Usted está aquí: domingo 30 de noviembre de 2008 Política Tras rudos jaloneos, el PRD queda como un rompecabezas

■ Hortensia Aragón asumirá la secretaría general del partido

Tras rudos jaloneos, el PRD queda como un rompecabezas

■ Religen a Camilo Valenzuela

■ AMLO no se lanzará con el PT: Navarrete

Arturo Cano

Ampliar la imagen Ángel Zedillo, Alejandro Sánchez, Dolores Padierna y Héctor Bautista en el pleno del Consejo Nacional perredista Ángel Zedillo, Alejandro Sánchez, Dolores Padierna y Héctor Bautista en el pleno del Consejo Nacional perredista Foto: José Antonio López

Ampliar la imagen La toma de protesta de los nuevos consejeros La toma de protesta de los nuevos consejeros Foto: José Antonio López

Cinco ramos enormes de girasoles, las banderas nacional y del partido y muchas sillas vacías durante casi todo el tiempo, hacen el recinto del séptimo consejo nacional del Partido de la Revolución Democrática. Bueno, es la sede formal. Porque la verdadera acción, es decir, los jaloneos que ya son la normalidad perredista, las negociaciones rudas, el ir y venir de nombres en listas interminables, ocurren en el Sanborns de al lado y en los teléfonos celulares de los negociadores de las corrientes. “No, nunca les dijimos eso, para nosotros es la presidencia y dos secretarías y para ustedes la vicepresidencia y una secretaría”, le dice a su teléfono Jesús Zambrano, negociador de Nueva Izquierda (NI). Del otro lado de la línea está Ricardo Ruiz, negociador de Izquierda Unida (IU). Otra llamada: “No pongan en riesgo lo de mañana”, le dice Zambrano a Hortensia Aragón, quien a partir de este domingo asumirá la secretaría general del PRD. Todo eso ocurre mientras Camilo Valenzuela, presidente del Consejo Nacional, hace tiempo lanzando desde el micrófono una primera llamada, una segunda y una tercera que tarda mucho en llegar.

Poco rato después, Camilo Valenzuela es relegido presidente del consejo, NI y sus aliados nombran además a dos secretarios y anuncian que este domingo “los otros compañeros” informarán quiénes son sus propuestas para ocupar la vicepresidencia y una tercer secretaría.

A falta del “partido frente” que tanto acarició NI, los perredistas han optado por el partido rompecabezas, con una fórmula pactada semanas atrás que tiene descontentos a muchos: NI y sus aliados –que llevaron como candidato a Jesús Ortega–, tendrán 60 por ciento de todas las posiciones. Para Alejandro Encinas y su Izquierda Unida será el 40 por ciento restante.

La urgencia de NI tiene que ver con una formalidad: es el presidente del Consejo Nacional, otra vez el guasavense Valenzuela, quien deberá decir a Ortega este domingo las palabras que quiso escuchar durante 12 años: “Protesta usted cumplir…”

No han dado las ocho de la noche cuando se decreta receso. Muchos consejeros se esfuman, pero para los negociadores significa apenas el inicio de una nueva etapa del tortuoso jaloneo: primero en cada bloque y luego entre ambos.

Materia sobra porque además de la toma de posesión de Ortega y Aragón, el consejo nacional perredista debe elegir consejeros faltantes, la Comisión Política Nacional, el secretariado y los “órganos autónomos” (de Vigilancia y Electoral). Se supone que los estatutos del PRD marcan con precisión las reglas, todas basadas en la proporcionalidad. Pero cada posición, cada cargo, es objeto de enmarañadas negociaciones donde entran en juego los votos que cada grupo obtuvo en la elección interna, pero también factores como, por ejemplo, las peticiones de cargos hechas por el jefe de Gobierno Marcelo Ebrard.

Territorio chucho

A tono con la llegada a la presidencia del PRD de su figura emblemática, el consejo se celebra en territorio chucho, es decir, la delegación Venustiano Carranza, que desde hace unos años controlan miembros de ese agrupamiento.

Normalmente, estas sesiones se realizan en un centro de negocios ubicado en las inmediaciones del Paseo de la Reforma. Pero sucede que René Bejarano tiene previsto encabezar ahí, este domingo, la presentación del Movimiento Nacional de la Esperanza, acto en el que espera reunir 20 mil personas. Jesús Ortega y sus huestes van por 10 mil. “Quisimos evitar cualquier roce dada la cercanía del Monumento a la Revolución”, reconoce Guadalupe Acosta Naranjo, en su último día como presidente interino del PRD.

Para entonces, buena parte del día se ha consumido en la elección de 15 consejeros eméritos, un pendiente de semanas. Después de arduas negociaciones, se ponen de acuerdo en tres “personajes inobjetables”: Amalia Solórzano, Arnoldo Martínez Verdugo e Ifigenia Martínez. Los restantes 12 lugares se repartirán según la regla de 60-40, de modo que siete son para NI y aliados, y cinco para IU. Marcelo Ebrard pide un lugar y el frágil equilibrio se trastoca. José Ángel Ávila, secretario de Gobierno del DF, entra con cargo a la corriente Alianza Democrática Nacional (ADN, aliada de los chuchos). Alejandro Encinas logra colocar a Jesús Martín del Campo. En medio de los jaloneos le quitan un espacio a la corriente de los Cívicos, borran a Gerardo Unzueta y sacan a Martínez Verdugo.

Apenas una probada de cómo se cocinan los repartos en el partido rompecabezas. O resultado de lo que un análisis del chuchista Fernando Belanzuarán llama “esta guerra loca que espero que nunca se repita”.

Las batallas que vienen

Quién sabe si sea “guerra loca” o batalla por “rescatar al PRD y sus principios”, como define Encinas. Lo único cierto es que está lejos de terminar.

“Encinas fue a Puebla a decir que hay que desfondar al PRD y apuntalar al Frente Amplio Progresista”, reclama Héctor Bautista a Dolores Padierna. Ambos, sin embargo, hicieron una suerte de acuerdo informal para evitar que NI “avasallara” a cualquiera de las corrientes. ADN y la corriente Izquierda Democrática Nacional (IDN) han sacado sus cuentas: juntas, suman 10 consejeros nacionales más que los chuchos. Y aunque no hay alianza en el futuro inmediato, han hecho que Nueva Izquierda se entere de su aritmética pragmática.

Los grupos se han empeñado en lograr acuerdos, así sea a trompicones. Sea como sea, NI tiene su carta guardada: de no haber acuerdo, sobre todo por los jaloneos entre Foro Nuevo Sol (de Amalia García) e IDN, Ortega y Aragón asumirían sus cargos y el resto de las posiciones se dejarían a un acuerdo posterior.

“Los mayores jaloneos son en IU, nosotros tenemos algunos con ADN, pero los resolvemos”, dice Acosta Naranjo.

La nueva geografía perredista, en todo caso, no dará descanso a ninguno de los grupos.

En cuanto asuma, Jesús Ortega tiene previsto arrancar una gira nacional, en visita al mayor número de distritos electorales posibles, ya con la mira puesta en los comicios de 2009.

En esa ruta, los perredistas hacen sus escenarios.

En una charla informal, el senador Carlos Navarrete desestima las posibilidades de que Andrés Manuel López Obrador se la juegue con el Partido del Trabajo y Convergencia. “El tiene olfato político y además fue presidente de este partido, sabe lo que significa, así que no se va a ir a las casas chicas”.

Con todo, Navarrete baraja sus escenarios. El optimista supone una votación de 22 por ciento para el PRD y 4 por ciento para Convergencia y el PT juntos. Hay otro escenario intermedio y el “pesimista”: entre 12 y 14 por ciento para el PRD y 10 para los todavía aliados del FAP.

Navarrete hace un rápido recorrido por el país perredista y expone cómo se van a definir las candidaturas en cada entidad, con la influencia de los gobernadores, de Cuauhtémoc Cárdenas y López Obrador. Resume que, en términos gruesos, un tercio de las candidaturas serán para perredistas puros, en otro tercio influirá el tabasqueño y el restante será para externos con posibilidades de triunfo.

“Las propuestas de López Obrador serán bien recibidas. Puede proponernos a Claudia Sheinbaum o José Agustín Ortiz Pinchetti; nomás que no se le ocurra Porfirio Muñoz Ledo”.

Del otro lado de la acera, Dolores Padierna dibuja al PRD de Jesús Ortega como una “oposición de izquierda interna”. Nosotros, afirma, “vamos a marcar el claro contraste de izquierda, frente a las líneas difusas de quienes se corren a la derecha”.

El 2009 viene, la guerra sigue, aunque no parece un asunto de personalidad disociada, sino, de plano, de dos proyectos distintos que tampoco tendrían lugar en un “partido frente”. En Uruguay, el ejemplo que le gusta a los chuchos, el agrupamiento de las izquierdas existe porque las decisiones importantes se toman con 80 por ciento de los votos.

 
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