■ La Compañía Nacional de Teatro Clásico escenifica Historias de vivos, muertos y aparecidos
Dan vida teatral a leyendas de la Colonia en ex convento de Regina Coeli
■ Funciones únicas, los dos últimos domingos de diciembre, en el Centro Histórico
Ampliar la imagen El vocero de la obra, vestido a la usanza colonial, entra al convento al incio de la representación teatral Foto: Cortesía de Francisco Hernández
Aquellos milagrosos panes de Santa Teresa de Jesús, de propiedades terapéuticas –según se supo, levantaron a un agónico Juan de Rivera del lecho de muerte– y los históricos tamales que Toña la oaxaqueña servía e hicieron la delicia de los comensales hace cerca de un par de siglos, cobran vida de nuevo, entre otros relatos, en el no menos añoso convento de Regina Coeli.
En Historia de vivos, muertos y aparecidos en la Nueva España, obra a cargo de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, se recrean los tiempos de la Colonia en los alrededores de ese templo, ubicado en la hoy plenamente peatonal calle dedicada a la reina de los cielos en el Centro Histórico.
El relato humorístico de los rituales de iniciación en el que fue monasterio de las religiosas concepcionistas, quienes tuvieron que salir del edificio en 1863, con motivo de las Leyes de Reforma, y el relato sobre el milagoso Cristo decapitado, atraen la atención de los convocados mediante un trío de personajes ataviados a la usanza de la época Colonia que recorren las calles del primer cuadro citadino, dando a conocer la buena nueva de la escenificación de esta obra.
Fantasmas del presente
Mas no solamente se brinca al pasado lejano, también se toca la experiencia vivida por don Prudencio y dos trabajadores que laboraban en la reconstrucción del inmueble en 1993, hace 15 años, cuando –cuentan– se dió la asombrosa transformación de una adolescente de frescos 17 años que en cuatro escasos días se les apareció como anciana nonagenaria.
A una década de su fundación, con el firme propósito de “difundir la cultura novohispana”, de acuerdo con el director Francisco Hernández, la CNTC presentará los dos domingos restantes de este 2008 este espectáculo, perteneciente a los siglos XVII y XVIII .
Por casi 90 minutos, a partir de las 19 horas, el grupo de actores –todos egresados de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM– da vida a estas leyendas, recopiladas por aquel pintoresco cronista de la ciudad que fue Artemio de Valle Arizpe, a quien se le agradece la perfecta ubicación de calles y lugares mencionados en los relatos.
Un redoble de tambores y el sonar del pandero marcan el principio de la función una vez que el vocero –personificado por Luis de León y Jiménez, con luenga y grisacea barba, atuendo de época y cuello con golina, instalado en la entrada del antiguo hospital Concepción Béistegui, invita a los transeúntes a pasar al amplio patio, cuya construcción original fue de tezontle y cantera, con una fuente central de tiempos más recientes.
Se habla de aquellos días en que María de Poblete, esposa de Juan de Rivera, compraba las tortas reales en almíbar, los bocados de dama y otras suculencias en el expendio de las afueras del convento .
Se recurre a la mezcla de tiempos en la leyenda de don Prudencio que, dice Hernández, no es otro que el director del asilo que se ubica en el primer piso de lo que fue el nosocomio y donde se atiende a poco más de una centena de ancianos, para cuyo parcial sustento se dedica parte de lo recaudado por las entradas al espectáculo.
En esta leyenda se habla de la familia Medina Picaso, que poseía un valioso retablo, puesto en peligro por el escurrimiento de agua en uno de los muros, precisamente cuando se rescató la construcción, que data de 1573.
En otra, en plática entre Felisandro Peñalva y Félix Moncada, un tunante noctívago que recorre los barrios bajos de la entonces capital de la Nueva España, se cuenta la historia del Cristo del Consuelo, un crucifijo decapitado. Moncada después aparecerá ahorcado, para asombro de quienes lo conocieron, en la adyacente calle del Tornito, hoy San Jerónimo.
La escenificación, como se dijo, cumple un año y la tropa actoral –que se atribuye la culpa de cualquier modificación, laguna mental y uno que otro error– se dispone, a partir de enero, a acometer tópicos más recientes, como una recreación de 1917 con Venustiano Carranza como personaje central y otra más en la que el público conocerá cómo eran las sesiones en el Salón de Cabildos del Antiguo Ayuntamiento.
Las funciones se llevarán a cabo los domingos 21 y 28 de diciembre, a partir de las 19 horas, en la calle de Regina casi en esquina con Bolívar, Centro Histórico. Los boletos se adquieren ahí mismo, con un costo de 90 pesos, con una invitación que previamente se reparte en las calles del rumbo.