Usted está aquí: miércoles 12 de noviembre de 2008 Política Siete empresarios rehusaron invertir por temor al hampa

Cárteles de la droga, controlados por sicarios: Rubido García

Siete empresarios rehusaron invertir por temor al hampa

Roberto González Amador (Enviado)

Monterrey, NL, 11 de noviembre. Los cárteles de la droga que operan en México son controlados “por el sicariato” de organizaciones criminales, “que no tienen visión empresarial sino de violencia”, aseguró Monte Alejandro Rubido García, secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Mientras tanto, el presidente de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV), Guillermo Prieto Treviño, informó que al menos siete industriales desistieron en meses recientes de realizar operaciones en el mercado accionario local por temor a que la delincuencia organizada pudiera actuar contra ellos o sus familias al hacerse públicos sus nombres.

En reunión con empresarios, Rubido García, ex secretario gereneral del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, planteó: “uno de los retos” que enfrenta la estrategia gubernamental de combate al crimen organizado es “lograr mayor acompañamiento social”; sin embargo, admitió que existe temor de la población a denunciar a los delincuentes.

“No hay acompañamiento social porque el crimen organizado ha logrado posicionar el tema con una estrategia que intimida a la población, como las decapitaciones y las narcomantas”, señaló al participar en el foro México, cumbre de negocios, reunión de tres días que concluyó este martes.

Hoy día, planteó, el tema “que más nos aterra” en torno al crimen organizado no es el narcotráfico o el narcomenudeo, sino la violencia derivada de esas actividades.

Se ha llegado a ese extremo, dijo, porque el crimen organizado ha tenido la habilidad, voluntaria o involuntaria, de posicionar el tema con gran precisión.

“Las decapitaciones o las narcomantas no tienen otro objetivo que, primero, marcar territorio ante bandas delincuenciales; segundo, intimidar a las corporaciones policiales; tercero, crear una contracultura hacia la delincencia; y, cuarto y más importante, ahondar las diferencias, abrir la brecha que de suyo existe entre sociedad y autoridades encargadas de procuración y seguridad.”

Los ejecutados, los decapitados de los últimos meses, no son miembros de la sociedad civil que de pronto van atravesando la calle, los detienen y los decapitan, añadió. Son parte de las bandas delincuenciales, y en ningún caso son asesinados mediante decapitación, “sino que primero les dan el tiro y luego los decapitan para exponenciar que el homicidio se convierta en un delito de alto impacto, que a su vez se traduce en terrorismo delictivo que mucho impacta en la ciudadanía”.

“Nosotros podemos estar conviviendo a lo mejor con la persona que está vendiendo la tacha o la grapa de droga en la esquina. Traemos un peligroso desgarramiento social que tenemos que combatir todos como sociedad”, expresó.

La bolsa o la vida

En el mismo foro, aunque en un panel diferente, Prieto Treviño dijo que el escalamiento de la violencia ha afectado no sólo los flujos de inversión hacia el país, sino que ha introducido una nueva variable al momento en que los empresarios deben tomar decisiones de poner una parte de su capital en la bolsa o acudir al mercado accionario en busca de financiamiento.

 
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