La recesión
La economía de Estados Unidos se sume en la mayor recesión de los últimos 25 años, y la expectativa es que la situación pueda llegar a convertirse en una depresión como la de los años 1930.
Los indicadores del desempeño de la economía en octubre recién terminado son negativos. El Departamento de Comercio estima que producto interno bruto cayó 0.3 por ciento en el tercer trimestre (con respecto al inmediato anterior), mientras en el segundo trimestre todavía había crecido 2.8 por ciento.
El Departamento del Trabajo emitió su informe sobre el empleo el 7 de noviembre, y las cifras de desempleo aumentaron de modo notorio. En octubre se perdieron 240 mil puestos de trabajo; 90 mil de ellos en el sector de las manufacturas, para acumular 200 mil plazas menos en los últimos tres meses; en la construcción se perdieron 49 mil, para llegar a 100 mil puestos perdidos en el mismo lapso.
En lo que va del año se han cancelado en total un millón 200 mil empleos. Así, la tasa de desempleo llegó a 6.5 por ciento, la mayor desde marzo de 1994. El número de personas desempleadas es de 10.1 millones. La tasa de desempleo seguirá creciendo en los próximos meses y se estima que pueda llegar a 8 y hasta 10 por ciento.
La confianza de los consumidores se derrumba y con ella el gasto en consumo. Las ventas al menudeo, según las cifras oficiales, cayeron 1.2 por ciento en septiembre con respecto al mes anterior, y 1.4 por ciento en términos anuales. Los datos de las cadenas de tiendas indican que en octubre el nivel de las ventas sería el peor de los últimos 35 años, las proyecciones para la época de Navidad son muy pobres. Esto es un síntoma claro de la fuerte contracción económica que está en curso.
Un indicador sectorial del frenazo de la actividad económica es la venta de autos. En octubre cayeron 32 por ciento, mientras en el caso de los vehículos utilitarios bajaron 42 por ciento, los peores registros en 25 años.
General Motors, la empresa más grande de esta industria, anunció que enfrenta graves problemas por la falta de suficiente capital de trabajo, lo que podría llevarla a la quiebra en el primer trimestre del año. Con esto, suspendió los planes de fusión con Chrysler, mientras Ford exhibe también grandes pérdidas.
Este es uno de los canales por los que se transmite la crisis a la economía mexicana, y ha empezado ya a sentirse el efecto en el cierre de plantas y la pérdida de empleos. La industria automotriz representa casi 17 por ciento del total del producto manufacturero y casi 4 por ciento de la producción total; además, da cuenta de una parte relevante de las exportaciones.
En todo caso, la recesión estadunidense afectará de modo adverso la dinámica exportadora mexicana, incluyendo al petróleo, cuyo precio permanecerá bajo por la menor demanda, y a los servicios, como el caso del turismo. La situación de las remesas estará ligada con la dificultad para encontrar trabajo en Estados Unidos, sobre todo con el estancamiento de la construcción.
La bolsa de valores de Nueva York perdió 39 por ciento de su valor entre octubre de este año y de 2007. Esto significa que se han borrado alrededor de 6 billones de dólares en los 10 últimos meses. La volatilidad sigue siendo el rasgo dominante en los mercados de capitales, con una franca tendencia a la baja.
Esto no se ha remontado y se sigue a la espera de que se aplique el programa de rescate de 700 mil millones aprobados hace unas semanas por el Congreso de Estados Unidos. La asignación de estos recursos entre los bancos y otras empresas financieras empieza a ser competido por otros negocios, como es el caso de la demanda de acceso a la liquidez que ha hecho General Motors. Hasta ahora no se han definido las condiciones mínimas que restablezcan las corrientes de financiamiento entre los bancos y hacia las empresas.
Será necesario un paquete de estímulo adicional para evitar que se contraiga más el crédito, la producción, el consumo y las ventas. Esta es una parte relevante del periodo de transición que ya está en curso entre las administraciones Bush y Obama.
La próxima conferencia del Grupo de los 20, citada por Bush para atender las condiciones globales de la crisis, ocurre en un momento en que el liderazgo estadunidense está en tránsito. Se han creado expectativas de que de ahí pueda surgir un acuerdo del tipo de Bretton Woods para crear un nuevo sistema financiero internacional, como ocurrió en 1944.
Esta perspectiva puede estar sobrevaluada, las condiciones internacionales son muy distintas a las del fin de la Segunda Guerra Mundial. Los consensos políticos no son claros y las discrepancias económicas son muy grandes. No obstante, una nueva organización financiera es ineludible para restaurar las condiciones que permitan contener la fuerza de la recesión y evitar una depresión.
En este entorno quedan en entredicho las prácticas en curso para definir y aplicar las políticas públicas, así como las ideas y teorías económicas que hoy todavía prevalecen en las escuelas y en los centros de decisión. También habrá que superar esa recesión intelectual.