■ El álbum habla de la adolescencia perdida, dijo en entrevista Walter Giardino, guitarrista

Rata Blanca presentará El reino olvidado, su décimo cedé, en el teatro Metropólitan

Arturo Cruz Bárcenas

“El reino olvidado es la adolescencia y el mundo que estamos perdiendo”, expresó en entrevista Walter Giardino, guitarrista y uno de los fundadores de Rata Blanca, grupo argentino de hea-vy metal que se presentará en el teatro Metropólitan el 4 de diciembre, como parte de su gira El reino olvidado, título de su más reciente disco.

El cedé salió “hace muy poco en Argentina y ya es disco de oro y de platino, en un mes; no podemos pedir más. Es nuestro disco de estudio número 10. De por vida, desde que nos formamos, en 1984, hemos vendido unas 2 millones de unidades”.

–¿Cuál es el concepto de El reino olvidado?

–Siempre tomamos un tema como referente, como fue en un momento Alrededor del arcoiris o La llave de la puerta secreta, que dan nombre al disco, pero que en realidad no es algo conceptual; o sea, todo el cedé no habla de lo mismo, si bien hay puntos de unión, musicalmente hablando.

“El reino olvidado habla un poquito de nuestra adolescencia perdida, inevitablemente de manera física, porque los años pasan, pero no necesariamente en lo espiritual. Eso genera un montón de frustraciones en la gente, porque acuérdense que cuando teníamos 16 años éramos muy frescos, naturales, idealistas, con un sentido de la justicia bastante bien equilibrado en general; éramos más bien buena gente, pero los años te empiezan a moldear, a presionar y a cambiar. En eso dejamos atrás un montón de cosas buenas.

“También se habla del reino olvidado artísticamente hablando; o sea, se puede hacer alusión a ese gran mundo que eran los años 60 y los 70, cuando la música era virtuosa por necesidad. Hoy nos encontramos con muchos productos muy intrascendentes y musicalmente vacíos, pero llenos de Grammys que no dejan nada y cuando pase su momento no serán recordados como grandes artistas, sino como cosas que pasaron en la vida.”

–¿Cómo le fue a usted en la adolescencia?

–Muy bien; fui muy feliz, aunque perdí a mi padre siendo muy chico. Tuve una preadolescencia triste en ese aspecto, porque la figura paterna era importante. También aprendí que la vida era ahora y que tenía que disfrutarla y vivirla, e ir detrás de lo que sentía.

“Eso ayudó a que precozmente buscara la filosofía en la calle; o sea, en la vida misma.”

–¿Cómo se encontraron usted y la música?

–Ella me halló a mí. Me dí cuenta desde el primer momento y hubo química. En primer lugar me enseñó a tocar una instructora de guitarra de barrio; no era clásica ni nada de eso. Comencé tocando folclore. El aprendizaje fue veloz.

El bastardo de la música

–¿Cómo le influyó la dictadura militar?

–Me considero parte de la resistencia cultural en Argentina. Nos jugábamos la vida en la calle, sobre todo al ser músicos de rock.

–¿Qué le significa el apellido Videla?

–¡Asco! Es menos que un animal, el cual mata para comer.

–¿Cómo está la música en su país?

–Siempre está bien. Es como en México y toda Latinoamérica. En el caso del rock, siempre está como el bastardo de la música, por ignorancia de mucha gente involucrada en la cultura. Hoy escucho aberraciones como que Juanes toca rock, por ejemplo. Que le vaya bien, pero no tiene rock.

“Tocamos para quienes saben de música. Nuestro público en alto porcentaje es culto.”

Agregó que él no piensa la música, la escucha. “Si una canción tiene dos tonos y está bien hecha, y me gusta y tiene arte, seguramente va a ser tomada en cuenta. Cuando se empieza a pensar, a intelectualizar, hay muchas cosas que son mentira, poses.

“U2 tiene canciones que son loops, o sea, son las mismas notas dando vueltas, y son lindas canciones. Yo no escucho a U2, pero son buenas piezas.”

El concierto de Rata Blanca será el 4 de diciembre, en el teatro Metropólitan, a las 20 horas.