Diálogo intercultural en mesoamérica
■ La pigmentación original de las piezas se conserva en excelente estado, dice arqueóloga
Cuatro monolitos, estrellas de las muestras por los cien años de trabajos en Teotihuacán
■ El año pasado fueron descubiertos en la plataforma sur de la Pirámide del Sol
■ El de mayor tamaño será exhibido en el museo de sitio de la zona a partir de la próxima semana
Ampliar la imagen Dos de los cuatro monolitos, labrados en andesita, que forman parte del acervo cuya exhibición forma parte de los festejos por un siglo de labores arqueológicas en Teotihuacán Foto: Cortesía INAH
El año pasado fueron descubiertos cuatro monolitos de diversos tamaños, con casi toda su pigmentación original y en excelente estado de conservación en la plataforma sur de la Pirámide del Sol en la zona arqueológica de Teotihuacán.
Los vestigios, labrados en andesita, fueron hallados por investigadores adscritos al proyecto Pirámide del Sol del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) que desde 2004 dirige el arqueólogo Alejandro Sarabia y forman parte del acervo que será montado para una serie de exposiciones para conmemora un siglo de trabajos arqueológicos en la Ciudad de los Dioses.
Cabe recordar que de 1905 a 1907 se iniciaron las excavaciones en la Pirámide del Sol y ya para 1910, bajo el mandato de Porfirio Díaz, fue inaugurada oficialmente la zona arqueológica de Teotihuacán, primera en abrir sus puertas al público.
Uno de los monolitos descubiertos –el de mayor tamaño, gran estilización y con un peso aproximado de alrededor de mil 300 kilos– será exhibido en el museo de sitio a partir de la próxima semana.
Elementos felinos
La arqueóloga Verónica Ortega explicó que esos vestigios fueron hallados en excelente estado de conservación en la plataforma sur del gran monumento dedicado al Sol.
“El monolito más grande es una novedad, porque no existen antecedentes de este tipo en Teotihuacán, además de que muestra la representación de un posible felino, como el jaguar”, indicó.
La colosal piedra todavía exhibe los pigmentos de sus colores primigenios, verde, ocre y amarillo. “También los demás monolitos –agregó la investigadora del INAH– conservan sus características originales y se podría decir que todos fueron colocados ex profeso para que ninguno fuera dañado”.
Otra peculiaridad, detalló, es que pese a ser de diferentes tamaños y estilos poseen elementos felinos, además de chalchihuites, plumas y una gran variedad de elementos abstractos que todavía no son interpretados porque las piezas han permanecido en proceso de conservación y fijación de pigmentos.
También la investigadora resaltó el hecho de que el monolito más pequeño –una estela– se encuentra montada en la exposición que todavía se exhibe en la Terminal 2 del Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la ciudad de México.
Para el director de la zona arqueológica, Alejandro Sarabia, el descubrimiento de estas piezas muestran en sus bajorrelieves a la misma divinidad –todavía desconocida en Teotihuacán– con grandes ojos, dos orejas y una boca que sólo tiene maxilar.
“Al parecer los teotihuacanos destruyeron un bonito edificio adyacente a la Pirámide del Sol, para realizar la cimentación de otra estructura con estos mismos bloques.”
De esta forma entre innumerables hallazgos y múltiples trabajos de investigación realizados en la zona arqueológica durante un siglo, los investigadores del INAH decidieron programar una serie de exposiciones para develar los hallazgos y mostrar los avances en torno al conocimiento del sitio prehispánico más visitado en la actualidad.
De hecho, aclaró Verónica Ortega, hasta ahora se han organizado tres exposiciones para arrancar con los festejos en torno a los 100 años de Teotihuacán. La más reciente es Gente de nubes en tierra de encuentros que concluirá el 30 de abril, en la sala de exposiciones temporales del museo de sitio de la zona arqueológica.
Con esta muestra se explora la influencia de este grupo en el entorno social, económico, político y cultural de esta imponente urbe.
Recorrido histórico-arqueológico
La exposición, prosiguió Verónica Ortega, quien es especialista en la investigación de los barrios que se ubicaron en la antigüedad en la periferia del centro ceremonial, se divide en seis salas en las cuales se realiza un recorrido histórico-arqueológico que abarca las temporadas de campo desde 1960 a la fecha.
La historia de este grupo zapoteco en Teotihuacán, el comercio, las costumbres funerarias, las diversas actividades que realizaban, la estrecha relación sostenida con Monte Albán, además de numerosas fotografías y reproducciones de tumbas con sus inscripciones halladas en ese barrio integran el discurso museográfico.
La arqueóloga explicó que se ha comprobado la interrelación de Monte Albán con Teotihuacán, debido al hallazgo de “lápidas con grabados de personajes teotihuacanos llegando a la ciudad zapoteca, como habrían sido dignatarios o embajadores”.
En contraste, prosiguió, en la zona arqueológica oaxaqueña no se han descubierto elementos del barrio teotihuacano.
Las próximas exposiciones que serán inauguradas en Teotihuacán abordarán la tradición cerámica y, posteriormente, se utilizarán para otra muestra los vestigios hallados en el área de La Ventilla y Atetelco, cuyos proyectos se han realizado durante los años recientes y arrojan información relevante respecto del urbanismo en ese importante sitio precolombino.