■ Liberados, el centro judío y los hoteles Oberoi y Taj; crece a 155 el número de muertos
Restablecen el orden en Bombay luego de tres días de combates
■ Aseguran las fuerzas de seguridad que aprehendieron a nueve milicianos islámicos
■ La embestida aviva las fricciones entre los gobiernos de India y Pakistán
Ampliar la imagen Integrantes de un grupo antiterrorista desalojaron ayer a periodistas que cubrían los enfrentamientos frente al hotel Taj de Bombay Foto: Reuters
Bombay, sábado 29 de noviembre. La policía de esta ciudad lanzó el último asalto sobre milicianos islámicos que ocuparon el miércoles por la noche el hotel Taj, y declaró que el orden quedó completamente restablecido en esta localidad, considerada la capital financiera y comercial de India.
Fuerzas de seguridad liberaron la madrugada del viernes el centro judío ortodoxo de esta urbe, con saldo de cinco personas muertas, y en la mañana lograron restablecer la paz en casi todos los puntos donde comandos islamitas perpetraron –el miércoles en la noche– atentados coordinados que dejaron un saldo de al menos 155 muertos, 327 heridos y un ambiente de terror.
Los ataques reavivaron las recriminaciones del gobierno indio contra el de Pakistán por su presunta tolerancia a agrupaciones islamitas que en los tres últimos años han perpetrado constantes atentados, con los que reivindican sus diferencias religiosas y soberanas respecto de los trazos geográficos establecidos en 1947, cuando se independizaron de Gran Bretaña los territorios que ahora conforman estos dos países vecinos del centro y sur de Asia.
Sin especificar razones, las acciones se las adjudicó un grupo islamita denominado Mujaidines del Decán, del que se tenían escasas referencias, pero según autoridades indias algunos atacantes detenidos este viernes en los escenarios de batalla afirmaron ser integrantes del grupo Lashkar e Taiba (Ejército de los Puros).
Las autoridades no han determinado la cifra total de milicianos, pero fuentes de las fuerzas de seguridad tienen cada vez más claro que la mayoría de los comandos ingresaron a Bombay por la costa, en pequeñas embarcaciones (posiblemente trasladadas en un barco mercante), antes de atacar una estación de trenes, un hospital, un café frecuentado por turistas extranjeros, dos hoteles de lujo, una zona residencial y, allí, el centro judío ortodoxo Chabad.
El inmueble, de cinco pisos y utilizado por la comunidad judía como albergue para turistas de esa confesión religiosa y de Israel, fue el último punto de enfrentamientos entre agentes armados del gobierno indio y milicianos musulmanes.
Durante el asalto murió un rabino residente en Brooklyn, una de las secciones urbanas de Nueva York. También fallecieron su esposa y tres personas más, aparentemente de nacionalidad israelí. El hijo del rabino y dos trabajadores de la institución eludieron la batalla, debido a que horas antes lograron escapar.
En la madrugada, un centenar de elementos de un cuerpo de elite de la Guardia Nacional de Seguridad descendieron de helicópteros sobre el techo del centro judío, instalado en un edificio de cinco plantas.
Paulatinamente bajaron y abrieron boquetes para ingresar al inmueble, donde los milicianos recibieron a los agentes con disparos de fusiles y granadas. El enfrentamiento duró varias horas, hasta el amanecer, y al final los agentes reportaron el hallazgo de cinco cadáveres, los cinco israelíes que habían sido tomados como rehenes el miércoles y quienes fueron asesinados durante el asalto de los guardias indios.
Durante la mañana del viernes tropas del ejército ocuparon el hotel Oberoi, donde fueron hallados 24 cadáveres y del cual fueron liberadas unas 200 personas que habían quedado atrapadas en medio de las refriegas.
Más tarde, entre disparos y estallidos de granadas, los agentes de seguridad indios tomaron el control del hotel Taj, donde aún había llamas y humo. En un primer balance, una fuente de la armada dijo que los militares encontraron a su paso entre 12 y 15 cadáveres.
Para recuperar los inmuebles, las tropas han revisado cuarto por cuarto y a su paso han encontrado sobrevivientes, armas, explosivos y cadáveres.
Hasta el viernes en la noche un atacante solitario se encontraba atrincherado en el Taj. El jefe de una unidad de elite de la policía aseveró que la dificultad para tomar el hotel radicaba en que los milicianos tenían un detallado conocimiento del edificio, caracterizado por tener cúpulas semejantes al templo Taj Majal. Este sábado a primera hora la policía ejecutó la última operación en el inmueble, donde resultaron muertos dos combatientes.
A 48 horas de los ataques, las autoridades indias han reportado la muerte de entre 13 y 15 extranjeros (cinco israelíes, dos estadunidenses y dos españoles, entre ellos), además de 22 heridos. Un total de 14 policías, incluido el jefe de las fuerzas antiterroristas de Bombay, perecieron en los enfrentamientos.
Fuentes de los cuerpos de seguridad y medios locales han señalado que nueve atacantes se encuentran bajo custodia de las autoridades y que entre ellos hay un paquistaní.
El jueves, el primer ministro indio, Mammohan Singh, culpó de la arremetida a “fuerzas extranjeras” –muchas veces utilizada como eufemismo para hablar de presuntos paquistaníes–, pero el ministro de Relaciones Exteriores, Pranab Mukherjee, fue más lejos al solicitar abiertamente a Pakistán que desmantele la infraestructura que sirve de apoyo a las organizaciones islamitas armadas.
En respuesta, el canciller paquistaní, Shah Mehmood Qureshi, pidió a India que deje de jugar a la política. “Este es un asunto colectivo. Estamos enfrentando un enemigo común y deberíamos unirnos para derrotarlo”, subrayó.