Usted está aquí: miércoles 5 de noviembre de 2008 Deportes El PND, orgullo, satisfacción y justicia, señala Amalia Pérez

■ La pesista ganadora de oro en Pekín encontró en el deporte integración social y desarrollo

El PND, orgullo, satisfacción y justicia, señala Amalia Pérez

■ La falta de infraestructura en nuestro país la orilló a truncar sus estudios en la Vocacional

■ Pugna por equidad en derechos, obligaciones y estímulos entre atletas discapacitados y “convencionales”

Abril del Río

Ampliar la imagen Amalia Pérez, quien visitó La Jornada en compañía de su hija Melissa, entregó su propuesta para la distinción desde 1994 Amalia Pérez, quien visitó La Jornada en compañía de su hija Melissa, entregó su propuesta para la distinción desde 1994 Foto: María Luisa Severiano

Amalia Pérez aprecia el Premio Nacional del Deporte (PND) como la medida de sus alcances hasta el momento, después de tres participaciones en la prueba de powerlifting en Juegos Paralímpicos, en los que ha cosechado dos preseas de plata y una de oro, la más reciente, en Pekín 2008.

“El premio me sabe a todo, a un orgullo, a satisfacción a una justicia por haber demostrado que tenía los méritos para este PND. Puedo decir, desde 1994 que he metido mi propuesta, y el día de hoy ya no es un sueño, sino una realidad”, expresó la levantadora de peso, durante una visita a este diario.

Aunque fue su discapacidad lo que la condujo al deporte, como a la mayoría de los atletas paralímpicos, Amalia está convencida de que los deportistas con capacidades diferentes realizan los mismos o mayores esfuerzos que los “convencionales”, de manera que tener los mismos derechos y obligaciones.

Acompañada de su hija Melissa, de cuatro años, relata a este diario la manera en que se ha desarrollado a pesar de padecer teurifosis congénita.

“Ha sido mi discapacidad la que me hizo integrarme a la vida deportiva. Estudié en una escuela del DIF Nacional, kínder, primaria y secundaria, y con ello, como parte de mi rehabilitación, a los ocho años me inicié en la natación.

“Creo que fue como una integración, una disciplina y una educación hacia el deporte. Para mí ha sido desarrollarme día a día, bajo una situación normal. Soy la penúltima de 13 hermanos y con ellos nunca me sentí diferente.

“Jugábamos y también me exigían. Con ello me ayudaron a que nunca se maximizara ni minimizara mi discapacidad.”

Aspiración académica

Nacida en esta ciudad el 10 de julio de 1973, Amalia Pérez Vázquez llegó a la adolescencia con solvencia familiar, pero se percató de la falta de oportunidades para las personas discapacitadas.

“Cuando salí del DIF, como cualquier adolescente aspiraba a ir a una preparatoria y, por qué no, a la universidad, quería estudiar una carrera profesional, pero una de las cosas que me limitó fue la infraestructura que no hay en nuestro país”, señaló.

Amalia entregó una solicitud para cursar estudios medios superiores, pero la opción fue para un plantel ubicado lejos de su hogar, en la colonia Agrícola Oriental, y las condiciones la llevaron a truncar los estudios en el tercer semestre de vocacional.

“Yo salía a las 5 horas para poder llegar, con mochila, regla T, para el área de físico-matemáticas que había elegido. Me tocó máquinas, herramientas y electricidad, y luego de toda una trayectoria visualicé en esta sociedad muchas dificultades: cultura, infraestructura, concientización, educación, valores,” detalló.

Para ese entonces, comenta, se presentaron los Juegos Nacionales en Guadalajara. “Yo practicaba basquetbol, natación, atletismo, todo, menos levantamiento de pesas, pero se descompuso un día el autobús para ir al atletismo y al gimnasio y me llevaron a pesas.

“Allí, bajo la barra, que sola pesa 20 kilos, empecé a levantar más hasta los 60, que en aquel entonces era una marca bastante buena, entre las mejores del mundo.”

Ante la polémica que persiste entre quienes aseguran que el deporte de discapacitados no tiene el mismo mérito de competencia que el de deportistas normales, Amalia señala que “he tenido oportunidad de participar en competencias internacionales con gente convencional. Mi esposo lo es y afortunadamente puedo corroborar que eso no es cierto, al menos en mi disciplina.

“Hay discapacidades que sí tienen muchas limitaciones, pero hay otras que han logrado estar al tú por tú con los olímpicos”, dijo, y afirmó que su competencia es amplia, aunque los filtros rumbo a los Juegos Paralímpicos son estrictos y por eso sólo llegan las mejores ocho del mundo a la cita veraniega.

Es recordista mundial en su categoría de menos de 52 kilogramos, con 130.5 kilos que levantó para colgarse la medalla de oro en los Juegos Parapanamericanos de Río 2007.

“Constantemente reviso las marcas y estoy al tú por tú. Yo estaría dentro de las mejores, en un podio”, afirma, y es por eso que planea asistir al siguiente mundial, en 2009, en la modalidad de bainchpress o levantamiento que se realiza sentada en un solo intento.

Por la equidad

Hace menos de un mes la halterista denunció con documentos en mano, en la Cámara de Diputados, que los estímulos económicos que recibieron los atletas por los Juegos Parapanamericanos fueron por la mitad de los montos que indicaban los recibos que les hicieron firmar previo a la entrega de dichos cheques, en Los Pinos, el 20 de septiembre de 2007.

Esa, y en general las diferencias de respaldos respecto a los convencionales, inquietan a Amalia: “los hemos comentado con todos mis compañeros paralímpicos, que hemos sentido a veces la discriminación, el hacernos menos en cuanto a estímulos, a reconocimientos, difusión, apoyos, definitivamente sí ha sido menos”.

La atleta, quien recibirá 500 mil pesos por el PND, confió en que progresen las iniciativas para incluir a los paralímpicos en los mismos beneficios del programa CIMA (Compromiso Integran de México con sus Atletas) y becas vitalicias para medallistas.

 
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