■ Expertos evitan su extinción pero ahora enfrentan ese otro reto
Se aproxima la liberación del lobo gris mexicano, anuncian
■ La especie, en cautiverio, pues en 1970 sólo había seis ejemplares
Ampliar la imagen Cachorros del lobo mexicano en el zoológico de Chapultepec Foto: Archivo La Jornada
Después de tres siglos de persecución, a finales de la década de los 40 los ganaderos nacionales y estadunidenses le declararon la guerra al lobo gris mexicano e iniciaron una campaña de exterminio, que consistía en el uso de un veneno espolvoreado en carne llamado 1080 (monofluoroacetato de sodio).
En 1970, esta subespecie de lobo gris, que históricamente habitaba en el sur de Estados Unidos y entre las sierras Madre Oriental y Occidental de México, estaba prácticamente extinta por lo que, cinco años más tarde, los gobiernos de México y Estados Unidos formaron el Comité Internacional para la Recuperación del Lobo Mexicano el cual, a partir de la captura de seis ejemplares, inició su reproducción en cautiverio.
Hoy, después de más de 30 años de esfuerzos conservacionistas, científicos mexicanos anuncian que se está aproximando la hora de liberar lobos en México y retornarlos a su hábitat. Sin embargo, advierten que el principal obstáculo para que esta acción se lleve exitosamente a la práctica sigue siendo su tradicional enemigo, el ser humano, particularmente, el ganadero.
Rodrigo Medellín Legorreta, investigador del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) explicó que si bien ya se está acercando el momento de liberar lobos en nuestro país, todavía hay algunos detalles que afinar antes de dar ese paso, el cual no carece de riesgo para el futuro de este mamífero.
Uno de los problemas que se debe solucionar antes de que el lobo regrese a su medio silvestre es acabar con la mala reputación que este animal ha ido adquiriendo a lo largo de los siglos. Al haber desaparecido la presa natural del lobo, éste no tuvo otra opción que comer animales de granja para sobrevivir, con lo cual se enfrentó con los ganaderos. Si a esto le sumamos los relatos escalofriantes sobre lobos que la literatura y el cine han difundido a lo largo de su historia, el cambio de opinión que se tiene de esta especie es un gran reto para los conservacionistas.
“El lobo tiene un estigma muy profundo en la mente de los mexicanos, la gente no lo quiere porque lo relaciona con lo maligno. Entonces antes de liberar lobos tenemos que resolver primero el problema de su mala reputación que, aunque injustificada, existe. La gente aún no acepta a los lobos como componente importantísimo de los ecosistemas templados del norte de México”.
Actualmente existen unos 350 ejemplares de lobo mexicano y, desde hace una década, en Estados Unidos se han empezado a reinsertar en zonas controladas. Hasta la fecha se han liberado 91 ejemplares y se calcula que hoy viven 52 en libertad. Sin embargo, Medellín considera que en México aún nos faltarían tres o cuatro años para poder comenzar a liberar los lobos y, en ese lapso, urge desarrollar un programa de educación ambiental más activo que el que ahora existe, en donde se difunda información eficiente y veraz sobre la importancia del lobo.
Además, agregó, hay que llegar a consensos con los dueños de las tierras en donde se libere al lobo, incorporarlos al programa de recuperación y corresponsabilizarlos de que ésta especie tenga disponible sus presas naturales y, para ello, deberán controlar o eliminar la cacería de venados, berrendos o jabalíes. Este animal, teniendo su presa natural, no recurre al ganado.
Para efectuar esta acción, ya se identificaron seis zonas donde existe el nicho ecológico para liberar lobos: cuatro en la sierra Madre Occidental (Chihuahua, Sonora, Durango y Zacatecas) y dos en la Oriental (Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas).
Un aspecto preocupante, sostuvo el especialista, es la diversidad genética de los lobos liberados. “Como el programa de recuperación inició con un grupo muy pequeño, entonces el nivel de endogamia es elevado, y ésta sólo se reduce teniendo otro grupo de este mamífero que pudiera aportar sangre nueva”.