■ Curiosos se agolpan a la entrada de la bahía de La Habana para ver el destacamento naval
Llegan a Cuba el destructor Almirante Chabanenko y 2 barcos de guerra rusos
■ Fueron recibidos con salvas de saludo y bienvenida luego de 17 años de ausencia de naves de Rusia
■ Escueto anuncio oficial de las autoridades cubanas con motivo del arribo de las tres embarcaciones
Ampliar la imagen El destructor Almirante Chabanenko ingresa al puerto de La Habana en medio de cañonazos que le dan la bienvenida Foto: Reuters
La Habana, 19 de diciembre. Un destacamento naval ruso llegó este viernes al puerto de La Habana al frente del moderno destructor Almirante Chabanenko, en el contexto de un intercambio de salvas de saludo y bienvenida. El barco fue recibido por oficiales de la marina de guerra de Cuba luego de 17 años desde la última vez que surcaron las aguas caribeñas barcos soviéticos.
“Es una visita repleta de simbolismo y de que vuelven los viejos tiempos entre Rusia y Cuba”, dijo emocionado Yaser Rodríguez, arqueólogo de 25 años que tenía apenas ocho en 1991 cuando se desintegró la Unión Soviética y dejó a Cuba “sola en medio de un mar de capitalismo”, según dijo entonces el líder Fidel Castro.
Muchos cubanos se agolparon por la mañana a la entrada de la bahía de La Habana para ver al Almirante Chabanenko, uno de los tres barcos del destacamento naval ruso de visita en Cuba hasta el próximo martes, el único que ancló en esta fecha en su puerto.
El saludo fue una andanada de cañonazos desde el Morro, una fortaleza del siglo XVII situada en la boca de la bahía.
El destructor, el más moderno de la flota rusa, con 169 metros de eslora y 19 metros de manga, y los buques de reabastecimiento Iván Bubnov y SB-406, son los primeros de guerra rusos que visitan la isla en 17 años, y llegaron a La Habana procedentes de Nicaragua, Panamá y Venezuela, países que visitaron anteriormente.
En Nicaragua entregaron ayuda humanitaria, en Panamá atracaron en una antigua base naval estadunidense y en Venezuela efectuaron maniobras militares durante dos días.
El Almirante Chabanenko, que puede detectar y destruir submarinos enemigos a mil kilómetros de distancia, conserva las estrellas rojas, emblema del desaparecido Ejército Rojo que siguen usando las fuerzas armadas rusas, y tiene en su popa la bandera blanca y azul de San Andrés, utilizada por los buques de guerra rusos desde la época de Pedro el Grande.
Las autoridades cubanas emitieron un escueto anuncio oficial sobre la llegada del destacamento ruso, sin mayores detalles.
Voceros de la marina y la embajada rusa en esta capital dijeron que con esta visita se busca “desarrollar las relaciones y la cooperación” entre las dos armadas, así como dar un impulso a la “cooperación militar”, y que su presencia no representa “una amenaza para terceros países”.
A sólo 100 metros de donde atracó el barco se alza la catedral de Nuestra Señora de Kazán, inaugurada en octubre pasado por el metropolita Kiril, canciller de la Iglesia Ortodoxa rusa, y el presidente Raúl Castro. Los guardiamarinas rusos serán recibidos por el vicealmirante Pedro Pérez Betancourt y visitarán la Catedral Ortodoxa Rusa y el monumento al Soldado Internacionalista Soviético.
Cuba y Rusia están reconstruyendo sus vínculos. El presidente ruso, Dimitri Medvediev, hace tres semanas visitó Cuba durante una gira por América Latina y dijo que quiere profundizar sus relaciones económicas, militares y de cooperación con la isla, a la que vende autos Lada, maquinaria y aviones Ilyushin Il-96 para uso oficial.
Pero Cuba no ha importado armas en los últimos 18 años, solamente repuestos desde Rusia, según las autoridades.
En su reciente e histórica visita a Cuba, Medvediev no sólo se reunió con Raúl Castro sino que también fue recibido por el convaleciente Fidel Castro.
Cuba fue uno de los principales aliados de Moscú durante la guerra fría. La isla importaba su petróleo, equipos y armamento de la Unión Soviética, que compraba toda su cosecha de azúcar.
Tras la desintegración de la Unión Soviética hace 17 años, Cuba perdió de la noche a la mañana más de 80 por ciento de su comercio y cayó en una crisis de la que recién ahora está emergiendo.
Pero el momento más tenso de las relaciones entre los dos países se produjo ante la decisión unilateral del entonces presidente ruso Vladimir Putin de cerrar en 2001 la base de inteligencia de Lourdes, en las afueras de La Habana.
En el nuevo contexto, luego de recibir a Dimitri Medvediev el 28 de noviembre, el líder Fidel Castro, alejado del poder hace dos años y medio por una crisis de salud, le explicó la política “paciente y pacífica” de Cuba, pero sin descuidar la defensa.
“Ningún país comprende mejor esta política que Rusia, amenazada constantemente por el mismo adversario de la paz”, escribió Castro en referencia a Estados Unidos.
Si bien se trata de los primeros buques de guerra rusos en el Caribe desde que desapareció la Unión Soviética, Estados Unidos se ha mostrado tolerante ante esa presencia. El portavoz del Pentágono, Geoff Morrell, dijo en septiembre pasado que “no creo que esto preocupe a nadie en este edificio”.
Nelson Roque, del cubano Centro de Estudios de la Información para la Defensa, escribió sin embargo que “Estados Unidos, la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y la Unión Europea observan desde hace tiempo con preocupación la nueva situación de Rusia”, que busca recuperar su antiguo poderío militar.
Añadió que aunque Medvediev aseguró que no marchará a una nueva carrera armamentista, “las amenazas que lo rodean le obligarán, cada vez, a tomar nuevas medidas para mantener el equilibrio y la capacidad de respuesta”.
En medios diplomáticos se relacionó la visita con el retorno, 48 años después, de la IV Flota de Estados Unidos a la zona de América Latina, cuyos “fines intervencionistas no necesitan demostrarse”, escribió Castro en mayo.
Cuba posee una pequeña marina de guerra formada por “lanchas coheteras y torpederas, cazasubmarinos y otras unidades de superficie y destino especial”, señala en Internet el Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
Esas embarcaciones, casi todas de fabricación soviética, “tienen la misión de luchar contra las agrupaciones del enemigo en los accesos al territorio nacional”.
La isla produce lanchas Flecha, de 28 toneladas de desplazamiento, para el servicio de guardacostas, relacionadas con la segu- ridad, la emigración ilegal y el combate del narcotráfico.
Pero ese sector militar fue uno de los más golpeados por la crisis económica. La Academia Naval Granma dejó su edificio y comparte instalaciones con la Academia Superior Máximo Gómez, en el este de La Habana, y varias de sus embarcaciones fueron discontinuadas por obsolescencia.
La visita de Medvediev, que incluyó la cooperación militar en sus pláticas oficiales con Raúl Castro, y la estancia de los buques rusos pueden abrir un tiempo de modernización para la pequeña marina cubana, que tiene que custodiar 3 mil 735 kilómetros de costa.