La Muestra
■ La visita de la banda
Ampliar la imagen Fotograma de la comedia del director israelí Eran Kolirin
Una banda de ocho músicos egipcios, de la orquesta ceremonial de la policía de Alejandría, es invitada a Israel para amenizar la inauguración de un centro cultural árabe. Del aeropuerto, un autobús los conduce hasta la perdida población de Betah Tivka, que, por ausencia de traducción árabe en los señalamientos la banda, confunde con su lugar de destino, Petah Tivka. Este equívoco es el arranque cómico del primer largometraje del israelí Eran Kolirin, La visita de la banda, que por un absurdo apenas menor a los muchos de la trama se vio excluida de la próxima competencia de la Academia de Hollywood para el Óscar a mejor película en idioma extranjero.
Según los reglamentos de dicha Academia, la película israelí, hablada casi toda en inglés, no podía aspirar a dicho premio, pues se olvida que en la cinta el encuentro de egipcios e israelíes precisaba del inglés como lengua común para comunicarse, y que el acento de los actores podía ser tan deficiente que requeriría de subtítulos, incluso en los países de habla inglesa. Salvando esta formalidad, la cinta podría competir ventajosamente para dicho premio, y asegurarse así una amplia distribución internacional.
La llegada de una banda musical de policías, casi todos tan solemnes y marciales como su director (Tewfik/Sasson Gabai), se vuelve un acontecimiento singular en ese lugar perdido en medio de la nada, donde la gente ve la hospitalidad como distracción de la morosidad de sus existencias, y la cultura como producto exótico. Los músicos, muy inexpresivos, parecen salidos de una película de Aki Kaurismaki y pronto ceden el sitio principal en la trama al jefe de la banda, a un músico muy joven y rebelde (Khaled, un maestro de la seducción) y a la dueña de un restaurante, la exuberante Dina (Ronit Eklabetz), quien consigue albergue temporal para todos antes de su salida, al día siguiente, en el único transporte disponible.
En una sola noche se combinan los elementos eficaces de una comedia sentimental: Dina intenta seducir a un Tewkiq abrumado por la inesperada autonomía de una mujer madura segura de sus encantos; por su parte, el joven Khaled, no menos convencido de los suyos, inicia a un joven israelí timorato en el arte del ligue amoroso en una secuencia hilarante. Khaled es un fan del músico Chet Baker, cuyas canciones tararea en cada intento de conquista, en tanto el resto de la banda adora ensayar la melodía Summertime, de George Gershwin.
La atmósfera es apacible, alejada por completo de cualquier eco de conflicto bélico, con personajes que participan de la utopía de una reconciliación posible. En la noche del desierto, Tewfiq se libra a la confidencia y descarga su arrepentimiento por haber sido intolerante y no haber entendido al hijo frágil, tan delicado como su madre, que alguna vez rechazó airadamente.
Esa melancolía de patriarca derrotado es el contrapunto de la actitud casi libertaria de una mujer israelí que no se arrepiente ni de su pasado ni de la manera en que hoy organiza su vida independiente. Hay un ambiente romántico acentuado por las referencias al cine egipcio, a sus melodramas interminables y al aura mágica que para Dina tiene siempre Omar Shariff, y que de alguna forma extraña descubre en Tewfiq, el militar despistado; todo ello como parte de una educación sentimental que es el puente insospechado entre dos culturas empecinadamente antagónicas. La visita de la banda, comedia eficaz y muy redonda, entre las mejores sorpresas de esta Muestra.