Usted está aquí: miércoles 5 de noviembre de 2008 Política Recesión

Arnoldo Kraus

Recesión

Recesión. Lunes, quizás martes. México, sin duda, Maputo, por supuesto. Bush y Aznar, Aznar y Bush: en inglés, en español, uno peor que el otro. Recesión. En 2008 nos enteramos; en lo que resta del año y en 2009, la cruda realidad: orar para no ser despedidos. De las hambrunas a las muertes por hambre. De la depresión por la crudeza de las noticias a los suicidios por lo que se perdió. Bajo advertencia no hay engaño: lo informaron los banqueros, lo sostuvieron los políticos, lo ratificaron el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el resto de las indigeribles siglas –G-7, G-8, G-20– que conforman las organizaciones que rigen el destino del mundo. Recesión.

Las indemnizaciones que recibieron los banqueros estadunidenses por quebrar las cuentas de sus clientes, y por fracturar el esqueleto de millones de personas en el mundo, son algo más que groseras: son una mierda. Parecería que la quiebra estaba pactada. Los banqueros estadunidenses que perdieron su empleo al cerrar sus fuentes de trabajo ahora son más ricos. Había uno, no recuerdo su nombre, que ganaba 17 mil dólares por hora, incluidas las nocturnas. Ya no recibirá esos salarios, pero no vivirá los estragos de la recesión.

Recesión. Miércoles, quizás jueves. Felipe Calderón tendrá que ser inteligente: regresarán muchos de nuestros héroes –los trabajadores migratorios– cuyo esfuerzo impide que se propague el hambre. Los indocumentados son un alivio para el equipo calderonista, famélico de imaginación y cojo al caminar: se emplean en Estados Unidos y reducen los índices de desempleo de México. Las remesas, Calderón y Perogrullo lo saben, disminuirán: las quiebras estadunidenses nos confrontarán más con nuestra cruda realidad. Ya ni siquiera, debido al demonio de la recesión que se avecina, podremos cavilar en una de las frases celebres del ex presidente Vicente Fox. Palabras más, palabras menos, Fox dijo, al referirse a nuestros compatriotas que laboran en el país vecino: “los mexicanos son buena mano de obra; incluso hacen las faenas que ni los negros quieren hacer”.

Calderón tendrá que ser inteligente por dos razones más. La primera es que el turismo disminuirá, tanto por la recesión mundial como por la violencia que heredó debido a la ruptura en los negocios entre narcotraficantes, políticos y policía. Son muchos los países que advierten a sus ciudadanos de los peligros que implican viajar a México. La violencia mata personas y sepulta finanzas. La segunda razón es la baja en el precio del petróleo y el anquilosamiento histórico de Pemex. Un verdadero punto muerto para el actual gobierno, que además expone la torpeza de nuestros ministros. ¿Quién fue el que dijo que “no la veían venir tan dura”? Recesión.

Recesión. Viernes, quizás sábado. En enero de 2008 leí en una nota periodística que Islandia era el país con mejor calidad de vida. Ahora, en octubre, esa pequeña isla, apenas poblada, se ha declarado en quiebra. Para sobrevivir le han pedido prestado dinero a Rusia, al FMI y a quien se apiade de ellos. Increíble. Del Paraíso a la nieve en 10 meses. ¿Qué pasó? Aunque no es la causa, leí que los jóvenes banqueros y financieros islandeses celebraban sus triunfos en los bares con botellas de champaña de mil o más euros en vez de cerveza. Si se manifestaban públicamente de esa forma, qué no harían atrás de sus escritorios.

La historia en México es parecida, aunque, además de banqueros, son políticos los actores. He estado en restaurantes –admito mi condición social– en cuyos menús aparecen botellas de vino que cuestan 40 mil pesos. Estupefacto, no soy tan burgués, le pregunté al mesero si acaso alguien consume esas botellas. “Claro que sí: los políticos las piden”. Recesión.

Recesión. Domingo. ¿Y acaso sabemos lo que quiere decir recesión? Explicación imprescindible la da el Diccionario de la Real Academia Española: “Depresión de las actividades económicas en general que tiende a ser pasajera”. Entiendo la dificultad para definir este término y ensalzo la astucia de los académicos de la lengua. Al usar la palabra depresión, incluyen, me imagino, tanto a los periodos de baja actividad económica como a las personas que sufren síndromes caracterizados por tristezas profundas. Lo que es inentendible es el tiempo que engloba la palabra pasajera. ¿Cuánto es pasajera?: ¿un muerto por hambre, dos muertos por violencia, tres muertos por asaltos a supermercados? Recesión.

Recesión. De lunes a domingo, toda la semana. No es posible que banqueros y políticos no hayan podido paliar la crisis. ¿Qué queda? El FMI y sucedáneos lo han explicado claramente: debemos salvar a los banqueros y a los políticos para que sean menos los que mueran de hambre.

 
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