■ La comunidad artística desbordó las instalaciones del naciente museo
Multitudinaria afluencia en la apertura del MUAC
Un río de alrededor de 8 mil personas desbordó las instalaciones del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), recinto que la noche del miércoles abrió sus puertas a la comunidad artística.
La larga fila de asistentes, invitación en mano, al paso de las horas se convirtió en abundante afluencia que siguió hasta las 22 horas.
Se había creado tanta expectación que todo mundo quería estar allí, recorrer los imponentes espacios del edificio diseñado por Teodoro González de León y ver las exposiciones. La mayoría comenzó por la selección de la colección de arte contemporáneo, a partir de 1952, que en una de sus paredes luce Cascada (1978), monumental instalación de mallas de nylon, de Marta Palau; siguen pinturas de Vicente Rojo, de la serie México bajo la lluvia, mientras una gran pieza de Jan Hendrix constituye una memoria artística de su obra.
La instalación Balones acelerados (2005), de Gabriel Orozco, sorprendió a muchos en un patio exterior. El tránsito conducía a El reino de Coloso: el lugar del asedio en la época de la imagen, exposición que, con base en la fotografía de prensa y películas documentales, investiga las relaciones entre la violencia y la tecnología en el siglo XX.
Siguieron una tercera colectiva, Las líneas de la mano, el Espacio Experimental de Construcción de Sentido, el espacio sonoro y la intervención con fines educativos en el Ágora de Raúl Cárdenas, integrante del colectivo Torolab.
Polémica por uso de la esvástica
No todo mundo se percató de que a un lado de la entrada a las salas, con la colección de arte contemporáneo, había un túnel que conduce al área donde se encuentra la instalación Cantos cívicos, subtitulada “un proyecto de NILC (traducido como Nuevo Consejo Interterritorial de Lenguas), en colaboración con Miguel Ventura”, que juega con los paralelismos irónicos entre las agrupaciones humanas y animales, en este caso, las ratas.
La obra ha suscitado polémica por el uso de la esvástica y la referencia al nazismo. Ya dentro de la sala, antes de entrar al laberinto atiborrado de objetos y elementos, un letrero advierte: “Algunas imágenes pueden herir susceptibilidades, por lo que el acceso a los menores de edad queda bajo la responsabilidad de los adultos que los acompañen. La iconografía nazi presente en esta obra no es una apología. Por el contrario, con ello y sus asociaciones el artista representa y denuncia los abusos de esa ideología”.
Cantos cívicos es una pieza “crítica, no un trabajo complaciente que se mueve sólo en el ámbito formal, sino tiene una serie de contenidos que, en efecto, puede tocar las sensibilidades de diferentes grupos”, reconoce su curador, el español Juan de Nieves. El uso de ciertas iconogra-fías, como las esvásticas, o parafernalias asociadas al nazismo en Alemania, son “pretextos para hablar de un discurso más general. En ningún caso se hace una apología de un régimen totalitario. Eso sería una barbaridad”.
Es “un comentario mordaz, una parodia sobre el uso del símbolo y su ambivalencia, porque la esvástica no es patrimonio del momento nazi, sino pertenece a una historia ancestral de ciertas culturas, por ejemplo, orientales, como la hindú, que la utiliza de manera contraria a lo que estamos acostumbrados”.
La entrada al MUAC, durante todo lo que resta del año será gratuita.