hay indicios de granos criollos, asentó.

“No hay razones para afectar la integridad del acervo genético mexicano; en Estados Unidos siembran variedades de maíz genéticamente modificado porque no cuentan con razas silvestres como el teocintle. Hay que preocuparse por la conservación ecológica y también por cómo tratan las autoridades a los agricultores de los estados del norte y a los campesinos del sur”, abundó.

Puntualizó que en ese país la diferencia entre maíz transgénico y no alterado genéticamente es de apenas 0.6 por ciento, lo cual demuestra que la elevada productividad o rendimiento por hectárea no se sustenta en las semillas transgénicas, sino en la inversión en infraestructura, calidad del suelo, factores climatológicos y disponibilidad de agua, entre otros factores. En el caso de México, del total de las siembras de maíz sólo se utiliza una cuarta parte de semilla mejorada; el resto son materiales nativos y eso no ha impedido que, como difunde Sagarpa, se haya elevado la productividad en algunas regiones, dijo.

El investigador demandó mesura a los medios de información, particularmente a las televisoras, en torno a la difusión del uso de las semillas de maíz genéticamente modificadas, y no minimizar las posturas de diversos científicos en contra de las siembras experimentales y de una eventual aprobación de los cultivos comerciales.

Recordó el riesgo para los campesinos mexicanos de que, en caso de aprobarse dichas siembras sin rigor científico y social, deban pagar regalías a empresas como Monsanto y otras que puedan demandarlos por “usar sus semillas sin aprobación”, aunque realmente se trate de contaminación genética, aseveró.

 
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