■ Subrayan su talante de explorador profundo del México antiguo y humanista comprometido
La poesía enmarcó el homenaje al escritor Rubén Bonifaz Nuño por sus 85 años
Ampliar la imagen El poeta y académico Rubén Bonifaz Nuño, flanqueado por Teresa Franco, directora del INBA, y José Narro, rector de la UNAM, al recibir la Medalla de Oro de Bellas Artes, anteanoche en el Munal Foto: Luis Humberto González
Cuatro poetas, un narrador, una pianista, un rector y una funcionaria cultural intervinieron en el homenaje al poeta Rubén Bonifaz Nuño para celebrar sus 85 años de vida, en una ceremonia en la que la poesía fluyó tanto desde el festejado como desde las voces de Juan Gelman, Eduardo Lizalde y Marco Antonio Campos, lo que por momentos se convirtió en un recital.
Durante el tiempo para la prosa, en el salón principal del Museo Nacional de Arte todos destacaron la pasión por la vida y la trayectoria de Bonifaz Nuño (Córdoba, Veracruz, 12 de noviembre de 1923), como traductor de los clásicos griegos y latinos, como explorador profundo del México antiguo, como humanista comprometido con el país, la sociedad, la cultura popular y la defensa de la dignidad, como académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), como funcionario cultural y creador de instituciones.
Pero sobre todo, hablaron del poeta innovador y singularísimo que es Bonifaz Nuño –sin renunciar nunca a su vertiente clásica–, pues ha logrado crear una obra que conjuga, como pocas, una apariencia de sencillez con un trasfondo de complejidad, perceptible sólo por los más profundos conocedores del arte de la poesía.
Luz que sombras no conoce
Es “un clásico que ha estudiado a los clásicos”, sintetizó el rector de la UNAM, José Narro Robles. Es uno de los poetas más importantes no sólo de México sino del mundo de habla hispana, coincidieron en afirmar los demás, incluida Teresa Franco, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), quien esa noche le entregó la Medalla de Oro de Bellas Artes.
El propio poeta manifestó su alegría por el “regalo” que le significaba el homenaje de la UNAM y el INBA, y expresó que experimentaba “sentimientos de orgullo y de humildad”. Luego vino un largo aplauso y la proyección de un video sobre su vida y obra.
Y durante el tiempo para la poesía, Gelman dijo: “No conozco en lengua castellana otra (poesía) que interrogue de manera tan genial esa materia de oscura necedad que somos”, y luego leyó un poema en el que le dijo a Bonifaz Nuño “¡Salud hermano!” y habló de la palabra “donde el fulgor es más dolido”.
Eduardo Lizalde, luego de llamarlo brújula de una generación, de destacar su “irrepetible ritmo verbal” y el “variadísimo lenguaje de su habla libérrima”, así como su potencia y originalidad, leyó de su libro La zorra enferma un poema que habla de una luz en la mano, una “luz que sombras no conoce”.
Marco Antonio Campos evocó un simpático viaje a Nueva York con Bonifaz Nuño y otros escritores como Carlos Montemayor, recordó que la Junta de Gobierno propuso al poeta ser el rector de la UNAM, pero rechazó la oferta, y luego leyó un poema en el que se pregunta “quién hubiera creído que el poeta grande (...) fuera el prodigioso niño y el pájaro maravilloso que volaba azul” en la mencionada ciudad.
Sandro Cohen afirmó que Bonifaz Nuño ha enseñado que el oficio de la poesía es “sagrado”.
Con el poeta Alí Chumacero entre el público, en la mesa de los poetas también estuvo el narrador René Avilés Fabila, quien agregó: “Rubén no es un poeta fácil, sus versos encierran claves y enigmas, y una secreta alquimia, cada verso tiene dos o tres lecturas. Sin embargo, sus lectores aumentan, su arte tiene adeptos”.