■ El país registra el mayor número de picaduras de alacrán en el mundo
México, líder mundial en la producción de antivenenos
■ Dos fórmulas desarrolladas en la UNAM esperan la inminente aprobación de la FDA
■ Serán los primeros antídotos de origen latinoamericano en el mercado de Estados Unidos
Ampliar la imagen Ejemplar de araña violín sobre la palma de uno de los investigadores de la UNAM Foto: Marco Peláez
Ampliar la imagen Una araña viuda negra a la cual se le extraerá el veneno, material clave en las investigaciones Foto: Marco Peláez
Cuernavaca, Mor., 6 de noviembre. México es el país con mayor incidencia de picaduras de alacrán, con más de 250 mil casos al año. En la década de los 70 morían alrededor de 600 personas por este motivo, hoy los casos fatales rara vez sobrepasan los 50. Este impacto en la parábola de defunciones por picaduras o mordeduras de animales venenosos se debe al desarrollo de antivenenos diseñados por científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con los cuales México no sólo se ha colocado como líder mundial en la producción de antídotos, sino que además dos de sus fórmulas farmacológicas están a punto de ser aprobadas por la Administración de Drogas y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, por lo que, en su momento, serán los primeros medicamentos latinoamericanos en entrar en el mercado de ese país.
En un pequeño laboratorio del Instituto de Biotecnología de la UNAM, en Cuernavaca, el médico Alejandro Alagón Cano encabeza un equipo de científicos que, en colaboración con los laboratorios Bioclón, desarrolló estos medicamentos. Este investigador estudia los venenos desde hace 34 años y, en entrevista, reitera que el mayor orgullo de su vida es haber evitado –con sus antivenenos– miles de muertes.
Recuerda que su primer contacto con una persona envenenada fue a la edad de 4 años, cuando un trabajador del rancho de su abuelo, en la Huasteca poblana, tres décadas antes había sido mordido por una nauyaca. Aquel veneno viperino, si bien no había acabado con la vida de Don Ramón, le había producido una mionecrosis tan aguda que había perdido totalmente el volumen muscular de una de sus piernas. El ahora destacado investigador explica que el caso le había impactado tanto, que siempre le pedía a Don Ramón que le relatara una y otra vez los hechos de aquel trágico episodio. El cual daría origen a una vida entregada a combatir la muerte por envenenamiento animal.
–¿Qué es un veneno?
–Es una mezcla de sustancias, la mayor parte de ellas de naturaleza proteica, que causa daño con riesgo de muerte. Ahora bien, la lógica de que haya animales venenosos responde a tres funciones: de defensa (induce dolor rápidamente); de alimentación (inmoviliza a la presa para posteriormente engullirla) y, en algunos casos, como el de las víboras, función digestiva, es decir, el veneno actúa como enzima para degradar la carne de la presa.
–¿Cómo actúa el antiveneno?
–Hemos desarrollado antivenenos para las especies más tóxicas de México, como son los alacranes (su medicamento se llama Alacramyn), la araña viuda negra o capulina (Aracmyn), la violinista (Loxmyn), la serpiente coralillo (Coralmyn), y el antiviperino (Antivipmyn) para víboras como la cascabel o la nauyaca, los cuales ya se venden en países como Panamá, Colombia y Ecuador. Actualmente también hemos desarrollado con el doctor Roberto Stock antivenenos para serpientes de África (Africamyn), continente donde cada año son mordidas medio millón de personas, de las cuales 30 mil mueren y 90 mil quedan lisiadas permanentemente. El antiveneno funciona también como analgésico: una vez que se inyecta, en cuestión de 15 o 20 minutos desaparece el dolor y se neutralizan los efectos del veneno.
–¿Cuál es la base del fármaco?
–La tecnología original data de 1894. Está hecho de suero de animal, casi siempre caballo, inmunizado con los venenos de animales ponzoñosos. En el suero se encuentran los anticuerpos, entonces, al inyectarlo en la persona se neutralizan las acciones tóxicas del veneno. Ese producto, que se utilizó hasta la Segunda Guerra Mundial, era efectivo, pero tenía muchos efectos secundarios por la abundante presencia de albúmina. Posteriormente algunos productores de antivenenos empezaron a purificar las inmunoglobulinas para dejarlas sin albúmina y así mejoraron la seguridad de su uso, aunque no totalmente.
En la actualidad, los antivenenos los hacemos con base en fragmentos que se obtienen de la degradación proteolítica con pepsina de las inmunoglobulinas, mayoritariamente F(ab’)2 y en menor cantidad fragmentos Fab. Estos antivenenos los hemos llamado faboterápicos y, por su alta pureza y calidad son muy seguros.
–¿Qué incidencia tenemos en México de picaduras o mordeduras de animales venenosos?
–El año pasado tuvimos 273 mil picados por alacrán; el promedio anual es de 250 mil casos. Entre 2 y 3 mil picaduras de viuda negra, entre mil y 2 mil por araña violinista, entre 12 y 15 mil mordeduras de víboras y menos de cien por coralillo. México es el país con mayor incidencia de alacranismo del mundo, mientras que el sur de Asia lo tiene en mordedura de víbora, con 2 o 3 millones de casos al año.
–¿Cuántas defunciones anuales causa este tipo de accidente?
–Con los faboterápicos, la mortalidad ha descendido de manera extraordinaria. En 1979, por ejemplo, hubo unas 600 muertes por picadura de alacrán; en 2007 tuvimos 35. Por serpientes, en aquel año tuvimos 200 muertos, y el año pasado 2 o 3 personas. Hoy los que mueren por esa causa son personas que viven en lugares muy alejados de un centro de salud.
–¿Todos los centros de salud cuentan con antivenenos? ¿Qué precio tienen?
–Hay en casi todas las clínicas del IMSS y del ISSSTE y en el servicio de urgencia de cualquier hospital; siendo o no derechohabiente, se aplica. El precio en las farmacias lo desconozco. (Al menos en el Distrito Federal el antiveneno más comercializado es el Alacramyn, el cual cuesta alrededor de 650 pesos.)
–Después de estos avances, ¿qué retos le quedan?
–Hacer mejores antivenenos y para más partes del mundo. Y, por otro lado, tenemos una asignatura pendiente: crear un antiveneno para la picadura masiva de abeja africanizada. El piquete de abeja no se trata con antiveneno, porque el daño no depende de la reacción tóxica del veneno, sino de la reactividad del organismo de la persona. Pero si más de 200 abejas pican a una persona, entonces el veneno alcanza una cantidad suficiente para matar, y para eso tenemos que lograr un antiveneno.