■ Summers y Geithner negociaron el “rescate” de México en 95 y sus onerosas condiciones
Incluye Obama a veteranos del gobierno de Clinton en su equipo económico
Nueva York, 24 de noviembre. Millones de desempleados, subempleados, familias que han perdido su hogar y otros que han perdido buena parte de sus ahorros fueron informados hoy por el presidente electo, Barack Obama, que algunos de los responsables de las políticas que han desatado la peor crisis financiera desde la Gran Depresión estarán entre los encargados de rescatarlos del abismo económico.
Cuando Obama presentó a los principales jefes de su equipo económico, Timothy Geithner como su secretario del Tesoro, y Lawrence Summers, como su coordinador de políticas económicas en la Casa Blanca, uno de los objetivos era asegurar a Wall Street y a la cúpula económica del país que estaban en manos conocidas y de amplia experiencia. O sea, era para dar “confianza”.
Para otros confirmaba más el hecho de que el nuevo gobierno continúa conformándose en gran medida con veteranos del gobierno de Bill Clinton. “Bueno, por lo menos confirma que la gente de Obama son buenos ecologistas: practican el reciclaje”, dijo a La Jornada el economista Doug Henwood, editor de Left Business Observer.
Para muchos, estos nombres provocan recuerdos que no necesariamente generan “confianza”.
Aunque Obama señaló que Summers (como también Geithner) fue parte del equipo de Clinton que presidió uno de los auges económicos más prolongados de la historia moderna, con la generación de 20 millones de empleos y un superávit, otros recuerdan que también fue en ese mismo periodo que se promovieron algunas de las políticas que en parte son responsables de la crisis actual, incluyendo la desregulación del sector financiero, la promoción de políticas neoliberales en el tercer mundo (lo que se conocía como el Consenso de Washington) y menos supervisión de Wall Street.
Discípulos de Rubin
Tanto Summers como Geithner son considerados discípulos de Robert Rubin, el secretario del Tesoro durante la presidencia de Clinton, elogiado por ser el timón de ese periodo de prosperidad económica, pero que ahora es uno de los capitanes de esa nave llamada Citigroup, que está al borde de la catástrofe y que depende del Estado para su salvación.
Rubin ha sido consejero de Obama durante esta campaña electoral y ahora en la transición. Pero tan reciente como este fin de semana, personalmente estaba negociando el rescate de Citigroup por el gobierno, logrando que el sector público respalde hasta con 300 mil millones de activos en préstamos potencialmente problemáticos por estar ligados con bienes raíces y una inversión gubernamental directa de 20 mil millones (adicionales a los 25 mil millones ya “inyectados” en ese banco por el gobierno hace un par de semanas).
Fue la doctrina de Rubin de desregulación financiera, el libre comercio internacional y presupuestos balanceados, la que supuestamente fue la fórmula mágica para el periodo de auge durante el periodo de Clinton en los noventa. Pero esa doctrina es justo lo que está en duda ahora, ya que prolongó una visión neoliberal iniciada en los tiempos de Ronald Reagan, que confiaba sobre todo en el libre mercado y que ahora ha llevado a la peor crisis en décadas.
Durante los últimos meses Summers y hasta Rubin, han expresado la necesidad de regular el sector financiero y una mayor intervención estatal en la economía, a pesar de sus efectos negativos para el presupuesto federal, como también de la creciente desigualdad económica. Cuando uno de sus antiguos críticos, el economista liberal Jared Berstein –quien ha formado parte del grupo de asesores de Obama con Summers–, le preguntó por ese giro, Rubin le confesó con renuencia que “las circunstancias han cambiado”, reportó el New York Times.
Henwood afirma: “no sé cómo es que Rubin no se esté escondiendo en desgracia” y dice que es fascinante qué “tan adaptables” son estos maestros de la política económica como Rubin y, sobre todo Summers, ya que antes eran “campeones de la ortodoxia” del libre mercado. Pero con esta crisis Henwood pronostica que “tal vez no será hasta dentro de otra generación en que alguien se atreva a defender un libre mercado sin regulaciones”. O sea, ya nadie se atreve a defender el modelo neoliberal que ellos mismos habían ayudado a promover.
En el extranjero, estos “nuevos” jefes de la política económica de Estados Unidos también provocarán recuerdos, pero no necesariamente nostalgia. Summers, como subsecretario del Tesoro, y Geithner, encargado de asuntos internacionales del Tesoro, fueron los encargados de diseñar y negociar el llamado “rescate” financiero de México en 1995 durante la llamada crisis del peso.
Algunos críticos de ese programa recuerdan las onerosas condiciones impuestas a México, sobre todo las consecuencias de las elevadas tasas de interés en la economía general, como también el mecanismo de garantía para el crédito otorgado, donde las ganancias de Pemex por sus ventas al exterior tenían que ser canalizadas a través de una cuenta bajo control de la Reserva Federal de Nueva York.
Ambos funcionarios también estaban involucrados en abordar las crisis financieras de Asia, en 1997, y el contagio de Rusia hasta Argentina, donde se impusieron las recetas clásicas del Fondo Monetario Internacional con sus severas consecuencias para las poblaciones de esas regiones.
Summers también es recordado en otros mundos no tanto por sus políticas económicas, sino por su comportamiento. Siempre elogiado por ser “brillante” intelectualmente, parece que no siempre es tan inteligente (algunos dirían diplomático). En 2005, cuando era presidente de la Universidad de Harvard, dijo que las mujeres podrían ser menos capaces en ciencias y matemáticas que los hombres. Eso provocó un escándalo, con feroces protestas y reuniones de emergencia ante una casi rebelión entre los poco rebeldes profesores de esa institución, donde Summers insistió en que habían sacado de contexto el comentario y, a duras penas, se disculpó (algo casi imposible para él, según gente que lo conoce), pero ni eso logró detener el escándalo y al final se vio obligado a renunciar.
Vale señalar que hasta donde se sabe, ninguna mujer estaba a cargo de diseñar y promover las políticas económicas que él y otros hombres tan sabios promovieron todos estos años que, al final resultaron en la peor crisis desde la gran depresión.