■ El pugilismo no es necesariamente excesos, señaló
La imagen del boxeador ya está cambiando, asegura Sosa
■ Pretende ser figura del deporte nacional y que reconozcan su trayectoria
Ampliar la imagen Édgar Sosa defenderá este sábado su título CMB Foto: Cortesía Boxeo de Gala
El boxeo no es necesariamente escándalo y excesos, reflexiona Édgar Sosa y defiende la existencia de una generación que desde el cuadrilátero está cambiando la imagen de los pugilistas.
“Antes ser peleador era ser alcohólico, mujeriego y padre de muchos niños, pero el boxeador ahora está cambiando a los ojos de la gente”, precisa el campeón minimosca del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).
Y argumenta: “cambia la perspectiva porque ha habido grandes campeones como Ricardo López, Cristian Mijares y los hermanos Márquez, que han sabido cuidar su dinero y hacen que la gente nos vea diferente, que no nos encasillen como ocurrió con ídolos como Rubén (el Púas Olivares) o el Cañas.
“Ellos fueron excelentes pugilistas, pero desafortunadamente por la falta de educación y las amistades que tenían perdieron su dinero, el campeonato y todo lo bueno que tanto les había costado”.
En su opinión, la educación es clave porque ahora los boxeadores “están más preparados y yo, por ejemplo, trato de leer y estar al pendiente de cosas que pasan en la actualidad. Nosotros tenemos la obligación de cambiar la imagen del peleador”, concluye.
Más allá de las palabras, Sosa es la antítesis del boxeador escandaloso. Es disciplinado físicamente, mesurado al hablar, religioso y generalmente se presenta en público acompañado de su esposa Karina y sus hijos Ared y Natan. Por lo mismo, algunos dicen que le falta carisma para ser ídolo.
“No me considero ídolo ni me gustaría serlo porque no creo en ellos, primero. Segundo, lo que quisiera es ser un boxeador más completo, un campeón más sólido y que la gente me reconozca por lo que aporto y el mensaje que pueda transmitir a los niños”, responde.
En síntesis, su tirada es llegar a ser “una figura en el deporte nacional, que la gente me reconozca por mi trayectoria y que sea transparente”.
Una visión del éxito
Este sábado Sosa defenderá su título del CMB en la Arena México ante el filipino Juanito Rubillar como rival. Será su séptima defensa en 20 meses y aunque el calendario resultó pesado, él mismo lo planeó:
“Fue la consigna que me puse desde que quedé campeón mundial; ser activo y tener continuidad para sacarle provecho y también porque te ves mejor en las peleas.”
Ahora la intención es retener el cinturón, dar otros tres combates en 2009 para completar 10 como monarca minimosca y subir a peso mosca, “porque el cuerpo ya lo pide, no es tan fácil marcar (en la báscula). Mi primera pelea fue en 1990 con 46 kilos y llevo 10 años en minimosca”, sostuvo.
Pasaron cerca de 24 meses de que le arrebató el título al hawaiano Brian Viloria, el 14 de abril de 2007 y su vida cambió mucho desde aquel día, “porque ser campeón mundial realmente te cambia en lo económico, lo familiar, lo personal, en todo”, admite.
“La gente te reconoce y tienes la solvencia económica para darte los lujos que tu familia quiere, como salir a comer sin preocuparte cuánto te vas a gastar. Pero lo demás es normal, yo sigo haciendo el quehacer, ayudando con la tarea de la niña, lavando mi ropa cuando puedo, atendiendo a los niños...sigo siendo la misma persona”, afirma.