Usted está aquí: martes 9 de diciembre de 2008 Cultura La batuta de Dudamel hizo volar a un centenar de niños pobres

■ El titular de la Filarmónica de Los Ángeles preside el proyecto en esa urbe “tercermundista”

La batuta de Dudamel hizo volar a un centenar de niños pobres

■ Comenzó en EU la implantación del “sistema” venezolano de orquestas infantiles y juveniles

■ Primer ensayo con escolares latinos y negros

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Ampliar la imagen Gustavo Dudamel, durante una entrevista con La Jornada, el pasado octubre Gustavo Dudamel, durante una entrevista con La Jornada, el pasado octubre Foto: Pablo Espinosa

Los Ángeles, 8 de diciembre. Muchas caritas atentas, todas con los rasgos raciales de la exclusión en Los Ángeles: niños latinos y negros que este fin de semana ensayaron por primera vez con su nuevo “superhéroe”, el director venezolano Gustavo Dudamel, exportador del sistema musical para los pobres.

“Quiero ver sus capas de superhéroes, quiero que vuelen con el poder de esos instrumentos”, lanzó el joven Dudamel ante un centenar de niños pobres, que el sábado estuvieron bajo las órdenes de quien es el nuevo director de la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles (California), donde empezó a consolidarse el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles que Venezuela instauró en 1975.

Con clarinetes, violines y trompetas en manos y boca, niños de siete a 11 años entonaron primero la Sinfonía número 5, de Beethoven, ante varias interrupciones del director, quien sacudía sus rulos negros para detener el ensayo para corregir, “porque sonaban a un globo desinflándose” y, otras tantas veces, celebró sus pequeños logros: “¡Si siguen así llegarán lejos!”

Una vez terminada esta obra, en la sala del Expo Center, remozado centro deportivo del ala pobre de la ciudad que fue sede de los Juegos Olímpicos de 1932, se oían tantos aplausos como había padres, periodistas, camarógrafos y millonarios filántropos con los ojos llorosos.

“¿Se da cuenta de este milagro? Esto es muy bonito, ¿quién iba a decir que mi Casandra llegaría hasta aquí?”, comentó María, con la voz entrecortada una vez terminó la música, que contó con la viola de su niña de 11 años.

Lágrimas y ovaciones

María dio su apellido pero aclaró que es mexicana indocumentada, desempleada por ahora, que lleva más de 10 años en Estados Unidos y que vive con su esposo, con Casandra y otro hijo de seis años, en el barrio obrero de South Central.

Desde este sector, frecuentemente referido en la prensa por muertes de inocentes a causa de balas perdidas durante disputas entre pandillas, María viaja tres veces a la semana 40 minutos en un autobús para llevar a su hija al Expo Center, “y, como dice el contrato que firmamos, cuidamos el instrumento, la llevo a todas las clases y nos preocupamos de que ensaye en la casa al menos 20 minutos todos los días”.

La impresión de María el sábado, al ver a hija bajo las órdenes de Dudamel, se expresó en lágrimas junto con las ovaciones de decenas de padres; casi todos los niños terminaron pidiendo un autógrafo o una foto con el director de 27 años.

“Estoy feliz de estar aquí, ustedes me recuerdan mis comienzos. Yo también empecé en una orquesta pequeñita en mi ciudad de Barquisimeto”, dijo el director antes de sorprender a los niños anunciándoles que el próximo ensayo será en el Disney Concert Hall, la sala de concierto de la Filarmónica, diseñada por Frank Gehry.

Con ritmo pedagógico de estímulo puro, alejado de la educación rígida asociada a la enseñanza de disciplinas clásicas, Dudamel siguió el ensayo con Can can, de Offenbach, “la que más me gusta practicar”, aclaró Christopher, un chico de 10 años, contrabajo en mano.

“Ésta también me encanta y queremos enseñarle todo lo que hemos avanzado”, dijo Javier Vivar, ‘trompetista’ desde mayo de este año y que a sus 10 años tiene a su instructor, David Pittel, con la boca abierta por su potencial; “es que tengo mucho aire aquí”, apuntó Javier, gordito, mientras señalaba el vientre.

“¡Quiero sentir un terremoto aquí!”, vociferó ante la orquesta en formación Dudamel, que cada tanto preguntaba en español, “¿cómo se dice en inglés...?”, y algún alumno o representante le soplaba la frase traducida.

Para Javier y Christopher, uno latino y otro negro, lo único claro después del fin de semana es que “cuando sea grande quiero ser como Dudamel, pero tocando trompeta”, dijo el primero. Y el segundo apuntó: “ahora Gustav es mi superhéroe”.


Prevén llegar hasta Harlem, en NY

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Los Ángeles, 8 de diciembre. Estados Unidos se está impregnando del Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela como medio de superación de las clases marginadas, y la Filarmónica de Los Ángeles, bajo la dirección del venezolano Gustavo Dudamel, ostenta la batuta de esta iniciativa.

Con la denominación YOLA (Orquesta Juvenil de Los Ángeles, por sus siglas en inglés), la filarmónica de esta ciudad de California prevé instalar en ocho a 10 años entre tres y cinco orquestas juveniles inspiradas en el “sistema” venezolano, ganador del Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2008.

“Nuestra visión para YOLA es crear un movimiento de orquestas juveniles en Los Ángeles, en el cual todos los estudiantes que deseen aprender a tocar un instrumento y participar en una orquesta lo puedan hacer”, explicó el fin de semana a la prensa Deborah Borda, presidenta de la filarmónica de la ciudad.

Labor en sectores marginales

Borda viajó hace dos años a Caracas para conocer el proyecto. Allí se reunió con el fundador venezolano José Antonio Abreu, “quien me dijo ‘empieza pequeño, piensa en grande’”, contó.

“La Orquesta Juvenil Expo Center es nuestro pequeño milagro, y de pequeños milagros vienen grandes milagros”, apuntó Borda poco después de que un centenar de niños ejecutaron su primer ensayo con Dudamel, en una modesta sala del centro de la ciudad.

Mientras en Venezuela el “sistema” se desarrolló desde 1975 bajo el auspicio del Estado y hoy está consolidado con más de 250 mil niños, en Los Ángeles se inició con tres socios comunitarios.

Uno de los implicados es Harmony Project, organización sin fines de lucro que desde 2001 patrocina escuelas en sectores pobres de la ciudad para involucrar a estudiantes en la música clásica.

En Los Ángeles, una de las ciudades más “tercermundistas” de Estados Unidos, con serios problemas sociales, marcadas brechas económicas y deficiente educación pública, Harmony empezó con 30 jóvenes.

Hoy más de 200 niños están inscritos en el plan YOLA del Expo Center, desde que la filarmónica anunció esta iniciativa a principios de 2007, en conjunto con el Departamento de Recreación y Parques de la ciudad, que brinda los espacios para las clases, y The Harmony Project, que cuenta con maestros de música y, gracias a donaciones, consigue los instrumentos para los estudiantes de entre 7 y 16 años.

“El proyecto no se puede convertir en una fábrica de música; de lo que se trata es de acercar a la gente hacia la música y en ese camino muchos de estos muchachos tendrán la oportunidad de ser grandes músicos. Otros irán a otras profesiones, pero tendrán la sensibilidad de conocer otros horizontes”, explicó Dudamel, quien a sus 27 años se encarga de que este plan se concrete en la ciudad donde ya dirige su filarmónica.

Otras urbes estadunidenses en las que se adoptan iniciativas similares, todas inspiradas “en el milagro del maestro Abreu”, como dijeron las autoridades culturales en Los Ángeles, son Florida, Chicago, Denver, Boston y Nueva York, donde, en barrios pobres como Harlem o el Bronx, está prevista la llegada de este plan armado de violines, violonchelos y contrabajos.

 
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