■ Éxito diplomático del Kremlin en el conflicto de Nagorno-Karabaj
Ratifican Azerbaiyán y Armenia acuerdo para una salida política en enclave independentista
Moscú, 2 de noviembre. El Kremlin se anotó un éxito diplomático al lograr que los presidentes de Azerbaiyán y Armenia, países enfrentados por una añeja disputa territorial, se reunieran este domingo en la residencia de su colega ruso para ratificar con su firma, en una declaración tripartita, la voluntad de alcanzar un arreglo político en Nagorno-Karabaj, el enclave independentista armenio en territorio azerbaiyano.
Tras sostener conversaciones cara a cara, lo que de por sí es destacable, los presidentes de Armenia, Serge Sargsian, y de Azerbaiyán, Iljam Aliyev, se comprometieron ante su anfitrión ruso a “continuar la búsqueda de un arreglo político del conflicto de Nagorno-Karabaj”, ocupado –igual que siete distritos colindantes– por tropas armenias desde 1994.
Dicho acuerdo deberá basarse “en los principios y normas del derecho internacional y en las decisiones y documentos aprobados en dicho marco” y, lo que es más importante, “cada etapa y cada aspecto” de la negociación tendrá que sellarse con “garantías internacionales jurídicamente vinculantes”, señala la declaración.
El titular del Kremlin, Dimitri Medvediev, leyó ante la prensa el texto que contiene los entendimientos conseguidos hoy para una solución política del conflicto karabají, el primer documento de esta naturaleza, que lleva la firma de los presidentes de Armenia y Azerbaiyán desde que estas dos ex repúblicas soviéticas del Cáucaso Sur establecieron un alto el fuego hace 14 años.
La labor de Medvediev como anfitrión de sus colegas armenio y azerbaiyano en este encuentro recupera el papel mediador de Rusia en el Cáucaso, cuestionado tras su reciente reconocimiento de la independencia de Osetia del Sur y Abjazia, que fue consecuencia directa de su victoria militar sobre Georgia.
Pero los tres mandatarios, y así lo asientan en la declaración, tienen muy claro “la importancia de continuar los esfuerzos mediadores” del Grupo de Minsk, creado por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) y copresidido por Rusia, Estados Unidos y Francia, a partir de “la ronda de conversaciones de las partes en Madrid (el 29 de noviembre de 2007) y las posteriores discusiones para definir los principios básicos del arreglo político”.
La declaración firmada hoy aquí es un avance, sin duda, aunque todavía parece distante una solución de este conflicto que, después de tres años de guerra a comienzos de los 90, dejó un saldo de cerca de 25 mil muertos y un millón de desplazados, y que significó para Azerbaiyán perder no sólo el enclave poblado mayoritariamente por armenios, sino casi un tercio de su territorio.
Hasta ahora ninguna de las partes parece dispuesta a hacer concesiones. Azerbaiyán insiste en que no piensa discutir el estatus de Nagorno-Karabaj (lo máximo que aceptaría es conceder a la región separatista una amplia autonomía dentro de su república), mientras no se produzca el retiro completo de las tropas armenias que hay en su territorio, las cuales deberían ser sustituidas por un contingente internacional de pacificación, y se permita el regreso de los desplazados.
Para Armenia, en cambio, la prioridad es definir el estatus político de Nagorno-Karabaj, por supuesto nunca supeditado a Azerbaiyán, y sostiene que sólo después se debería pasar a eliminar las consecuencias de la guerra.
En el espacio post-soviético chocan, de nueva cuenta, el principio de la integridad territorial de los estados (Azerbaiyán) con el derecho a la autodeterminación de los pueblos (Armenia) mediante la celebración de un referéndum. Entre tanto, los separatistas de Nagorno-Karabaj ya no exigen ser reconocidos como parte de Armenia, pero demandan ser un país independiente.