Usted está aquí: martes 25 de noviembre de 2008 Opinión México SA

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Carlos Fernández-Vega
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■ Los rescates, la boyante industria del neoliberalismo

Ampliar la imagen Centro Citigroup en Nueva York Centro Citigroup en Nueva York Foto: Ap

Mientras rápidamente oscurece el panorama para miles de millones de sobrevivientes en el planeta, la industria más boyante del neoliberalismo está a todo lo que da, es decir la relativa a los “rescates” de los grandes corporativos financiero-especulativos, causantes, en buena medida, del estrepitoso desplome económico que se vive.

A lo largo y ancho del planeta el tesoro público ha sido puesto a disposición de esos amafiados corporativos –algunos nacionales, la mayoría trasnacionales–, con el pretexto de que si no se les “salva” la humanidad corre el peligro de irse al caño, cuando es obvio que de tiempo atrás y por ellos mismos esto sucedió.

De acuerdo con esa política, impuesta por gobiernos que dicen representar los intereses nacionales y “mayoritarios”, los grandes corporativos libremente pueden cometer cualquier tipo de delito, exceso, desvío, barbaridad, desfalco, atraco, defraudación, etcétera, etcétera, que no hay problema, porque siempre estará disponible el dinero público y la solícita “autoridad” para acudir en su “auxilio”, proceder al “rescate” y garantizar su “solvencia”, no obstante que entre las patas se lleven al grueso de la población.

Crece el inventario de grandes corporativos “rescatados” por Bush, a costillas del erario. Tocó el turno de la trasnacional financiera Citigroup (propietaria de Banamex), a la que se destinarán 326 mil millones de dólares (que se suman a los 25 mil millones canalizados en octubre) para “protección contra eventuales pérdidas inusitadas sobre un paquete de activos y seguros respaldados por bienes raíces residenciales y comerciales, que permanecerán en el balance del grupo”, de acuerdo con la versión oficial.

En semanas anteriores por la misma oficina pasaron otros bancos, hipotecarias, especuladores, “consultoras”, aseguradoras, “calificadoras”, y demás improductivos entes que viven, y muy bien, de expoliar a su clientela. En lista de espera se encuentran armadoras, petroleras, comercializadoras y demás bichos que en lugar de dedicarse a lo suyo y escuchar las no pocas advertencias que se les hicieron, se dedicaron al febril mundo de la especulación. Y este jueguito del “rescate” se repite a lo largo y ancho del planeta, con el fin de que la humanidad “no sufra”, según dicen los aguerridos gobiernos gerenciales, las consecuencias de una estrepitosa caída del castillo de naipes en que se ha convertido la economía mundial.

El anunciado “rescate” de Citigroup –una trasnacional financiera de negrísimo historial en fraudes, atracos, cuentas secretas y conexos– “alivió” los malestares bursátiles y reavivó el mundillo de la especulación, con lo que las principales bolsas del mundo reportaron alzas, en espera de nuevos “salvamentos” que permitan mantener las cosas como hasta ahora, por mucho que ello implique el hambre de miles de millones.

México es pionero en esta boyante industria sin chimeneas, extremadamente lucrativa para unos cuantos, y verdaderamente desastrosa para la mayoría. El inventario nacional de “rescates” privados con dineros públicos es abultadísimo, lo que no quiere decir que allí quede. Por el contrario, la más reciente aportación ha sido para la Controladora Comercial Mexicana, una empresa de abarrotes y conexos, que dedicó tiempo, esfuerzo y dinero al mundo de la especulación. Quebró, como era lógico, pero para sanar heridas está Nacional Financiera, que chequera en mano salió al quite.

Buena parte de las mil 150 empresas paraestatales acumuladas por el gobierno mexicano hasta 1982 fueron producto de “salvamentos” de los empresarios amigos del régimen, con el pretexto de no sacrificar empleo y mantener la planta productiva. De Miguel de la Madrid a la fecha, tal inventario prácticamente desapareció, no sin “rescatar” intermitentemente a la ex paraestatales entregadas a la iniciativa privada, porque “ella sí es eficiente y sabe cómo manejarlas”

Es tal la generosidad de los gobiernos en esta industria del “rescate”, que pocos en el mundo pueden presumir un doble “salvamento” por el mismo motivo y, de una u otra suerte, en la misma institución. Tal es el caso de esa joya mexicana llamada Roberto Hernández Ramírez: el gobierno mexicano, por medio del Fobaproa, lo “rescató”, junto a sus muchachos, cuando presidía Banamex, para finalmente vender (2001) la institución, libre de impuestos, a una trasnacional financiera de nombre Citigroup; siete años después lo “rescata” el generoso gobierno estadunidense, toda vez que este lujo nacional es un accionista destacado en el propio Citigroup.

Ése es el panorama, así que trabajadores del mundo uníos y pónganse a darle más duro para que los gobiernos gerenciales que defienden “los intereses de las mayorías” reúnan más dineritos y salven de la bronca a las empresas que provocaron el desplome económico mundial. Todo para que las cosas no cambien, para que los barones sigan adelante, y si ustedes se hundieron, estupendo.

Las rebanadas del pastel

Ánimo, que la inflación en la primera quincena de noviembre se incrementó 0.94 por ciento, la mayor para un periodo igual en los últimos 10 años… De la lectoría, para documentar el historial: “después de entregar tarjetas de crédito cual estampitas de la Guadalupana, los bancos pretenden espantar a la gente con eso del embargo. Fueron ellos los que anduvieron de ofrecidos; incluso las entregaban sin comprobar ningún ingreso. Sé que los muy canallas ya comenzaron a despacharse con la cuchara grande, descontándole de sus cuentas de ahorro los adeudos (vaya patanes). Meses atrás contesté el teléfono en casa de un familiar; llamaba un banco y ofrecía ampliar el crédito de la TC, cuando mi familiar tenía un adeudo de poco más de 200 mil pesos. Le comenté que no entendía el por qué de la oferta, y me respondió que ‘como ya no tenía dinero disponible en su tarjeta de crédito, pues le ampliaban el monto disponible’. Le respondí riéndome que si era tonto o se hacía, porque no entendía cómo no habían revisado antes su situación económica, pues mi familiar no tendría para pagarle tal cantidad en muchos años y que además ya estaba por jubilarse. Simplemente apuntó que él sólo revisaba los estados de cuenta y que como mi familiar estaba al corriente, pues se había ganado un aumento de su línea de crédito. A la fecha, mi pariente tiene varios meses que no puede pagar ni siquiera el mínimo. ¿Qué sucederá con aquellas personas (la mayoría) que no tienen ingresos fijos ni propiedades? Comencé a informar a mis conocidos con adeudos de este tipo que pongan lo poco que les queda en lugar seguro (transferir a sus hijos o cualquier otra forma de rescatar sus pequeños bienes). ¿Serán estas las ‘hipotecas tóxicas’ de México?, pues así como van las cosas de verdad creo que no habrá forma de recuperar ese dinero. Bueno, seguro estoy que el pueblo con sus impuestos pagará tal descalabro, muy al estilo de Fobaproa” (Rafael Prieto, [email protected]).

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