■ Su vida, asociada a lo mejor de la ópera, reconoce el INBA
Homenaje póstumo a la soprano Irma González en Bellas Artes
La soprano Irma González volvió a uno de los recintos que la vieron triunfar: el Palacio de Bellas Artes. Homenaje de cuerpo presente. A las 12:35 del día, el ataúd con sus restos fue colocado al pie del espectacular telón de mosaico diseñado por Doctor Atl. En ese momento una parvada de aplausos se desprendió desde las butacas donde presenciaban el acto familiares y amigos de la cantante, además de funcionarios culturales y distintas personalidades del medio musical. En seguida el Coro de Madrigalistas de Bellas Artes interpretó una pieza que añadió emotividad al momento.
Teresa Franco, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), e Irma Zapata, hija de la soprano frallecida el jueves, formaron parte de la primera guardia de honor. Después la funcionaria tomó la palabra: “Hoy nos reunimos en este foro del Palacio de Bellas Artes en donde Irma González fue y será una figura central, para despedirla, sólo desde una perspectiva, desde esta materialidad en la que el cuerpo se nos acaba, pero para decirle que ella entre nosotros estará presente por siempre.”
Irma González “puso en alto el nombre de nuestro país, su actuación, su presencia, su capacidad expresiva, su dominio de si misma, su enorme disciplina, su maravillosa voz, hizo que fuera una gran maestra de muchas generaciones.”
Franco señaló que la amabilidad de Irma González “iba pareja a su capacidad crítica, a su capacidad de entrega, a la exigencia que ella siempre manifestó por un arte de primerísimo nivel.”
La funcionaria también ofreció una semblanza de la soprano que debutó en 1938, con un recital en la Sala de Conferencias de Bellas Artes y, en el terreno operístico, en 1941, precisamente en el Palacio de Bellas Artes.
“Desde entonces y hasta su retiro en 1988, su vida quedó asociada a lo mejor de la ópera de nuestro país y su nombre inscrito en los mejores foros internacionales.”
En el 2004 el INBA le hizo la entrega de la medalla por la excelencia académica diciéndole que “fue inapreciable su contribución a la formación de profesionales y de cantantes en nuestra patria, ella es un pilar fundamental para la ópera en México; su repertorio fue tan amplio que abordó el lead, el oratorio, el concierto, la música mexicana, la ópera.”
Su carrera, “una carrera verdaderamente singular, como la de muy pocos, en el extranjero y aquí la hizo ser considerada la mejor interprete de óperas como Turandot, Madame Butterfly y Otelo.”
Muestra de calidad
Al final del discurso de Teresa Franco, familiares, amigos y otros asistentes al homenaje, se alternaron en las guardias, mientras por el sistema de sonido del recinto se escuchaba la voz grabada de Irna González dando muestra de su calidad.
La ceremonia concluyó con la interpretación de tres poemas de Enrique González Martínez, musicalizados por Manuel M. Ponce, amigo de la fallecida soprano e impulsor decisivo de su carrera musical.
Los restos mortales de Irma González fueron cremados ayer mismo y su hija informó que las cenizas serían depositadas en la Capilla del Rayo del templo de Santo Domingo de Guzmán, en la colonia Insurgentes Mixcoac.