■ Familia tortuga es la opera prima del cineasta, la cual se estrena hoy comercialmente
Busco romper con el estigma de que el cine sólo es para entretener: Imaz
■ Hablar de un personaje real es poético, dramático y aleccionador, expresa
■ La cinematografía de un país tiene que pesar, porque plantea historias diferentes a las de Hollywood, señala
En vísperas de un día especial, la unión de una familia de clase media de la ciudad de México se debilita ante la ausencia de uno de los dos pilares: la madre. El tío Manuel, un hombre “muy especial”, está dedicado a sacar adelante a sus sobrinos adolescentes y a ayudar a su cuñado, un ex sindicalista desempleado; todos, desvanecidos en un mundo de sueños perdidos.
Familia tortuga, opera prima de Rubén Imaz Castro, que se estrena hoy comercialmente con ocho copias, es otra buena fotografía del álbum del historial de la sociedad capitalina.
“¿Por qué hacer cintas de gente que no es aparentemente trascendente? Y yo digo: ¿por qué no? El drama cambió hace 150 años. Ahora hablar de un personaje aparentemente normal y sus problemas normales es válido, además de que es dramático, poético y aleccionador. Por qué querer ver una ciudad tipo europea, fría, cuando la nuestra es todo lo contrario”, aseguró en entrevista Imaz Castro, egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC).
Temas ligeros, simplones
Rubén Imaz, quien con esta cinta obtuvo algunos premios nacionales e internacionales, no pretende hacer cine social, sino romper “el estigma de que el cine es sólo entretenimiento.
“El cine es un lenguaje que sirve para entendernos y avanzar, no es sólo un sistema de entretenimiento; es un lenguaje artístico que humaniza. Mucha gente querrá lapidarnos por decir realidades y cuestionarnos sobre el porqué de esas historias del mexicano común, pero la verdad es al contrario: siempre nos quieren presentar las historias ligeras y simplonas. Creo que se vale hablar del problema del ser humano real, de su vida cotidiana”.
Es inevitable preguntar al realizador sobre la cantidad de copias de la película. Explicó: “Es improbable que cintas como la mía puedan tener el cobijo o exhibición que debieran, cuando la mayoría de los salas están en un centro comercial, en el que el hijo va a comprarse un videojuego, la hija unos zapatos, el papá el saco y la mamá una canasta, y de pasada se van al cine; así es imposible que se pueda apreciar un largometraje aleccionador y medio crudo”.
El cineasta cree que la competencia con cintas hollywoodenses es “imposible, y es un engaño que se diga que, como el cine nació en una sala con 200 personas, por ende es una cuestión de entretenimiento masivo, que existe para pasar los domingos de manera ligera; es un grave error, un estigma que le adjudicaron quienes decidieron dar fuerza a ese tipo de cinematografía de Hollywood o de gran entretenimiento, que asesina otra de las concepciones del cine. Lo comparo con leer un libro, de esos voluminosos que te regalan y que tienes que programar su lectura, al contrario de los folletos o cómics, que se pueden leer cualquier día o en cualquier ida al baño. En el cine es igual: tiene que haber el de entretenimiento y el que haga reflexionar”.
Abundó: “Es importante como público, como realizadores y como medios, diferenciar ese abanico tan amplio y ver que no todas las películas se tienen que cortar con la misma tijera”.
Con pocas copias u horarios complicados, Familia tortuga, protagonizada por José Ángel Bichir, Luisa Pardo, Manuel Plata y Dagoberto Gama, por fin llegó a la corrida comercial. “Todo han sido grandes conquistas para la película, que aunque con ese número de copias, ahí está. La lucha es dura, porque hay gente que tiene la sartén por el mango y no la quiere soltar, o sólo está dispuesta a soltarla por dinero; la producción mexicana todavía no tiene los recursos para quitar la sartén a las empresas exhibidoras. Es un tema complejo y el problema radica en los espacios de exhibición. A quién hay que pedirle esos espacios y cómo regular la taquilla en México, donde la tradición del cine siempre ha sido popular; no sabemos cómo”.
Necesario, dar fuerza a la industria nacional, destaca
Insistió: “El universo hollywoodense –con algunas buenas películas, hay que decirlo– ocupa más de 90 por ciento del mercado mundial, pero hay un momento en que la expresión cinematográfica de un país tiene que pesar porque plantea otro tipo de historias. Aparte de lo de los señores de la sartén, hay ciertas cosas que como sociedad podríamos cambiar, como realizadores, como público y como medios, porque somos una de las taquillas más grandes del mundo, somos cinéfilos, y con mayor razón habría que regular para darle peso al cine nacional.
“Es evidente que necesitamos la intervención de alguien que establezca reglas o normas, porque es injusta la batalla en este momento, es imposible pensar en ganarla, porque estamos hablando de dinero.”
Por lo pronto, se espera que la cinta (producida por Maribel Muro, fotografiada por Gerardo Barroso Alcalá, musicalizada por Galo Durán) dure al menos las dos semanas que le corresponden por ser la primera película del cineasta que se exhibe en en los Cinépólis o Cinemex.