Ciudadanía ejemplar
Mientras que los manifestantes en defensa del petróleo y de la economía popular marchaban por las calles del centro de la capital hacia la Cámara de Diputados y aguantaban el frío y el correr de las horas, los legisladores del PAN y del PRI aprobaban, sin discutir, los proyectos de leyes, llenos de complicaciones y recovecos.
Mientras que en las calles los integrantes del movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador daban lecciones de civismo, ejerciendo frente a los escudos de los granaderos sus derechos de reunión y de expresión, los diputados del PAN, dando la espalda a su propia historia, repetían la práctica del mayoriteo sin matices, que tanto combatieron antaño.
Olvidan los panistas, junto con otras cosas, lo que condenaron por décadas: la falta de juego limpio en el Parlamento y la práctica vergonzosa del voto sin razonar, siguiendo tan sólo la consigna del entonces llamado “pastor” y sin atender y mucho menos contestar, los argumentos y razones de los legisladores de oposición.
En el caso de la llamada reforma energética, vaya que si se dieron argumentos, meses de consultas y debates en que prevaleció, por la fuerza de los razonamientos y el amplio conocimiento del tema, la opinión de la oposición en voz de técnicos, juristas, economistas o simplemente de ciudadanos con patriotismo y sentido común; pero a la hora de votar en el pleno toda esa riqueza argumentativa cedió ante la consigna del Ejecutivo y sus corifeos en el Congreso. La nueva aplanadora hizo su aparición al más viejo estilo y los dictámenes se aprobaron tal como llegaron del Senado, sin cambiar una coma y exactamente como lo hacían los priístas por encima de lo que es esencial en un Parlamento, igualdad entre los legisladores, mente abierta para oír argumentos y debate antes de tomar las decisiones.
Ciertamente, mucho se obtuvo; se impidió una reforma constitucional que se había imaginado fácil, frenada por una opinión pública consciente, que no se dejó envolver por la publicidad machacona del gobierno. Ahora que pretenden los “creativos” de Los Pinos presentar a Calderón como el gran triunfador y lo mandan a leer unas cuartillas triunfalistas, dichas sin fuerza ni sinceridad, olvidan que la intención inicial fue modificar artículos constitucionales que hacen del petróleo un área estratégica. Así lo reconoció hace unos días, en el programa sesgado a la derecha que conduce Sergio Sarmiento, el mismo director de la paraestatal, quien confesó al público que la aspiración inicial fue la reforma constitucional.
Se logró también por primera vez en la historia reciente de México un debate abierto en el que participaron los más experimentados mexicanos en el tema, pero también la gente, que como nunca, se convirtió en conocedora de los términos de la discusión. Todo mundo estaba interesado en un tema que los autores del proyecto hubieran querido pasar rápido y a escondidas. La discusión del petróleo se socializó y abrió nuevos caminos de participación política, más allá del círculo de las cámaras y los partidos deformados por su afán en reproducir los vicios del viejo PRI.
La ciudadanía votó en la Alameda con libertad y conocimiento y decidió seguir la lucha, porque ciertamente no es el momento de detenerse a festejar. Los numerosos votos emitidos en contra de la corriente mayoritaria son una lección a los legisladores de consigna. La gente no es tonta, intuyó, vio con profundidad que a pesar de lo ganado, que es mucho, y del frentazo del presidente de facto, los proyectos, tal como quedaron aun no son aceptables.
La gente tuvo razón; las trampas, los enredos legales, el barroquismo técnico el laberinto de organismos burocráticos, no fueron suficientes para engañarlos, la gente entendió que la finalidad seguía siendo colar por la puerta trasera artilugios privatizadores, como cuando Calderón tomó posesión.
Una muestra de la falta de probidad con la que panistas y priístas se han conducido en este asunto, fue la alteración del texto enviado por el Senado, descubierta por el diputado Antonio Soto, documentada por los reporteros Andrea Merlos, de El Universal, y Arturo Cano, de La Jornada, entre otros. Ese intento de alterar lo aprobado en el Senado en el camino hacia la Cámara baja, era la verdadera noticia, la nota que debió destacarse, porque es el signo de la descomposición política de que somos testigos. Esa es su condición, así es una buena parte de la clase política y por ello, la gente votó por continuar la lucha, prefirió desconfiar y dar ejemplo de ciudadanía en movimiento.