Usted está aquí: lunes 8 de diciembre de 2008 Opinión México SA

México SA

Carlos Fernández-Vega
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■ Las acciones para detener la crisis deben ser inmediatas

■ 26 años de “mantener el rumbo” se han traducido en raquítico crecimiento

Con dos milímetros de frente y uno de voluntad, las respuestas a la crisis, las acciones para detener “la descomposición del escenario económico” (Carstens dixit) que registra el país, deberían ser inmediatas, ya, ahora, en este momento, pero Felipe Calderón evade el tema y a cambio –como lo hace cada que se aprietan las cosas, y seguido se aprietan– ofrece un futuro venturoso en un México mítico allá por el año 2050, cuando “seremos la quinta economía del planeta”, según repetida cuan aventurada proyección del michoacano.

La atención y solución de gravísimos problemas como desempleo, nulo crecimiento, alta inflación, deterioro del bienestar social, desmoronamiento del poder adquisitivo, etcétera, etcétera, pueden esperar, como lo han hecho en los últimos 26 años, porque, dice, el futuro es promisorio. La mexicanada deberá hacer de tripas corazón y, una vez más, aguantar el desplome de su de por sí precario nivel de vida, porque –¡oh, promesa oficial!– en poco más de 40 años le hablará de tú a los meros meros, sin importar cuántos esqueletos queden regados en el camino para alcanzar tal fin.

Cada que se exigen respuestas concretas a problemas concretos, sale el inquilino de Los Pinos a divulgar la buena nueva, y ante preguntas incómodas, respuestas francas: “¿desempleo en México?, qué va: es más alto en Zimbaue; ¿deterioro del poder adquisitivo?, ridículo: en Burundi es peor; ¿raquítico crecimiento económico?, pesimismo puro: Haití… bueno Haití crece más que México, pero allá no son tan exigentes. Por eso, no se fijen en nimiedades, mejor miremos al futuro, que sólo faltan 40 años para estar entre los cinco mejores”, por mucho que el reclamo sea resolver, concretar, corregir, proteger, prevenir ya, ahora, no dentro de cuatro décadas, cuando a ciencia cierta nadie sabe si este país sobrevivirá al ritmo que lleva.

A paso agigantado empeoran escenario e indicadores, pero dice el inquilino de Los Pinos que “la clave es mantener el rumbo, independientemente de lo que pase en el corto plazo”, un “corto plazo” que, dicho sea de paso, ya acumula 26 años. De cualquier suerte, hasta en eso se ha devaluado la esperanza: pocos días después de instalado en Los Pinos, Calderón viajó a España y en su periplo prometía que “en el año 2040, México puede ser la quinta economía del mundo”. Tan sólo un bienio después ratifica la revelación divina, pero con una década de diferencia (“para 2050”).

De una suerte u otra, los cuatro antecesores del actual inquilino de Los Pinos se comprometieron a lo mismo, aunque cierto es que no con la puntualidad cronológica (ahora devaluada 10 años) del michoacano. Por ello, retomo lo aquí publicado semanas atrás en forma de recuento, que nos permite evaluar el “futuro venturoso” por ellos prometido: Miguel de la Madrid (1982-1988): “la sociedad igualitaria a que aspiramos no puede lograrse en una economía débil y enferma; que el requisito para obtener mejores niveles de vida es sanear la economía y recuperar las bases de un crecimiento firme y sostenido. Nos hemos impuesto el camino del realismo económico porque es la vía apropiada de la solución efectiva y duradera de los problemas y en consecuencia, deber elemental de honestidad política”; Carlos Salinas de Gortari (1988-1994): “los retos que impone la reinserción en el mercado mundial constituyen una oportunidad para hacer de la nuestra una economía competitiva y sólida, con un desarrollo estable, suficiente y justo, pero también para contribuir a ese nuevo orden internacional. La economía de México es más sana y tiene mayor capacidad de dar respuesta al reclamo de los mexicanos por más empleos y mejor remunerados… La economía mexicana está ya despetrolizada”; Ernesto Zedillo (1994-2000): “gracias a las medidas aplicadas, gracias a la voluntad y el esfuerzo de todos los mexicanos, desde 1996 la economía ha venido creciendo sostenidamente”; Vicente Fox (2000-2006): “frente a la incertidumbre global, quedó demostrada la solidez de nuestra economía. En el mundo de hoy muy pocas economías pueden decir lo mismo. Conducir la economía responsablemente ha redituado beneficios concretos a la nación. La mayor fortaleza de nuestra economía se manifiesta en la confianza de los inversionistas”.

Y ahora Felipe Calderón (2006-¿?), quien también resultó maestro mecánico (“le estamos cambiando el motor a la economía mexicana”): “si seguimos en la ruta que hemos tomado, de modernizar al país, de transformar a México, seguramente se cumplirá el pronóstico que aún hoy sostienen las principales firmas en el mundo, que para la década del 2050 México será una de las cinco economías más grandes del mundo, después de China, que será la mayor para entonces; Estados Unidos, India, probablemente Brasil, digo probablemente porque todavía podemos verdaderamente quedarnos con ese cuarto lugar y, enseguida, México. Y precisamente para llegar a donde queremos, la clave es mantener el rumbo, tener bien fija la mirada en el horizonte al que queremos llegar, tomar las decisiones para llegar ahí, independientemente de lo que ocurra en el corto plazo. Lo que marca la diferencia en los países, amigas y amigos, es que sepan trazarse su futuro de largo plazo, independientemente de cuál pueda ser el rumbo o cuál pueda ser la coyuntura en el corto plazo”.

En realidad, lo que marca la diferencia son los hechos: para el caso mexicano, en 26 años el venturoso futuro prometido por cinco inquilinos de Los Pinos que han “mantenido el rumbo” se traduce en un raquítico “crecimiento” anual promedio de apenas 2.4 por ciento, y descendiendo. A ese ritmo, ni en el año 5000 la mexicana sería la cuarta economía mundial.

Mientras unos se turban más que nunca con “el futuro”, otros, a golpe de realidad, obligadamente reconsideran el presente. Es el caso del doctor catarrito, Agustín Carstens, quien dejó atrás su original cuan simpática tesis del minirresfriado económico en México por efecto de la crisis estadunidense y la elevó a rango de pulmonía: “tenemos el reto de enfrentar esta crisis externa que ha sido muy profunda y de mucho mayor magnitud a lo esperado; esta crisis se ha recrudecido desde septiembre-octubre de este año. Esto ha disparado una serie de movimientos de capital (léase salida masiva de), en respuesta a la pérdida de confianza de inversionistas institucionales… Esto le ha dado un impulso adicional a la descomposición de la economía real de Estados Unidos, del balance de las familias, y del balance de las empresas”, y a la mexicana, obviamente.

Las rebanadas del pastel

Que “no interferiré en el proceso electoral de 2009”, anuncia con bombo y platillo el quinto inquilino del futuro venturoso, el de las promesas incumplidas, es decir, lo mismo que dijo Vicente Fox en los comicios de 2006 y se metió hasta la cocina. De cualquier forma, no sería graciosa concesión, sino obligación legal.

 
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