■ Los países ricos son los “culpables históricos” de la emisión de gases de invernadero, destaca
Esencial, papel de naciones pobres contra el calentamiento global: BM
■ Los afectados destinan 0.6% de su PIB para contrarrestar los “inevitables” efectos del cambio climático
■ México y Brasil, responsables de 60 por ciento de la generación en AL y el Caribe
Ampliar la imagen Mediante esculturas de hielo se recuerda a Estados Unidos su responsabilidad en el calentamiento global, durante la 14 conferencia sobre cambio climático realizada en Polonia Foto: Ap
Aunque los países industrializados tienen la “responsabilidad histórica” por las actuales concentraciones de gases de efecto invernadero que ocasionan el cambio climático, las naciones que han sido afectadas por dicho fenómeno, y son las más vulnerables, como las de América Latina y el Caribe, también deben participar en la reducción de las emisiones, señala el Banco Mundial (BM).
En el estudio Desarrollo con menos carbono, respuesta latinoamericana al desafío del cambio climático, presentado ayer mientras en Poznán, Polonia, se realiza la 14 conferencia sobre el calentamiento global, el organismo financiero señala que los costos por desastres naturales ascienden a 0.6 por ciento del producto interno bruto (PIB) de los países afectados, y en los próximos 20 años desaparecerán glaciares andinos.
Indica que “en medio de la crisis económica mundial más grave de las últimas décadas”, la comunidad internacional debe mirar hacia la región al momento de buscar soluciones innovadoras que eviten el caos climático.
En el documento se plantea que América Latina y el Caribe pueden liderar a los países de ingreso medio en la reducción de emisiones generadas por la deforestación, aumentar el desarrollo hidroeléctrico, mejorar la eficiencia energética y transformar el transporte público.
Incentivos contra la deforestación
Propone a los gobiernos un marco normativo que considere la creación de una “arquitectura internacional” para combatir el cambio climático, que incluya incentivos financieros para reducir la deforestación; extensión de mecanismos de comercio de derechos de emisión de carbono en diferentes sectores; movilización de flujos financieros para “facilitar el desarrollo de tecnologías verdes” y creación de mercados internacionales para “biocombustibles sostenibles” con la eliminación de aranceles y otros obstáculos no arancelarios.
El documento sostiene que los gobiernos deben establecer políticas nacionales para adaptarse a los “inevitables” efectos del cambio climático en los ecosistemas, para lo cual se deben reforzar medidas de protección a los hogares y contar con mejor funcionamiento de los mercados financieros vinculados a la tierra y el agua.
Asimismo –destaca–, se deben definir políticas para “aprovechar las oportunidades” de mitigación, ya que varias de las acciones necesarias en este rubro “también son buenas políticas de desarrollo”.
Señala que entre 1850 y 2004 las naciones industrializadas emitieron (en términos per cápita) 12 veces más gases de invernadero que los países en desarrollo, es decir, 664 toneladas de bióxido de carbono por habitante, contra 52 en los pobres.
Puntualiza que en el sector energético de América Latina y el Caribe se generan 6 por ciento de las emisiones mundiales de dichos gases y 12 por ciento de las que producen todas las fuentes, incluidas la deforestación y la agricultura. México y Brasil son responsables de cerca de 60 por ciento del total en la región.
Agrega que “dada la magnitud de la reducción de emisiones que se precisa para mitigar efectivamente el cambio climático, la aritmética simple indica que se requiere la cooperación de los países industrializados y en desarrollo, en un acuerdo a largo plazo”.
Insiste en que 50 por ciento del potencial global de disminución se encuentra en los países pobres, por lo que su participación es necesaria para asegurar que se alcancen las metas de estabilización “al menor costo global posible”.