■ La bicampeona en los juegos de Pekín 2008 temía a las albercas y a la discapacidad
Ni preseas paralímpicas ni el PND figuraban en los planes de Miranda
■ Me dio un gusto enorme que se hayan tomado en cuenta los resultados, dijo la nadadora de 36 años
■ Un accidente casero transformó su vida en 2000 y una recaída la hizo llegar al deporte
Ampliar la imagen Nelly Miranda ganó dos medallas de oro en 50 y 100 metros libres en la categoría S4, sin movilidad en ambas piernas Foto: Nelly Miranda
Ganar dos medallas de oro paralímpicas y el Premio Nacional de Deportes no estaba en los planes de Nelly Miranda, quien a pesar de haber temido siempre a convertirse en una persona con discapacidad, así como a las albercas, nunca se imaginó enfrentar con éxito sus pruebas.
“Es una satisfacción muy grande. Estoy muy sorprendida por el reconocimiento, honestamente, porque es bien sabido que esto se ha manejado por trayectoria, no por resultados, así que me dio un gusto enorme saber que también se aplicaron los resultados”, expresó la bicampeona paralímpica, ganadora en Pekín de las preseas doradas en 50 y 100 metros libres en la categoría S4, sin movilidad en ambas piernas.
“Es un gustazo saber que estoy junto a (la pesista) Amalia Pérez, quien tiene mucho tiempo dentro del deporte adaptado luchando por un lugar, y cuando se logra, esa satisfacción es para nosotros también”, señaló.
La nadadora de 36 años, nacida en Puebla y radicada en Veracruz, resume su llegada al deporte adaptado por “una recaída” que sufrió tras una grave lesión por un percance casero en agosto de 2000.
“Después de mi accidente, cuando habían pasado unos cinco años, pensé que ya estaba fuera de todo esto; ya era más independiente, usaba un aparato ortopédico, y resulta que no.”
Nelly relata que tras haberse recuperado de un derrame cerebral, con amnesia y cuadriplejia, ya era una persona hemipléjica. Solamente sufría de movilidad en piernas y falta de fuerza.
“Pensé que ya estaba del otro lado y resulta que no, tuve una recaída, la cual no fue una caída en piso otra vez, sino falta de oxigenación por excederme en cuanto a ejercicios. Era como si me hubiera dado un ataque epiléptico o entrado en una embolia.
“Lo peor para mí fue no poder comunicarme claramente e inicié rehabilitación en el agua después de un diagnóstico médico nada agradable.
“Pero esas noticias las adquiero como un reto, como un objetivo a cumplir. Tengo tres años apenas dentro de la natación, Mi trayectoria ha sido muy corta, pero estoy segura de que Dios me puso en este camino por alguna circunstancia”, platicó vía telefónica.
La nadadora completó prácticamente todo el ciclo paralímpico, pues tras ser seleccionada en los campeonatos nacionales asistió a diversas justas extrafronteras, a Juegos Parapanamericanos y finalmente a la cita en Pekín 2008.
–¿Tú ya nadabas?
–No, de hecho no sabía nadar, y le tenía miedo a la alberca porque un compañero en la secundaria falleció dentro de una. Murió porque estaban jugando y a la hora que lo aventaron se golpeó y nadie se dio cuenta. Fue una tragedia, así que a mí las albercas me significaban respeto.
“Pero en mi caso se trataba de volver a darle vida a mi cuerpo y ha sido un reto, como lo ha sido también enfrentar el de las escaleras, y ahora puedo asegurar que no me imaginé que el agua fuera para mí como una escalera, una calle o mi casa.
“Me siento en mi hábitat.”
A la distancia, recordó el temor que le tenía a la discapacidad: “en una entrevista cuando concursé para señorita Puerto de Veracruz, más o menos a los 22 años, me preguntaron a qué temía más en la vida y respondí que a quedarme en una silla de ruedas.
“Pensaba que me moriría, pero recientemente, cuando leí esa entrevista, me di cuenta de que a veces nos subestimamos y no nos damos cuenta de hasta dónde somos capaces de llegar.”
Ante la necesidad de respaldos equitativos que han demandado los atletas paralímpicos ante las autoridades, Nelly comenta que “es difícil todavía para la sociedad aceptar muchas circunstancias por las que nosotros pasamos. No en sí la sociedad, que ahora nos pregunta por qué no nos apoyan y no se acercan las empresas privadas.
“Creo que nosotros estamos haciendo el trabajo que creemos es el correcto, que es seguir echándole ganas a pesar de las adversidades.
“Primero tenemos que tocar puertas, que desgraciadamente no se abren en el momento que más lo necesitamos, pero cuando ya traes un resultado esas puertas se empiezan a abrir solas, viene la satisfacción.
“Yo voy a dar de mí todo lo posible y, si no se nos reconoce de esa manera, es cuando te preguntas: ¿qué más tenemos que hacer para tener los mismos beneficios de los demás?
“Creo que ante las adversidades o situaciones en las que el ser humano se desarrolla, tenga o no tenga discapacidad, de él mismo depende la adaptación.
“Conozco los dos mundos y te puedo decir que es un momento en el que deseamos integrarnos y de nosotros depende hacerlo correctamente y de forma positiva, es mejor que si nos sentamos a lamentar.
“No hay una infraestructura total todavía para entender que somos parte de la sociedad. La diferencia sólo es una silla de ruedas, una prótesis, pero queremos lo mismo, tanto obligaciones como derechos.”
Nelly, madre de un niño de 12 años, había interrumpido sus estudios de administración de empresas, pero los retomará, al tiempo que continuará su preparación para futuras competencias, ambas actividades en Veracruz, donde estudia y realiza parte de sus entrenamientos en el Instituto Tecnológico.