■ Futureman arrancó efusivo aplauso con el solo interpretado en el instrumento que inventó
Béla Fleck y The Flecktones hizo gala de virtuosismo y sentimiento
■ Mezcla de jazz y funk, el grupo estadunidense ofreció un adelanto de la fiestas decembrinas con su Feliz Navidad
■ La música, forma en la que expreso la vida, dijo Victor Wooten
Ampliar la imagen Béla Fleck mostró su destreza con el banjo Foto: Roberto García Ortiz
El sonido diáfano del drumitar (percusión y guitarra a la vez) se esparció el pasado lunes por todo el Salón Vive Cuervo, rasgado-percutido por el inventor, músico y compositor conocido como Futureman (Roy Wooten), quien siempre ha tratado de transmitir emoción y sensibilidad. Un aplauso siguió al solo interpretado en ese instrumento que inventó. El aplauso y el ruido crecieron cuando entraron en escena el flautista Jeff Coffin, el bajista Victor Wooten y el líder Béla Fleck. Lo que siguió fue una muestra de armonía y melodía, velocidad y precisión.
Fue el principio del concierto del cuarteto Béla Fleck and The Flecktones, cuyos integrantes son virtuosos. Earth y Sex in a Pan, temas iniciales, plantaron al grupo de Estados Unidos.
El salón no se llenó, pero los gritos no cesaron. Cuando Wooten tocó con su bajo Bosque noruego, de The Beatles, algunos pidieron silencio, pero varios, emocionados por lo que se veía y oía, no pudieron contenerse.
“¡Victor, Victor, Victor...!” Y el bajista agradeció con más música en Silent Night/ Sleigh Ride y Future. En un momento que fue el adelanto de las fiestas de fin de año, Béla dijo: “Feliz Navidad”. Y el tema se escuchó, pero a su modo, mezcla de jazz, funk. Por instantes la melodía famosa se asomaba a la inventiva.
Future y Plod fueron el ascenso, una pausa para la genial Lovers Tango, hasta Hurricane, Sleeper y The Sinister Minister, para en el encore dedicar Shanti. Fue una noche alegre.
Clínica en el Cenart
Al medio día del mismo lunes, en el Centro Nacional de Artes (Cenart), Béla dio cátedra en el Auditorio Blas Galindo, lleno. Lo que salió del banjo dejaba boquiabiertos a varios.
En entrevista, expresó que el nivel de los asistentes a la clase fue bueno: “Hicieron muy buenas preguntas, pero en realidad no los escuché tocar”.
Sobre el público mexicano dijo: “A la gente le gusta la banda, en todos los lugares donde vamos. En México, Argentina o España, los latinos en general, que hablan español, tienen un ritmo muy particular.
“No sé por qué pasa esto, pero tratamos de comprenderlo. Se conectan muy fácilmente. Mucho de la música latina es retomado por el jazz, y es la razón de que los latinos puedan entender este tipo de ritmos.”
–¿Qué música está creando?
–Hago un trío y mezclo música tradicional de la India con el banjo. También realicé un viaje por África, donde grabé algo, de lo que próximamente saldrá un disco, en 2009. Voy a llevar músicos africanos a Estados Unidos para hacer una gira en marzo.
Al tocar, afirmó, siente que está viviendo.“No sé si estoy tocando bien o mal. Saco muchas cosas y soy yo mismo. Es como cuando hablas, que sientes algo. Simplemente lo dejas salir. Pienso menos.”
Ha influido en niños y jóvenes para que se decidan a estudiar música. “Me encanta eso, porque demuestra que hay algo en común. Hay cosas malas que suelen interesar a unos niños; en otras palabras, si puedes hacer que las personas logren hacer realidad sus sueños, te das cuenta de que tú también puedes conseguirlo.”
Wooten hizo gala de su destreza y de sus ideas sobre la música. A los jóvenes allí reunidos les dijo: “Trasmitir las emociones de manera correcta muchas veces necesita técnica, y si no se tiene, uno se siente frustrado de no lograr decir lo que desea. Técnica y sentimiento son necesarios”.
Para refrendar lo dicho, predicó con el ejemplo. Tomó su bajo y de nuevo provocó la sorpresa y el goce colectivos.
Algunos que llegaron tarde plantearon temas que ya otros habían abordado, pero Wooten respondió con gentileza. “No es que le dé tiempo a la música, sino que ésta es algo que siempre estoy tratando de aprender. El lenguaje no está separado de la vida; está contigo todo el tiempo, donde vayas. Una cosa influye en la otra, porque en realidad son lo mismo. Una vez que la música se convierte en tu vida no necesitas estar todo el día con el instrumento, porque, en términos del lenguaje, no es tu boca.
“La música es la manera en la que expreso la vida; como el yin y el yang, son dos partes de un todo.”
“¡Oh!”, se exclamó por aquí y por allá.
–¿Cómo aprendió a tocar el bajo?
Respondió: “¿Cómo aprendiste a hablar español? ¿Cómo practicabas? Es lo mismo. No practicabas y básicamente te aventabas a hablar. Las cosas por las que la gente busca la música no se enseñan.”
Luego se fueron a comer para tocar en la noche en el Salón Vive Cuervo. Ayer se presentaron en Guadalajara.