Correo a Ciencias
Pzifer aclara: el efecto vasodilatador del sildenafil ocurre a nivel sistémico
En relación con la respuesta de Javier Flores sobre las precisiones hechas por Pfizer acerca de su nota Drogas: presiones inaceptables, nos sentimos en la responsabilidad de aclarar algunos términos y conceptos que pueden llegar a confundir a sus apreciados lectores.
En primer lugar, el señor Flores escribe que Sildenafil modifica la circulación cerebral y cita dos artículos en referencia a hemorragias cerebrales atribuidas al medicamento. Al respecto, es necesario señalar que el efecto vasodilatador del sildenafil ocurre a nivel sistémico, no sólo en el cerebro. Por su parte, los casos de hemorragia cerebral que comenta han ocurrido en tres personas (de más de 35 millones de hombres tratados). En dos de ellos el medicamento no había sido prescrito por un médico y la dosis que utilizaron fue cuatro veces mayor a la recomendada, además de que ambos tenían otros factores de riesgo para el problema vascular cerebral. En el tercer caso, los autores concluyeron que no se podía asegurar que la causa de la hemorragia fuera el tratamiento con sildenafil. (M. H. Alpsan y col J Neurol (2008) 255:932–933 y Sherr L, y cols AIDS. 2000;14:2051-3.)
El señor Flores utiliza el término “droga” para referirse tanto a sustancias ilícitas, como al sildenafil. Es importante señalar que en idioma español existe una diferencia semántica muy importante al respecto, utilizándose “droga” solamente cuando se habla de sustancias que causan adicción.
También hace referencia a un artículo acerca del supuesto “abuso” del medicamento en personas sanas. En una revisión del tema, los autores utilizan el concepto de “mal uso” del medicamento, refiriéndose al que hicieron hombres jóvenes, que utilizaron Sildenafil para contrarrestar los efectos secundarios, ahora sí, de drogas (anfetaminas, cocaína o alcohol) sobre su función sexual y así tener erecciones adecuadas y mejorar su desempeño sexual, a pesar de no haber recibido la prescripción por parte de un médico. (Smith KM, Romanelli F.J Am Pharm Assoc (2003). 2005 Jan-Feb;45(1):63-72; quiz 73-5.)
En otro apartado de su respuesta, el señor Flores menciona que los pacientes que toman sildenafil “dependen” del medicamento para mantener sus “funciones sexuales” (sic). Nos parece importante señalar que, si utilizamos esa acepción del verbo depender, todos los medicamentos que utilizan los pacientes para controlar un problema de salud tendrían que ser llamados sustancias que causan dependencia (hipoglucemiantes o insulina en los diabéticos; antihipertensivos en los hipertensos; antineoplásicos en los pacientes que sufren de algún tipo de cáncer, etc.), lo cual resulta inadecuado.
De hecho, para que una sustancia sea considerada adictiva debe provocar cambios en las áreas cerebrales (sistema límbico) que regulan la recompensa, la motivación, el control inhibitorio y la consolidación de la memoria y con ello, el reforzamiento de conductas impulsivas, la disminución en el control de las conductas intencionales y la generación de conductas compulsivas, a través de modificaciones en los circuitos dopaminérgicos. Estas alteraciones son lo que se conoce, en términos médicos, como adicción a una sustancia.
En el caso de Sildenafil, dichos cambios en la conducta no se presentan pues la sustancia activa del fármaco no actúa en estos circuitos cerebrales. No existe ninguna referencia científica que haya señalado conductas de este tipo en más de 35 millones de pacientes que lo han tomado, pudiendo concluir que el Sildenafil no es una sustancia adictiva. (Ruben D. Baler y Nora D. Volkow Trends Mol Med. 2006 Dec; 12(12):559-66 y Ruben D. Baler y Nora D. Volkow Trends Mol Med. 2006 Dec;12(12):559-66)
Por último, quiero señalar que los beneficios en la satisfacción sexual, la autoestima, la confianza y la calidad de vida de los pacientes y sus parejas, gracias a la firmeza de las erecciones que proporciona Sildenafil, no pueden ser dejados a un lado, además de que Pfizer insiste en todas sus comunicaciones al público que el medicamento debe ser prescrito por un médico quien, tras una adecuada valoración, decidirá si el paciente puede tomarlo.
Espero que estas precisiones sean de utilidad para la información veraz que exigen los lectores de su prestigiado medio.
Doctor César Velasco Téllez, gerente médico del área de salud del hombre y la mujer, Pfizer México
Respuesta
1. Los representantes de Pfizer iniciaron sus objeciones a mi artículo señalando que el sildenafil, principio activo del Viagra, no actúa sobre el sistema nervioso central; ahora admiten que tiene un efecto vasodilatador en el cerebro, como yo lo señalé en mi primera respuesta (La Jornada, 8/II/08). Además, es de elemental conocimiento fisiológico que la modificación de la circulación puede afectar las funciones cerebrales.
2. Es correcto emplear en idioma español el término droga para referirse a sustancias ilícitas o a las que no lo son como el sildenafil u otros fármacos. Al menos así lo establece el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, que en su primera acepción señala: 1. “droga f. Sustancia mineral, vegetal o animal, que se emplea en la medicina, en la industria o en las bellas artes”. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud señala: “droga. Término de uso variado. En medicina, se refiere a cualquier substancia con el potencial de prevenir o curar enfermedades o incrementar el bienestar físico o mental, y en farmacología a cualquier agente químico capaz de alterar procesos bioquímicos o fisiológicos de tejidos u organismos”. Lo siento mucho, pero tanto desde el punto de vista del idioma, como del de la medicina, el sildenafil es una droga, al igual que lo es la aspirina o la morfina.
3. Están bien documentado en la literatura médica el empleo del sildenafil con fines recreativos. Su consumo se produce también en asociación con la mariguana (Eloi-Stiven y cols. J. Fam. Pract. 56(11): E1-3, 2007) y otras drogas ilícitas. También se ha estudiado su uso en hombres que tienen sexo con hombres (por ejemplo, Paul y cols. Sex. Trans. Dis. 32(9): 531-3, 2005). El empleo de esta sustancia con fines recreativos abarca a personas de estos grupos que no presentan disfunción eréctil. En relación con el estudio de Smith y Romanelli citado originalmente por mí, me pregunto si realmente se leyó el mismo artículo, pues estos autores señalan claramente que: “El uso (del sildenafil) en espacios sociales ha ganado popularidad tanto en jóvenes como en pacientes saludables…” En síntesis, sí se produce abuso en personas sanas. Por si existiera alguna duda sobre este punto, en mi concepto ni los consumidores de mariguana ni los homosexuales pueden ser considerados enfermos.
Si bien los representantes de Pfizer señalan que su fármaco debe ser prescrito por un médico, es importante observar que en México toda persona, independientemente de su edad, puede adquirir Viagra en cualquier farmacia, pues se distribuye sin el requisito de una receta médica. Aclaro que yo no objeto esto, pues creo que toda persona (adulta) debe ser completamente libre de decidir sobre sus necesidades y sus deseos.
4. El concepto de adicción es complejo, tiene acepciones muy amplias y abarca no sólo a sustancias ilícitas. La adicción incluye no sólo el consumo de fármacos o sustancias prohibidas, sino además, de acuerdo con diversos autores sustancias diversas, e incluso algunas conductas como las adicciones al juego, a la comida o al sexo, que son objeto, no de burla, sino de estudios rigurosos por la comunidad médica y forman parte del Disgnostic and Statistical Manual Disorders (DSM-IV-TR).
Finalmente, resulta temerario relacionar el origen de las adicciones con una región cerebral específica, como el sistema límbico, o con un neurotransmisor en particular, como la dopamina. La regionalización funcional forma parte del pasado en las neurociencias. La investigación experimental ha documentado de sobra la enorme plasticidad del sistema nervioso. De acuerdo con esto, una función puede observarse como el resultado de múltiples interacciones entre regiones y entre diversos neurotrasmisores. No me detengo por ahora en otras explicaciones, como los factores genéticos planteados en varios estudios para explicar el origen de las adicciones.
Javier Flores