Usted está aquí: lunes 8 de diciembre de 2008 Opinión El año que calló el sistema

Bernardo Bátiz V.
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El año que calló el sistema

Acaba de publicarse, en la colección “Debate” un libro que en buena medida explica lo que está pasando actualmente en México, aun cuando se refiere a acontecimientos de hace 20 años; la periodista Martha Anaya despliega ante los ojos de las nuevas generaciones y de los que fuimos testigos o participamos de esos hechos y esos tiempos, un relato revelador de cómo en el proceso electoral de 1988 fue reconocido Carlos Salinas y a partir de ahí llegó al poder y de qué manera, a pesar de los discutibles cambios en la política y en la economía que aún padecemos.

El título del libro es por sí mismo revelador: 1988: el año que calló el sistema; la foto de portada no lo es menos: aparece un Carlos Salinas frente a una gran mesa en un salón del Palacio Nacional, casi perdido y pequeño ante el tamaño de la silla presidencial, y a su derecha los panistas Luis H. Álvarez, Abel Vicencio Tovar y Carlos Castillo Peraza; a su izquierda se alcanza a ver solamente al que fue su primer secretario de Gobernación: Fernando Gutiérrez Barrios.

En las fotos interiores, otros personajes, políticos destacados de entonces y algunos todavía participantes en la vida pública actual, aparecen en diversos momentos de aquellos meses claves para el quiebre en la historia de México, que pasó en esa época de los gobiernos que se decían inspirados en el movimiento iniciado por Francisco I. Madero e iluminados, aun cuando fuera tan sólo para la propaganda, en los principios de la Revolución Mexicana al sistema neoliberal de nuestros días. Hay imágenes de doña Rosario Ibarra, de Clouthier, de Cuauhtémoc Cárdenas, de Muñoz Ledo, de Fox, de Fernández de Cevallos, Camacho Solís y otros, todos actores importantes del trozo de historia que la autora nos presenta.

Martha Anaya confirma con este libro no sólo su calidad reconocida de periodista acuciosa y objetiva, sino que  nos revela su vocación de historiadora y de amena cronista; conduce paso a paso, a quien lee este libro, por aquellos momentos intensos que van del día de la elecciones el 6 de julio de 1988, hasta la muerte de Manuel J. Clouthier en octubre del año siguiente.

Los personajes se muestran al lector con sus propias palabras; no todos accedieron a las entrevistas solicitadas, pero con las que se pudieron llevar a cabo la autora descubre y presenta el frente y el envés del tejido de los acontecimientos, que nos trajeron hasta nuestros días el cambio definitivo de la línea política del partido entonces en el gobierno y el desvío del PAN, principal oposición, que inició por esas épocas, su paso de una militancia de ciudadanos voluntarios, movidos por principios, a un partido pragmático, con una costosa y pesada burocracia e imitador de los viejos vicios de sus antiguos rivales.

La obra se divide en dos grandes partes: una, la historia de los acontecimientos, como fueron sucediéndose, y la otra, que la autora titula “Veinte años después”, principalmente integrada por las agudas preguntas de la reportera y las respuestas de quienes dos décadas antes habían sido protagonistas de esa importante etapa, cercana y definitoria, pero que paulatinamente va quedando, al menos para las nuevas generaciones en el pasado.

Entre los pasajes más interesantes de la primera parte del texto están el momento en que los tres destacados candidatos de oposición, doña Rosario, Cuauhtémoc y Clouthier, deciden presentarse juntos ante la Comisión Federal Electoral, presidida por el secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz; Los tres fantasmas les decían en el nervioso lenguaje de los estrategas de Los Pinos para referirse a ellos sin tener que mencionar sus nombres.

Otro momento cumbre lo constituye la entrevista entre Cárdenas y Salinas de Gortari, después de la elección, pero antes de la calificación de la misma por el Colegio Electoral. Finalmente, la presencia de militantes de Acción Nacional, entre ellos el suscrito en Palacio Nacional para entrevistarse con el presidente Salinas 48 horas después de su reconocimiento por el Colegio Electoral, con muchos votos en contra y apenas una mínima mayoría priísta.

Las entrevistas, por otro lado, son reveladoras; cada quien recuerda los acontecimientos en los que participó, según la fragilidad de la memoria, tantos años después y con el matiz que adquieren los relatos sometidos al mecanismo sicológico, que nos lleva a recordar las cosas con tintes propicios a nuestra propia explicación y quizá a nuestra conveniencia.

La entrevista del ex presidente Miguel de la Madrid, que aparece en el umbral de la segunda parte del libro, es sorprendente: sus explicaciones son cuidadosas; sin embargo, cuando menos en una de ellas acepta, puede ser un lapsus, que perdieron la elección, aun cuando párrafos adelante afirma lo contrario.

La lectura del libro de Martha Anaya es imprescindible para quienes buscan explicaciones de lo que hoy está pasando y de la descomposición de los partidos políticos y en general de lo confuso de la actual vida pública en nuestra patria; menciono a los demás entrevistados con ánimo de interesar a los lectores: Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Ibarra, Manuel Bartlett, Porfirio Muñoz Ledo, Guillermo Jiménez Morales, José Luis Salas, Jorge de la Vega Domínguez, Manuel Aguilera Gómez, Emilio Gamboa, Oscar de Lassé y José Newman Valenzuela. Por mi parte, lo recomiendo ampliamente.

 
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