■ “Con la música folk aprendí la historia de los negros, la que no enseñaban en las escuelas”
Murió Odetta Holmes; la intérprete cantó en favor de los derechos de los afroestadunidenses
Ampliar la imagen Odetta Holmes durante su participación en el Festival de Jazz de Nueva Orleáns, en 1978 Foto: Ap
Nueva York, 3 de diciembre. Esa voz contenía todo el dolor de la historia cruel de los orígenes de este país construido por esclavos e inmigrantes pobres, y a la vez la ira tan pura que convence de la liberación no sólo es necesaria, sino inevitable, todos los días. Es una voz que está, de manera permanente, justo bajo la superficie, como un terremoto en espera, y que Odetta expresaba cada vez que cantaba.
Odetta se despidió esta semana, pero esa voz es permanente, y ella lo sabía. Cantó para Martin Luther King y sus seguidores aquel día histórico de 1963 en Washington, y esperaba cantar el 20 de enero en la toma de posesión presidencial de Barack Obama. Cantó en cafés y antros bohemios, también en Carnegie Hall. Cantó con Harry Belafonte y Pete Seeger.
Para y por quienes no querían callar
Cantó para y por los afroestadunidenses que rehusaban callar y obedecer, ofreció parte de la ruta sonora del movimiento masivo de derechos civiles, cantaba para trabajadores en resistencia, cantaba para los que esperaban estallar no sólo con furia, sino con un amanecer. Enseñó a los niños de dónde venían y a dónde iban, e inspiró a Bob Dylan, Joan Baez, Janis Joplin, Tracy Chapman y otros músicos, a quienes les mostró cómo escuchar hacia abajo, a ese terremoto debajo de esta tierra.
Fue una de las figuras más reconocidas de la música folk en los años 50 y 60, y todo militante, activista y persona de conciencia no sólo sabía quién era, sino su canto los nutría y ubicaba. Su música nace del blues, de las canciones de prisioneros, de esclavos, de ‘espirituales’, del jazz y lo que se llama el folk, la música del pueblo. Aunque primero fue educada en voz clásica y ópera, se enamoró de la música folk en los cafés de San Francisco y después de todo el país.
“La escuela me enseñó a contar y a armar una frase. Pero en cuanto al espíritu humano, eso lo aprendí con la música folk”, dijo una vez en entrevista con National Public Radio.
“A través de esas canciones (afroestadunidenses), aprendí cosas sobre la historia de los negros de este país que los historiadores en la escuela no estaban dispuestos a contarnos o habían mentido”, comentó hace unos años en entrevista con el Los Ángeles Times. Decía que la música folk expresaba la “furia”, pero también nutría la esperanza y el milagro de superar la opresión. Grabó unos 27 discos a lo largo de más de medio siglo de carrera.
Le fue otorgada la Medalla de Artes y Humanidades en 1999 por el presidente Bill Clinton. Fue honrada por el Centro Kennedy en 2004 y en 2005 fue condecorada con el Premio de Leyenda Viviente por la Biblioteca del Congreso. Bruce Springsteen elogió cómo cantaba una de las canciones del roquero. Pete Seeger, el artista viviente más legendario de la música folk, elogiaba cómo resucitaba los versos de Leadbelly y Woody Guthrie, y los “cantos de liberación” de la tradición afroestadunidense.
Odetta Holmes nació en Birmingham, Alabama, el 31 de diciembre de 1930, pero su familia se mudó a Los Ángeles, donde ella se crió y estudió música. Tenía 77 años al morir, el pasado martes.