Usted está aquí: miércoles 19 de noviembre de 2008 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ La jugada política de Encinas

■ Fuera del PRD, un movimiento que crece

La carta que se jugó ayer Alejandro Encinas resulta, a todas luces, mucho más peligrosa que el rompimiento tan esperado con el grupo entreguista de los chuchos.

Se trata, a simple vista, de la validación, del reconocimiento de una acción que no convalidará la militancia y que sólo obedece a las presiones y los intereses de los grupos que pretenden las migajas de un pastel que ya está repartido, pero la jugada en el fondo resulta mucho más interesante de lo que se quiere ver, y supone una estrategia que, por obvia, se ha olvidado.

Hace cuando menos dos años se inició, fuera o en paralelo al PRD, un trabajo, pueblo por pueblo, ciudad por ciudad, que miraba ya hacía el desastre perredista que hoy preocupa a mucha gente, dentro y fuera de ese partido, y que podría conjuntar a la mayor fuerza política de que se tenga idea en los últimos tiempos.

Más de un millón de personas estarían afiliadas, a la fecha, por convicción, al frente construido a partir del fraude electoral de 2006, que ha dejado al país en la muy lamentable situación que hoy se vive.

Ese movimiento, por más que se quiera, no pertenece del todo al PRD, más bien se podría decir que buena parte de la gente que lo compone está en franco desacuerdo con ese organismo, aunque, la verdad sea dicha, muchos, quizá la mayoría, sienten a ese partido como suyo, y han trabajado y hasta arriesgado la vida por defender sus colores.

En otras palabras, abajo, entre la gente aún existe el PRD, pero ligado, eso no hay que dudarlo, al frente construido por López Obrador, y con ella conviven otros sin partido que se han convertido en los críticos más fuertes del perredismo, pero que siguen las acciones de resistencia al gobierno federal que comanda el mismo López Obrador, y una gran cantidad de ellos se asienta en la ciudad de México.

De esa manera, el debate por el PRD parecería carecer de importancia. Unos se quedarán con una dirigencia vacía de militancia, aunque con alguna clientela, y el resto del partido seguiría, como hasta ahora, dentro de las filas del movimiento popular que se ha construido poco a poco, durante dos años, o más, como ya dijimos.

Lo difícil de dilucidar en esta circunstancia, que ya está dada –el rompimiento es un hecho que no habrá de señalarse en comunicado oficial–, son las reglas con las que habrá de establecerse el juego político. Los próximos candidatos a las delegaciones políticas, y a las diputaciones locales, en el caso del DF, deberán decidirse a partir de encuestas confiables, pero habrá que ver quién las paga, porque por allí es por donde se cuelan los fraudes, y la administración de los dineros es algo de mayor importancia, porque en el PRD hay un grupo del que todo el mundo sabe de qué pie cojea.

Por lo demás no hay discusión, la estructura que hoy tiene el FAP, donde ya no cabe una parte del PRD, cuenta con la estructura más importante que tenga cualquier partido político en el país. Eso sí lo saben quienes realmente administran México, y la verdad, están preocupados. Los demás fingen demencia.

De pasadita

Después de muchos intentos por llevar la fiesta en paz, la comunicadora Norma Patiño, quien denunció en este espacio que la diputada panista por Yucatán Lizbeth Medina le cobraba 3 mil pesos mensuales por darle trabajo en la Cámara de Diputados, ha decidido recurrir a las instancias legales para obligar a la legisladora a darle lo que le corresponde por haberla despedido del empleo sin la indemnización que le corresponde por ley.

Es decir, la diputada le quitaba dinero mensualmente de su salario, pero además la corrió del empleo sin avisarle y sin dinero. La acusación, como ya hemos señalado aquí mismo, está perfectamente documentada, lo malo es que vivimos en la época de la impunidad azul, o panista, como usted quiera, y la justicia es apenas una entelequia. Ni modo.

 
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