■ Sometió con calidad de espíritu a los monstruos que halló en su vida: Rodríguez Lascano
Presentan Travesía a Ítaca, recorrido por la militancia de Raúl Jardón
■ Es un repaso del activismo del comunicador desde los años 60 hasta su acercamiento al movimiento zapatista
■ Tiene el poder de no dejarte dormir, afirmó el poeta Leopoldo Ayala
Como en Ítaca, poema de Constantino Cavafis, el activista y comunicador Raúl Jardón encontró monstruos en sus recorridos por la vida, pero siempre tuvo la “calidad de espíritu” para ponerse por encima de ellos.
De ese modo lo planteó Sergio Rodríguez Lascano, economista y director de la Revista Rebeldía, durante la presentación del libro Travesía a Ítaca. Memorias de un militante de izquierda: del comunismo al zapatismo (1965-2001), de Raúl Jardón, quien nació en 1950 y falleció el pasado 2006.
Editado por el Grupo Editorial Cenzontle, el libro de Jardón, que cuenta con un prólogo del propio Rodríguez Lascano y un “No epílogo” del subcomandante insurgente Marcos, fue comentado la noche del pasado viernes en El Rincón Zapatista, en la colonia Obrera.
Travesía a Ítaca es un recorrido por la militancia diversa de Raúl Jardón, desde los años 60, pasando por el 68, el 71, las luchas obreras y campesinas, y su trabajo en Radio Educación, hasta su acercamiento al movimiento zapatista.
Rodríguez Lascano agregó que la experiencia militante de Jardón “revela la posibilidad de trabajar, militar, construir algo nuevo, siempre con una perspectiva humana”.
Destacó la importancia de Itaca, de Cavafis, para el título del libro y para la vida del mismo autor. Y luego de leerlo, Rodríguez Lascano comentó: “Efectivamente, Raúl atravesó su vida pobre y encontró en esas Itacas toda la riqueza de una experiencia de vida. Desde luego, Raúl conoció a cíclopes y lestrigones, y a malvados Poseidones, no tan sólo en el otro campo, incluso también en el que él pensaba que era su campo. Pero siempre tuvo la calidad de espíritu para ponerse por encima de esos monstruos”.
Habló de la sabiduría de Jardón y de su firmeza de principios: “Flexible con los demás, inflexible con él mismo. Enemigo del cinismo moderno en el cual todo se vale, lo mismo que de la fatalidad y de la resignación. La militancia entendida por él siempre fue una forma de vida, una razón de vida, la vida misma”.
Militante y testigo
Leopoldo Ayala, poeta, profesor politécnico y ex militante del movimiento del 68, mencionó textos de Pedro Garfias, Edgar Allan Poe, Mayakowsky, Cervantes y León Felipe.
Y le “preguntó” a Raúl, en segunda persona, por qué ese hablar de poesía. “Porque tú, a pesar de todo, eras y sigues siendo un poeta”, respondió el propio Ayala en referencia a la ubicación de la poesía entre la locura y la inteligencia más sublime.
“Raúl Jardón encontró dos venas: la de la militancia y la del reportaje, del testimonio, de la observancia del transcurrir de los hechos que iba dejando poco a poco, en todas partes donde se paraba: un escrito, una colaboración periodística, un programa de radio, o su propia palabra. Y en el fondo ese poeta que son todos los reporteros que cumplen verdaderamente.”
Ayala, quien confesó que Travesía a Ítaca “tiene el poder mágico de no dejarte dormir”, agregó que la otra vena de Jardón fue la militancia directa. “Él se dio cuenta, como muchos de nosotros, de la verdad de los verdaderos.” Y luego habló del “hombre nuevo” y dijo que existe, en los compañeros del 68, en Cuba o con los zapatistas de Chiapas.
La narración que no se ve
Lev Jardón, hijo de Raúl, comentó sobre esas memorias de su padre: “El libro trata de contribuir con una experiencia vital, de lucha, con una serie de procesos que le tocó vivir. Y junto a él, a mucha gente sencilla, común y corriente, que haciendo grandes sacrificios marcó una etapa, de un pedacito de la historia, de las luchas del pueblo mexicano”.
Dijo que hay una continuidad de luchas del pueblo mexicano. “Ahí donde el poder traza una idea de que atrás siempre ha estado todo tranquilo, o de que en el presente está todo tranquilo, siempre hay otra narración, de la gente y sus luchas, que no se ve.”
Lev Jardón señaló que vale la pena voltear a ver esta travesía, “no para añorar el pasado ni para tener nostalgia de lo que pasó, sino sobre todo para alimentar nuestra rabia presente, y que esa rabia haga tambalear al poder”.