■ Con ciclo de cine conmemoran 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos
Liga realizador el mito de líder aymara con la llegada de Evo a la presidencia de Bolivia
■ La gesta de Tupaj Katari refleja los pasados 20 años de la realidad de ese país andino, dice Humberto Mancilla
■ El viernes se exhibirá su documental en el Centro Cultural José Martí
Ampliar la imagen Premio del cuarto Festival Internacional de Cine de los Derechos Humanos
Una relectura del mito de un líder aymara, ligada a la llegada de Evo Morales a la presidencia de Bolivia en 2005, es el hilo conductor del documental El espíritu de Tupaj Katari (2006), de Humberto Mancilla, uno de los organizadores del ciclo de cine dedicado al país andino.
Bolivia, el séptimo ojo es tuyo comienza hoy y terminará el viernes 7, en el Centro Cultural Jose Martí (Dr. Mora 1, colonia Centro), para conmemorar el 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos emitida en 1948, en París.
En entrevista con La Jornada, el cineasta dijo que el cuerpo descuartizado de Tupaj Katari, en el siglo XVIII, ahora se ha transformado en un cuerpo social que refleja los pasados 20 años de la realidad boliviana.
Una frase sobrevive desde hace años en el imaginario de mi país, continuó el realizador: “Volveré y seré millones”, pronunciada por Katari antes de que los conquistadores lo asesinaran, según la leyenda.
“Ese imaginario nos ayuda a ver el pasado y el futuro, la presencia del primer presidente indígena. Evo Morales es el cumplimiento de un sueño largamente esperado. No es sólo que Morales haya recibido el apoyo social, lo que trasciende es que desde 1992 se había removido esta parte del mundo a escala cultural y no se pudo detener”, sostuvo.
“Es lo que vivimos, la posibilidad de un cambio pacífico, democrático y cultural que de alguna manera podría ser ejemplo para otros procesos que han recurrido a las armas. La constitucionalización de estos cambios en Bolivia ayudó a consolidar a los olvidados, a los más pobres, a los indígenas.”
Siete películas siete
Mancilla indicó que el documental, que se exhibirá el viernes, es una explicación de nuestro pueblo que proviene de las montañas y se reconoce a sí mismo. “Luego nos viene una metamorfosis con las luchas sociales y el retorno es cómo mirar al futuro. La metáfora es recoger este imaginario que está presente en los pueblos indígenas y el respeto de la iniciativa privada a su cultura”.
El ciclo comprende siete películas. Hoy se exhibe Lo real: coca, democracia y rebelión en Bolivia (Canadá, 2004), de Jim Sanders, que aborda cómo el narcotráfico usa la hoja de coca para producir cocaína, el intento por erradicar este cultivo y el impacto que ha causado esta decisión en los cocaleros, indígenas cultivadores de la hoja de coca de la región de El Chapare.
Los ricos (2007), de Tatiana Ovando y Alexander Muñoz, retrata la raíz afrodescendiente en Bolivia.
Mañana se exhibirá La hija de Chorolque (2007), del coreano Mi-Sun Park, cinta que narra la explotación de las mujeres que trabajan en las minas de Chorolque.
Ese mismo día se proyecta Mauris del Titicaca (2006), del peruano Marcelo Bukin, que retrata la historia de seis hermanos que habitan en una precaria barca a orillas del lago Titicaca y sobreviven con base en la pesca rudimentaria.
El viernes 7 el ciclo está dedicado a la Asamblea Constituyente, cuya misión consiste en redactar una nueva Constitución que refleje los derechos de campesinos e indígenas. Caminar en democracia, de Jesús Pérez (2007), con dibujos animados sobre el problema de la convivencia democrática y los constantes cambios en Bolivia.
Por último, Se hace camino al andar, de Patrick Venier (2008), que narra la histórica lucha de los pueblos indígenas por inaugurar la Asamblea Constituyente con sus propias organizaciones.
Mancilla aclaró que el objetivo de la muestra es analizar los cambios en Bolivia, así como promocionar el cine independiente y social en México.
Para el quinto Festival de Cine y Video de los Derechos Humanos Bolivia que se realizará del 4 al 10 de mayo de 2009, en Sucre y varias comunidades indígenas de ese país, los ejes serán: liberarse del dominio imaginario de las grandes industrias del cine, reconocer el derecho a la cultura de los pueblos latinoamericanos a partir de la creación de tejidos interculturales, promover el cine social realizado por productores independientes y ser un movimiento de liberación con derecho a la autodeterminación.