Usted está aquí: lunes 8 de diciembre de 2008 Deportes Fernando Ochoa indultó un toro de Xajay que, sin embargo, estuvo por encima de él

TOROS

■ Sordo Madaleno envió un encierro de cuatro mansos y dos bravos de gran calidad

Fernando Ochoa indultó un toro de Xajay que, sin embargo, estuvo por encima de él

■ Guillermo Martínez cortó una oreja y después oyó tres avisos; Aldo Orozco ni pintó

Lumbrera Chico

Ampliar la imagen El torero Guillermo Martínez cortó una oreja lidiando al segundo astado de la tarde, de nombre Fandango, en la décima corrida de la Plaza de Toros México El torero Guillermo Martínez cortó una oreja lidiando al segundo astado de la tarde, de nombre Fandango, en la décima corrida de la Plaza de Toros México Foto: Notimex

A Fernando Ochoa un toro de Xajay le devolvió ayer la razón de ser a su carrera artística, pero igual no pudo situarse a la altura de la bestia, que en cada embestida le exigía más de lo que podía darle. Quizá por esta faena insatisfactoria pero importante, muchos aficionados protestaron cuando el juez decretó el indulto de la res, cancelando el deseado climax de la lidia que hubiera sido el estoconazo. Coitus interruptus, ejemplificaron los cultos.

Con menos glamur pero más hondura, el tapatío Guillermo Martínez se entendió de maravilla con su primer enemigo, y logró una deleitosa faena de capote y de muleta, para refrendar lo que había logrado la semana anterior en Guadalajara.

Promovido por la televisión cultural que intenta hacerlo figura para cobrar por allí algún sobresueldo, Aldo Orozco volvió a dejarse impresionar por la Plaza México y, si bien le tocó en suerte lo peor del encierro, tampoco atinó a crecerse para mostrar ni una pizca de su grandeza, ni siquiera cuando citó de largo al segundo de su lote para hacerle la suerte del péndulo, en la que volvió a moverse a la hora de la verdad, igual que la semana pasada. Moraleja: si ofreces sopa de cebolla y sirves de fideos pierdes credibilidad. Eso me lo enseñó Narda Lepes y algunos toreritos deberían saberlo.

Por su parte, el ganadero Javier Sordo Madaleno, quien dio la vuelta al anillo tras el indulto del extraordinario cuarto de la tarde –llamado Pa’ Enero, en alusión a las corridas que tal vez habrá el año entrante con figuras internacionales–, no debe haberse ido tan contento porque de los seis rumiantes que trajo, cuatro se rajaron tarde o temprano, y como mansos que eran desarrollaron sentido preocupados más por defenderse que por pelear.

Pero como arquitecto del grupo de los 30 que está en el candelero de este país, el dueño de Xajay debe haberse sentido glorificado por la buena clase de Fandango, primero del lote de Guillermo Martínez, mínimo de pitones, negro zaino casi absoluto de no ser por un manchón blanco en el escroto, y que tomó tres varas con alegría. Martínez lo embarcó en los vuelos de su capote por verónicas, lo remató con una revolera tan posmoderna como el quite que le hizo después, al pegarle cuatro faroles citando de frente y manguereando el capote como se hace en la zapopina, con lo que de hecho presentó una nueva suerte que aún no tiene nombre que la distinga.

Luego con la muleta se dio gusto recostándose al correrle la mano y templarlo y adornarse en la cara, antes de culminar su trasteo con una buena estocada que le valió una muy merecida oreja. En el segundo de su lote, en cambio, por mala asesoría, oyó los tres avisos y se retiró a las tablas contristado.

Una ratificación de la clase y la bravura de Fandango se daría en la sangre de Pa’ Enero, al que Ochoa le bajó la mano en verónicas al hilo de las tablas, pero que no descubriría, con genuino asombro, sino cuando después de verlo pelear con el caballo y provocar un tumbo, lo citó con la muleta en la diestra y le ligó ocho soberbios derechazos en redondo, que enloquecieron a la plaza y que el torero, por desgracia, ya no sería capaz de repetir, porque a partir de allí el bicho siempre fue muy superior a él. Por eso le chiflaron tanto cuando el juez indultó al morito.

Al término de una tarde que dejó buen sabor de boca, tras las grandes actuaciones de los banderilleros Gustavo Campos, Christian Sánchez y Rafael Bacelis, el monosabio David Luna fue hospitalizado porque una vara de picar se le clavó accidentalmente en el cuerpo.

 
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