■ Pasajeros lidian a diario con inseguridad, ambulantaje, mendigos y personas de la calle
Una carrera de obstáculos, transitar por paraderos
Los miles de puestos ambulantes de comida, discos piratas, productos de belleza, dulces, teléfonos celulares, aparatos eléctricos, refacciones usadas y hasta ropa interior que se instalan en los paraderos o centros de Transferencia Modal (Cetram) se han convertido en una carrera diaria de obstáculos para casi 4 millones y medio de pasajeros, que les impiden acceder fácilmente a las estaciones del Metro o a alguna de las rutas de transporte público.
A ello se suman la inseguridad que prevalece en 42 de esos espacios administrados por el Gobierno del Distrito Federal –con excepción de los de Zapata, Santa Anita y Santa Martha– y la aparición de dormitorios de indigentes, por lo que “tenemos que convivir no sólo con ambulantes, niños de la calle y limosneros, sino hasta con las ratas de cuatro y dos patas”, señalaron usuarios.
Las autoridades centrales y las locales, comentan algunas estudiantes, los han convertido en “tierra de nadie, lanzándose la bolita para atender los problemas que existen en, por ejemplo, Pantitlán, y se reproducen en los demás. Así que no nos queda más que protegernos nosotras mismas para no ser víctimas de algún gañán, al calor de las copas o las drogas, o un ratero”.
Los paraderos más conflictivos, según un diagnóstico de la Secretaría de Transportes y Vialidad (Setravi) son los de Indios Verdes, Pantitlán, Tasqueña, Tacubaya, Tacuba, Chapultepec, Zaragoza, El Rosario y Universidad, que captan diariamente 70 por ciento de los 4 millones 349 mil usuarios, y a donde llegan 22 mil microbuses, autobuses, combis y vagonetas, de las cuales la mitad proviene del estado de México.
La falta de mantenimiento preventivo y correctivo, la carencia de una partida presupuestal específica, los adeudos de los transportistas, la falta de vigilancia policiaca, la sobredemanda de espacios, la imposibilidad de realizar en el corto plazo las modificaciones geométricas requeridas para adaptarlos a los autobuses y la invasión de bahías y andenes han provocado que se encuentren en una situación de abandono, tras 29 años de estar en operación.
Por ello la determinación del gobierno capitalino de invitar a los sectores social y privado a participar en la modernización de los 17 Cetram más conflictivos, mediante mecanismos de financiamiento de coinversión o el Fideicomiso de Inversión en Bienes Raíces (Fibras), donde funge como socio, al otorgarles una concesión para la explotación de los inmuebles existentes en los paraderos. Los primeros cuatro que serán sometidos a una “cirugía mayor” son El Rosario, Zaragoza, Politécnico y Martín Carrera, cuyas obras “van en tiempo y en dos años se verán los resultados”, indicó.