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■ Soberanía alimentaria
A lo largo de la historia, los pueblos han tenido como prioridad disponer de alimentos suficientes aun en épocas de sequía o escasez. Los gobernantes de los antiguos mexicanos así lo hicieron. Los cronistas describen cómo a su llegada encontraron llenas las trojes de Moctezuma. Mediante la producción propia y del tributo, se allegaban maíz, amaranto, frijol, chile y chía como alimentos básicos. Era sorprendente la manera en que éstos se conservaban por meses o años.
Los peninsulares heredaron de los árabes algunas estrategias para tener alimentos disponibles, especialmente trigo, que era su nutriente fundamental. A la manera del alhorí, crearon el pósito y la alhóndiga, que replicaron en México como consecuencia de una severa escasez, que duró de 1577 a 1580.
En España, en los pósitos se acumulaban los granos en tiempo de abundancia y éstos se prestaban a intereses bajos a los campesinos cuando había malas cosechas. En México, el pósito favorecía sobre todo a los consumidores de las ciudades, contribuyendo a regular los precios eliminando a los intermediarios.
La alhóndiga, alfondak en árabe, tenía un propósito similar. El almacenamiento de granos que permitía regular los precios de aquéllos y las harinas, así como combatir el acaparamiento. Estas reservas daban también seguridad a gobernantes y gobernados al contar con alimentos suficientes.
En el siglo XX en México se crearon instituciones similares. Por conducto de la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) se construyeron silos o trojes en miles de poblaciones de la República, se instalaron tiendas con precios controlados y se determinó el precio de venta de los productos básicos.
Con el cambio de modelo económico en la década de los 80, esta y otras instancias que favorecían a productores y consumidores fueron destruidas para obedecer las llamadas “leyes del mercado”. Éste ha sido el camino para que unos cuantos acumulen ganancias sin control, fijando a su antojo los precios de los productos agrícolas en contra de los intereses de los pequeños y medianos campesinos, así como de los consumidores. Los resultados están a la vista.
Desde hace varios años diversas agrupaciones han señalado al gobierno la crisis que esta opción ha producido en el campo mexicano. En 2007 se inició la campaña Sin maíz no hay país. Este año las actividades de la campaña culminarán el 30 y 31 de octubre con la Asamblea Nacional por la Soberanía Alimentaria. Tendrá lugar en el Centro de Convenciones Churubusco del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (Metro General Anaya)