Usted está aquí: sábado 15 de noviembre de 2008 Cultura Dos sopranos, en pleno vuelo, liberan el arte operístico para que el público sueñe

■ Estrenan el divertimento lúdico Operaérea, dirigido por César Piña

Dos sopranos, en pleno vuelo, liberan el arte operístico para que el público sueñe

■ Se trata de acercar a los niños y sus familias al bel canto, indica el director del montaje

■ Participación en vivo de la Sinfónica de la Universidad Autónoma de Hidalgo en la primera función

■ El género no debe permanecer a la zaga ante el vértigo de lo visual, dice Verónica Alexanderson

Mónica Mateos-Vega

Ampliar la imagen Ensayo de la puesta en escena que se divide en cinco momentos: hechizo, sueño, deseo, aire y vuelo, en la que participan las cantantes Lourdes Ambriz (derecha) y Verónica Alexanderson Ensayo de la puesta en escena que se divide en cinco momentos: hechizo, sueño, deseo, aire y vuelo, en la que participan las cantantes Lourdes Ambriz (derecha) y Verónica Alexanderson Foto: Daniel González

La magia que aparece en el escenario cuando las sopranos Lourdes Ambriz y Verónica Alexanderson “vuelan” entre telas multicolores no proviene de las luces ni de los bailarines acróbatas que las acompañan en los aires, sino de las voces de esos cuerpos que giran y se columpian sin que su canto pierda un ápice de sonoridad y belleza.

Los más conservadores pensarán que es una locura interpretar arias de ópera colgados de un par de cables y quizá tengan un poco de razón: el espectáculo titulado Operaérea es un divertimento, manifiestan con certeza sus creadores, colmado del espíritu lúdico que a veces parece huir de los foros donde se presenta el bel canto.

Con dedicatoria especial para los niños, a quienes no es necesario dar mayores explicaciones para que se entreguen al disfrute de las sorpresas que escucharán mientras miran las coreografías aéreas que realizan Ambriz y Alexanderson, la puesta en escena está dirigida por César Piña y se estrena este sábado en el teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque (Paseo de la Reforma y Campo Marte, atrás del Auditorio Nacional, Bosque de Chapultepec).

Por la ruptura de paradigmas

Operaérea se divide en cinco momentos: hechizo, sueño, deseo, aire y vuelo, mediante los cuales se interpretan los más hermosos duetos para soprano y mezzosoprano de obras como Lakmé, El caballero de la rosa, Stabat Mater, Madama Butterfly, Sansón y Dalila, Rigoletto, Las bodas de fígaro, Hansel y Gretel, El niño y los sortilegios y La traviata, entre otras.

Se trata, explica el director escénico, de acercar a los pequeños y a las familias a un mundo que a veces es rechazado porque se piensa que sólo consiste en personas que gritan en el escenario.

La ópera, en este montaje, establecerá una empatía con el espectador a través de lo visual, por ello no narra una historia, “es sólo la música la que transporta al público a otras dimensiones”.

Si bien la participación en vivo de la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Hidalgo, dirigida por Armando Vargas, será sólo en la función de estreno, las siguientes presentaciones están pensadas para entrelazar el goce de escuchar las excelentes interpretaciones de las sopranos con la diversión de todo lo que ocurre cuando ellas inician el vuelo y se transforman, más que en aves, en ángeles, hadas o estrellas de fuego.

“Es cierto, estamos un poco locos”, señala Ambriz, “pero el resultado es un espectáculo operístico de calidad para niños y jóvenes que, hasta donde sabemos, nunca se había realizado”, si bien en algunos de los montajes en lo que ha participado ya había aparecido, unos momentos, suspendida de un arnés y cables.

“Hay que romper paradigmas”, añade entusiasmada Verónica Alexanderson, pues “a diferencia del cantante de ópera que debe estar en tierra firme, al ‘volar’ la voz está libre; así lo percibo. El entrenamiento para montar cada escena es diferente, es como aprenderse una coreografía, lo de menos es cantar, pues el reto consiste en conservar la expresividad a pesar de estar tratando de mantener en equilibrio el peso del cuerpo.

“Aquí está nuestra propuesta: el bel canto no se puede quedar atrás ante el vértigo de lo visual que presentan otro tipo de espectáculos.”

Luces, poesía y multimedia

El divertimento operístico-acrobático se escenificará únicamente los días 15, 16, 22 y 23 de este mes, “es una pena que sea tan corta la temporada, pero es muy costosa la producción”, reconoció Marisa Giménez Cacho, directora del Programa de Teatro para Niños y Jóvenes de la Coordinación Nacional de Teatro del Instituto Nacional de Bellas Artes.

César Piña puntualizó que, a diferencia de algunos cantantes de ópera que en su intento por acercar ese género al gran público ofrecen propuestas comerciales, “como duetos o tríos que resultan un fiasco”, en Operaérea “tratamos de no perder la esencia operística, respetarla, pero literalmente, dejando volar la imaginación visual.

“No queremos parecernos al Cirque du Soleil, sino ser simplemente lo que somos: ópera aérea.”

Durante los 60 minutos que dura la puesta en escena, las dos sopranos protagonizan 18 números con igual cantidad de cambios de vestuario, acompañadas por juegos de luces y poesía que aparecen en soportes multimedia, así como trapecios, niños jugando “y otras sorpresas”, prometen.

El divertimento operístico Operaérea se presenta únicamente los días 1cuatro días de noviembre señalados. a las 12 horas en el teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque e invita al público mediante estos versos del poeta y premio Nobel de literatura chileno Pablo Neruda: “¿Qué voy a hacer para cantar el canto,/ el plumaje, la luz, el poderío/ de lo que vi volando sin creerlo/ o escuché sin creer haberlo oído?”

 
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