Conocido desconocido
■ Llegan a Casa de América 50 años de trabajo e historia
Fotos inéditas de Korda se exhiben en Madrid
■ El nombre del artista, unido irremediablemente a la revolución cubana
Ampliar la imagen El Quijote de la farola (1959). Foto: Todas las fotos pertenecen a la exposición Korda: Conocido desconocido
Ampliar la imagen Visita a las reinas de la radio de Nueva York. Primer viaje a Estados Unidos Foto: Todas las fotos pertenecen a la exposición Korda: Conocido desconocido
Ampliar la imagen Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir visitan al Che en su despacho como presidente del Banco Nacional de Cuba (1960).
Ampliar la imagen En la imagen aspecto de la granja Manuel Sanguily, Ciego de Ávila (1960)
Madrid, 19 de diciembre. La imagen del Che con la mirada perdida en el horizonte, la barba a medio crecer y la boina negra con la cruz de rango militar mimetizada con su larga cabellera es la fotografía más reproducida y conocida en el mundo. La instantánea la tomó Alberto Korda, el genial artista cubano que murió a los 72 años en París tomándose una copa de ron y cuyo nombre y trabajo está asociado irremediablemente a la revolución cubana. En la Casa de América de Madrid se muestra estos días una gran exposición, con más de 200 fotografías originales, con las que se ahonda en las facetas artísticas de un fotógrafo que se mantuvo a la vanguardia en sus más de 50 años de profesión.
Korda: Conocido desconocido es el título de la exposición que se muestra en la capital de España y permanecerá hasta el 25 de enero, en la que a través de la mirada del fotógrafo cubano más popular del siglo XX se recorren los prolegómenos de la revuelta popular, se mira de cerca la trayectoria y evolución de Fidel Castro y se percibe, gracias al gran angular de su inseparable Leica, la algarabía y el regocijo del pueblo cubano ante la derrota del dictador Fulgencio Batista.
De entre los más de 50 mil negativos de Korda, la curadora de la exposición y los responsables editoriales de La Fábrica eligieron algo más de 200 –algunos inéditos– para que el mundo, pero también el pueblo cubano, que tantos años fotografió, descubrieran la valía artística y periodística de un fotógrafo que lo mismo recorrió la Sierra Maestra y Oriente de la mano de Fidel Castro, Camilo Cienfuegos y el Che. También de su mano fue testigo del primer viaje de la comitiva revolucionaria a la capital del imperio, Washington, a la Plaza Roja de Moscú y a Caracas. Korda también supo que aquel momento histórico alguien tenía que fotografiarlo –gracias a la encendida sugerencia de Henry Cartier-Bresson durante uno de sus viajes a La Habana. Así que también captó con su cámara las plazas repletas de revolucionarios, a los niños de las escuelas rurales recibiendo ilusionados a sus “libertadores” y a la riqueza del mar cubano, tan cristalino como rico en especies y colorido.
“A todas luces es ya imposible una mirada retrospectiva al trabajo de Alberto Korda. No podrá ser hecha una revisión integral de sus más de 40 años de fotógrafo. En cambio, el material disponible merece todo esfuerzo para revalorizar una obra que es importante legado de altísimo valor artístico e histórico.
“Todavía está por emprenderse el estudio más detenido de ese 20 por ciento de imágenes disponibles para darlas a conocer bajo una cuidadosa investigación y novedosa curaduría que las haga dialogar en un sentido más amplio y sin jerarquías extrartísticas. Sólo entonces liberaremos a Korda del peso histórico de una sola foto”, explicó la curadora Cristina Vives.
La muestra se basa sobre todo en el trabajo de Korda con la revolución cubano, si bien en el libro-catálogo también se explora la faceta anterior del artista, cuando desde su pequeño estudio habanero retrató a la burguesía cubana y se convirtió en el fotógrafo de referencia de la incipiente industria de la moda. “Pero llego la revolución, y con ella las jóvenes en bañador fueron sustituidas por guerrilleros rodeados de selva, jeeps y demás preparativos militares. Era lo que reclamaba la prensa, y Korda supo reflejar a la perfección el espíritu de la revolución en cada una de sus instantáneas. A través de los recortes y reencuadres de sus fotos, Alberto Díaz fue creando poco a poco un impresionante dossier visual de un movimiento que estaba adquiriendo un cariz mundial”, explicó Vives.
El 25 de mayo de 2001, a los 72 años de edad, murió Alberto Korda en París, durante un viaje de trabajo después de tomar su copa de ron de todas las tardes y con una compañera de 22 años. Fidel asistió a su entierro y preguntó: “Díganme, realmente ¿cómo murió?” Al darle detalles, Castro concluyó: “Ése era Korda”.
Diatribas coléricas
Podríamos decir que la dupla Korda-el Che se encuentra en territorio hostil, después de que la máxima autoridad de la región, la conservadora Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, convirtiera al líder revolucionario de origen argentino en uno de los principales objetivos de sus ataques y diatribas coléricas. Le ha llamado “canalla, asesino y totalitario”, en consonancia con la nueva doctrina de la derecha radical española y de la llamada “fabrica de ideas” del derechista Partido Popular (PP), la Fundación FAES. Desde este órgano de “pensamiento”, el ex presidente José María Aznar se ha encargado personalmente de coordinar la publicación de una serie de “documentos de trabajo”, entre ellos uno dedicado a América Latina, en el que también se ataca con virulencia la figura del Che, al que además de “canalla, asesino y totalitario”, también le tildan de “bufón” y “nocivo” para la civilización.
El hecho de que la exposición se mantenga en la Casa de América –que depende del gobierno central, en manos socialistas– ha impedido cualquier tipo de veto por parte de las autoridades locales, sobre todo de la administración de Esperanza Aguirre, quien hace sólo unas semanas arengó a las huestes de sus organizaciones juveniles a eliminar a los “enemigos de la libertad” y a “virus” como el Che Guevara.
Las críticas de la Comunidad de Madrid a la figura del Che han llegado a tal extremo que la propia hija del líder revolucionario, Aleida Guevara, respondió en una entrevista difundida en el diario de izquierda Público: “Es una expresión propia de la desesperación generada por la crisis capitalista. La desesperación lleva a decir cosas sin sentido. Si lo hubiera dicho alguien a quien yo respeto por su trabajo o dedicación al resto de los seres humanos me hubiera sentido lastimada, pero no en este caso. Esa señora ni me da ni me quita. Cada uno es libre de decir lo que piensa. Lo que es difícil es demostrar que lo que uno dice es cierto”.