■ Intentó convencer al líder de las FARC de que llegara a acuerdo con Andrés Pastrana, dice
Marulanda creía en una inminente acción de EU en Colombia, según libro de Fidel Castro
■ El jefe guerrillero entendió que perdió una ocasión histórica al no asistir a San Vicente del Caguán
■ Tirofijo preparaba una ofensiva final para “dividir al país en dos” y tomar el poder en departamentos
Ampliar la imagen El Consejo Supremo Electoral ratificó ayer que el gobernante Frente Sandinista ganó los comicios del domingo en Managua, tras un recuento de votos realizado sin observadores ni fiscales del opositor Partido Liberal. El candidato sandinista a la alcaldía de la capital de Nicaragua, el ex campeón mundial de boxeo Alexis Argüello, obtuvo 51.32 por ciento de los sufragios contra 46.58 por ciento de Eduardo Montealegre. Según datos preliminares, el sandinismo ganó 91 de las 146 alcaldías en disputa y en 50 triunfaron los liberales. En la imagen, simpatizantes sandinistas celebran la victoria en Managua Foto: Reuters
La Habana, 13 de noviembre. Cuba intentó convencer a Manuel Marulanda de que llegara a un acuerdo de paz con el gobierno de Andrés Pastrana en 1999, pero el entonces líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) creía en una inminente intervención de Estados Unidos y quería emplear el diálogo para ganar tiempo y preparar una guerra prolongada, que podría incluir una “lucha continental”, según documentos desclasificado esta semana de los archivos cubanos.
El diálogo entre las FARC y Pastrana, iniciado en una zona despejada por el ejército en San Vicente del Caguán y otros cuatro municipios, que duró tres años, “fue el momento en el que más posibilidades hubo de avanzar” hacia un acuerdo de paz, dijo el interlocutor directo de Cuba con la guerrilla colombiana en ese momento, José Arbesú.
Los documentos aparecen en el libro de Fidel Castro La paz en Colombia, que incluyen testimonios del ex mandatario.
También confirman que ese mismo año, en Costa Rica, la guerrilla discutió con Estados Unidos un plan antinarcóticos, sobre lo cual ironizó Castro: “¡Para solicitarle tal ‘cooperación’ las FARC no eran terroristas!”
En la presentación del volumen, Arbesú, el principal operador de las relaciones con el hemisferio dentro del Partido Comunista, dijo que en San Vicente del Caguán ambas partes cometieron un “error de apreciación”: Pastrana pensó que la isla tenía más influencia sobre la guerrilla y las FARC suponían que, anteponiendo una razón de Estado, La Habana iba a favorecer al gobierno colombiano.
Castro dedicó 50 de las 265 páginas del libro a transcribir testimonios sobre los orígenes y el historial político de Marulanda. Después incluyó los documentos sobre San Vicente del Caguán y concluyó que el ex líder de las FARC “comprende las realidades del país y de la época que le tocó nacer. Estaba lejos de ser el bandido y narcotraficante que se empeñaron en presentar sus enemigos”.
Los papeles hablan de un plan de viaje del jefe de las FARC a Cuba, pero no hay constancia de que la visita se haya producido.
El libro muestra que, a pesar de sus relaciones y afinidades ideológicas, el gobierno cubano y las FARC acentuaron sus diferencias al presentarse el proceso de diálogo con Pastrana.
Uno de los documentos desclasificados es un informe de Marcos Calarcá, entonces vocero internacional de las FARC, del 24 de julio de 1998.
Calarcá decía que Marulanda estaba convencido de la intervención militar de Estados Unidos; que eso cambiaba el escenario y las FARC necesitaban prepararse para “resistir el impacto”; que se proponían cumplir tres o cuatro rondas “y salir de las negociaciones con buena imagen y ganando el tiempo necesario”. Que tenían “preocupación” por las declaraciones cubanas de la época en contra de la vía armada.
Otro documento concluye que las FARC “consideran clave la presencia y el papel de Cuba para los fines de contrapesar las presiones de los restantes gobiernos coauspiciadores del diálogo, entre los que se encuentran México, Venezuela, España y Costa Rica”.
En enero de 1999, Arbesú asiste a San Vicente del Caguán como invitado al acto inaugural del diálogo y de ahí sale a la zona guerrillera para reunirse con Marulanda, quien estuvo ausente de la ceremonia, desairando a Pastrana.
Según el informe del enviado cubano, el líder de las FARC explicó su ausencia diciendo que no se había comprometido a asistir y, además, corría riesgos de seguridad. Que no quiso humillar al presidente y lo importante era que el diálogo había empezado.
“Marulanda, ante nuestros argumentos sobre la importancia de su presencia, comprendió que perdió una ocasión histórica de presentarse al mundo y dijo que éste era un largo proceso” y ya tendría otra oportunidad, reportó José Arbesú.
Según el informe, el líder de las FARC cree que Pastrana tiene “buena voluntad”, pero que carece de fuerza para someter a los paramilitares y a sus aliados; que la única forma de presionarlo es “continuar la guerra”.
“Si bien nosotros podemos contribuir y ayudar en ambas partes, sugerimos mantener una posición muy prudente y de un perfil discreto”, dice Arbesú en sus conclusiones. “Mucha gente, incluyendo el gobierno colombiano y sus medios de comunicación, nos quieren comprometer en un papel de mediadores o facilitadores, sobredimensionando nuestra influencia sobre la guerrilla”.
Pastrana habla con Castro en La Habana en enero y luego en Caracas en febrero. Los cubanos comparten información con ambos lados. Arbesú vuelve a las montañas a ver a Marulanda. Éste insiste en que el presidente está “aislado”. El líder guerrillero “no expresó ningún juicio sobre la posibilidad de una solución negociada, si era posible, factible o probable”.
Seguir “de frente”
Marulanda confía al enviado cubano que prepara una “ofensiva final”. Dividiría al país en dos, tomaría el poder en algunos departamentos y se seguiría de frente. La intervención de Estados Unidos “dará la posibilidad de convocar a una lucha continental y a pedir ayuda a los revolucionarios de otros países”.
Arbesú informa que “razonamos largamente” sobre la intervención estadunidense. “Explicamos otras experiencias en el continente y que la coyuntura internacional es totalmente diferente a como él la veía”.
“Insistimos”, dice Arbesú, “en que no se le podían pedir más concesiones a Pastrana, que quizás con él se podría lograr la solución sui géneris de que se habla en el mensaje (al parecer, de Castro). Que a partir de la situación internacional tan complicada, una solución decorosa sería ganancia para todos; que incluso una victoria sería muy difícil de sostener; que el mundo está al borde de una crisis económica muy seria y que puede ser definitiva. Que ganar tiempo es oro”.
El enviado cubano le dice al líder de las FARC que la prolongación del despeje militar se debe a los contactos de Castro con Pastrana. Que “una América Latina sin Colombia no es concebible y una nueva Cuba ahora no es posible”. Arbesú le precisa a Marulanda que le está transmitiendo opiniones del presidente cubano.
Castro subraya que en 1999 Cuba “venía esforzándose por encontrar una solución para Colombia, en vista de las circunstancias enteramente nuevas que allí se habían creado décadas después del triunfo de la revolución cubana”.
La reunión de Raúl Reyes –muerto en el ataque colombiano a Ecuador en marzo pasado– con un funcionario de Estados Unidos en Costa Rica era conocida, pero los documentos cubanos muestran que fue exitosa, a tal punto de que se convocó a una segunda ronda en México.
Ahí se discutiría un “plan piloto en un municipio para la sustitución del cultivo de la coca por otros”, con respaldo del gobierno colombiano y financiamiento de Washington.
No ha trascendido el seguimiento de esos contactos. El proceso de San Vicente del Caguán fracasó en 2002.