Usted está aquí: viernes 31 de octubre de 2008 Opinión Economía Moral

Economía Moral

Julio Boltvinik
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■ Principios de medición multidimensional de la pobreza (MMP) / II

■ El principio de totalidad en sus tres dimensiones

Probablemente el más importante de todos los principios de la MMP enunciados en la entrega anterior (24/10/08) es el de totalidad que se expresa así en los tres elementos conceptuales fundamentales del estudio de la pobreza: todas las necesidades (N), todos los satisfactores (S) y todos los recursos o (aun mejor) todas las fuentes de bien-estar (FBE).1

Al referirlo a las N, el principio establece que debemos partir del ser humano completo, con toda sus N, que está vedado el recorte de N, que no podemos cercenar del ser humano el cerebro, el corazón y los genitales para quedarnos con un ser (muy cercano al ganado) reducido a su estómago. El principio de totalidad en la perspectiva de la calidad, diversidad y cantidad de los S requeridos significa que no podemos reducir los S: 1) a bienes y servicios, excluyendo otros tipos de S como relaciones y actividades; y 2) a S de carácter animal, precarios (o una cantidad submínima): reduciendo la alimentación a alimento balanceado que, además, sólo cubra calorías; la vivienda a refugio; la atención a la salud al nivel de la atención primaria, etcétera. Esta doble reducción lleva a aberrantes líneas de pobreza como las del Banco Mundial y del gobierno de Fox. El principio de totalidad aplicado a las FBE significa que hay que considerarlas todas para identificar las restricciones que explican la insatisfacción de N. Desde 1990 he calificado como parciales y sesgados a los métodos de línea de pobreza y de necesidades básicas insatisfechas ya que consideran sólo parte de las FBE.

Enunciado el principio, en lo que sigue defino S y N y fundamento y presento tipologías de N, S y FBE, pasando del principio abstracto a su especificación concreta. David Wiggins define el S de una N así: una persona necesita X [absolutamente] si y sólo si resulta dañada si carece de X. Distingue así lo necesitado de lo apetecido por el daño resultante. La N la define “como estados de dependencia (con respecto a no ser dañado), que tienen como sus objetos apropiados las cosas necesitadas”.

Para definir la tipología de S parto de la concepción de Marx del ser humano (SH), el cual, como todo ser vivo, requiere objetos externos para reproducir su propia vida. Necesita objetos externos (bienes). El SH es también un ser activo que (como especie) sólo puede satisfacer sus N a través de su actividad vital, el trabajo, que se dirige de manera mediada a la satisfacción de N. Puesto que sin el trabajo el SH no es tal, el trabajo se transforma en su N central. El SH humano necesita su propia actividad. También necesita actividades de otras personas que le benefician (servicios). El SH es además un ser social. Para Marx, el “hombre” no puede llevar una vida humana más que en su relación con los demás y a consecuencia de esa relación. Por tanto, el SH necesita relacionarse con otros seres humanos. Necesita relaciones. Por último, el ser humano es también un ser consciente. Su actividad vital consciente lo diferencia de la actividad vital animal, dice Marx. Por tanto, el SH necesita información, conocimientos, teorías. De la anterior reflexión de antropología filosófica marxista complementada con dos tipos de S: capacidades e instituciones, tomados de Max-Neef et al., he llegado a la siguiente tipología de S de las N: 1) objetos externos (bienes) y actividades de otras personas que nos benefician (servicios); 2) actividades del sujeto; 3) relaciones; 4) capacidades; 5) instituciones; 6) conocimientos y teorías.

En Ampliar la mirada (mi tesis doctoral) analicé las teorías de las N de diversos autores (Marx, Márkus, Maslow, Fromm, Maccoby, Max-Neef, Doyal y Gough. y Nussbaum). Concluí que si pudiésemos interactuar con estos autores en un proceso que llevase a eliminar sus diferencias puramente taxonómicas, si bien no habría consenso en cuanto a la teoría de la jerarquía de N de Maslow, salvo las N estéticas sí habría consenso sobre el resto de su lista de N: fisiológicas; de seguridad; afectivas (amor, afecto, pertenencia); de estima (que divide en dos: los logros que forman la base de la autoestima, y la reputación); de autorrealización; y las N cognitivas, con su propia jerarquía: saber y entender.

Desde hace mucho he sostenido que el bien-estar de los individuos y de los hogares depende de las siguientes FBE directas: (1) ingreso corriente; (2) activos básicos; (3) activos no básicos y capacidad de endeudamiento del hogar; (4) acceso a bienes y servicios gratuitos; (5) tiempo libre; y (6) habilidades y conocimientos de las personas. Las dos últimas FBE no son concebidas como medios para la obtención de ingresos, sino como S directos de N. (En la gráfica muestro resultados de un método de medición de la pobreza que considera todas las FBE.) Las tres primeras FBE representan recursos económicos privados (flujos o acervos); la cuarta categoría representa el flujo de recursos económicos públicos (el “salario social”). En conjunto, estas cuatro categorías representan los recursos económicos convencionales (que se pueden expresar en dinero, no transformar en él). La quinta y sexta categorías tienen sus propias unidades de medida y no se pueden expresar, mucho menos reducir, a valores monetarios. Estas fuentes pueden evolucionar de manera diversa, incluso contrapuesta, debido a que sus factores determinantes son distintos. Algunos economistas ortodoxos han desarrollado un enfoque cercano al de FBE, que reconoce la insuficiencia del ingreso corriente como indicador de la disposición de recursos, y busca superarla a través de “indicadores compuestos del estatus económico de los hogares”.

Han sido especificados los componentes de la totalidad. En la próxima entrega mostraré sus interrelaciones y el reduccionismo de los enfoques dominantes.

1 Escribo bien-estar con guión para expresar su sentido objetivo (well-being en inglés) y distinguirlo del subjetivo. Luis Arizmendi (“El florecimiento humano como mirador iconoclasta ante la mundialización de la pobreza”, Desacatos, N° 23, 2007) analiza mi trayectoria intelectual utilizando también, entre otros principios, el de totalidad.

 
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