■ Benedicto XVI le había solicitado su renuncia por “motivos graves”, pero jamás aclarados
Reinstalan como obispo auxiliar de Morelia al prelado Carlos Suárez
■ Las razones de la decisión quedaron en reserva, protegidas por el llamado “secreto pontificio”
La 86 asamblea del Episcopado Mexicano fue “atípica” no sólo porque por primera vez en ella participaron de manera activa los laicos o porque el presidente Felipe Calderón –también en su calidad de “laico”–, fue invitado por la jerarquía católica, sino porque por primera vez en la historia contemporánea de la Iglesia en México se dio la bienvenida a un obispo, Carlos Suárez Cázares, a quien hace dos años el mismo papa Benedicto XVI le había solicitado su renuncia por “motivos graves”, pero nunca aclarados con el pretexto del “secreto pontificio”.
Hoy, también sin ninguna explicación pública, el prelado que estuvo sujeto a una investigación de dos años fue reinstalado como obispo, pero ya no como titular de una diócesis, sino como auxiliar de la arquidiócesis de Morelia y de su “amigo”, el arzobispo Alberto Suárez Inda, también vicepresidente de la CEM.
Los motivos que dieron pie a la decisión extrema del Vaticano de pedirle su renuncia, decisión inédita para la Iglesia de México, han sido resguardados celosamente por la jerarquía católica; pero también se comenta que ninguno de ellos fue por cuestión doctrinaria.
Así, la población de la diócesis de Zamora, Michoacán, donde sirvió como obispo durante 12 años; ni la de Morelia, Michoacán, donde ahora estará trabajando, sabrán con certeza las razones de ninguna de las decisiones de destituirlo y después reinstalarlo.
El obispo auxiliar de Guadalajara, José Trinidad González Rodríguez, a pregunta expresa sobre el tema reiteró que estaba protegido por el “secreto pontificio”, pero reconoció que la Iglesia católica es “santa y pecadora” y que sus integrantes no son “una congregación de ángeles”. Subrayó que “la Iglesia está conformada con seres humanos, unos santos y otros no tanto”.
En la última conferencia de prensa de la 86 asamblea plenaria, el obispo González dijo que tras la investigación correspondiente, el Vaticano “no encontró” motivos para destituirlo, y como suele pasar en la esfera civil, también aquí se dio el “usted dispense”. Sin embargo, algunos obispos mostraron su sorpresa por la inesperada decisión de Roma de reinstalar a Suárez Cázares.
Al presentarse nuevamente en la asamblea, el prelado reinstalado fue recibido por sus “hermanos obispos” con un fuerte aplauso. De manera inusual, tras el anuncio hecho desde el Vaticano el pasado 4 de noviembre, el arzobispo moreliano Suárez Inda, de manera inmediata emitió un comunicado dando la bienvenida y anunciando que depositaba en él la responsabilidad de las asociaciones y movimientos apostólicos de laicos, familias y jóvenes. Cuando se dio a conocer su destitución, en diciembre de 2006, Suárez Cázares ya no se encontraba en Zamora, pues se había alejado en forma anticipada de sus funciones, dando a conocer una carta a la feligresía que decía:
“Dispondré de un tiempo suficiente para dedicarme a cuidar mi salud, en general buena, pero con 60 años encima, a leer y estudiar y, por supuesto a escribir, pues saben que me gusta hacerlo. Y lo principal: reforzar mi vida espiritual y mi vocación”.
Y añadía: “Soy consciente de mis limitaciones y omisiones, y espero comprensión y su buena voluntad”.