Usted está aquí: viernes 24 de octubre de 2008 Espectáculos Pierde Hollywood al más temido crítico de moda, el angelino Richard Blackwell

■ Sus comentarios fueron en los años 60 un refrescante antídoto a los elogios exagerados

Pierde Hollywood al más temido crítico de moda, el angelino Richard Blackwell

■ Victoria Beckham y Amy Winehouse encabezan su última lista de los 10 peor vestidos

Guy Adams (The Independent)

Si algún historiador social deseara trazar el desarrollo de ese equivalente contemporáneo de la realeza conocido como “las celebridades”, entre sus fuentes deben figurar las listas de “los peor vestidos” que compilaba el comentarista angelino Richard Blackwell.

Durante casi medio siglo, Blackwell publicó una vigorosa evaluación de las 10 figuras públicas que en el curso de los 12 meses anteriores perpetraron los más escandalosos atentados al buen gusto.

Su lista de los 10 peores, publicada cada Año Nuevo, lo convirtió en un nombre conocido por pinchar a los famosos con ofensas directas (alguna vez describió a Sharon Stone como “una Cruella De Ville que ha visto pasar sus mejores años”) o comentarios irónicos. En sus mejores tiempos, la revelación de la lista era esperada con ansia por los medios, lo que lo convirtió en alguien casi tan célebre como sus “víctimas”. Llegó incluso a tener un programa de televisión, Mr. Blackwell presents.

Esta semana se supo que su pintoresco viaje por la Tierra había llegado a su fin, y que la lista de los peor vestidos de este año, encabezada por Victoria Beckham y Amy Winehouse (“arriba, colmenas que explotan; abajo, motitas adhesivas: ¡es como el horror de las meseras en patines de los cincuentas!”), será la última.

Fin de una era

Tras 48 años de sarcasmos, el más rudo comentarista de modas de Hollywood se ha marchado a la alfombra roja del más allá. Su publicista, Harlan Boll, anunció que su cliente, de 86 años, falleció el domingo pasado en Los Ángeles, por complicaciones de una infección intestinal. Aunque no es probable que las celebridades a las que trajo de vuelta a la Tierra con sus comentarios lloren su partida, sin duda marca el fin de una era.

Cuando Blackwell se inició, en 1960, las revistas de modas aún no convertían la mofa a los famosos en práctica cotidiana. Blackwell no sólo proporcionó un refrescante antídoto a los exagerados elogios de revistas de modas como Vogue, sino que sus listas se convirtieron en una especie de historia anotada de la celebridad moderna.

En los años 60 fustigó a divas como Barbra Streisand (“parece la novia masculina de Frankestein”), la princesa Margarita y Zsa Zsa Garbor. En los 70 dirigió sus dardos retóricos contra Patti Davis, “que congrega todo el glamur de una chancla gastada”, Bo Derek y Farrah Fawcett. Los 80 le dieron municiones para atacar a Joan Collins y Cher: “Un millón de cuentas de collar y un trasero demasiado expuesto”.

Entre tanto, en la década de los 90 la emprendió contra Camilla Parker Bowles (“la duquesa de la mediocridad”) y las Spice Girls. En años recientes sus listas estuvieron engalanadas por Britney Spears, Paris Hilton y la más reciente exportación británica a Hollywood, Victoria Beckham.

El modus operandi de Blackwell era juzgar a las estrellas con mayor mordacidad mientras más escandaloso fuera su atuendo. La mediocridad le parecía sólo desafortunada; en cambio, los despliegues de mal gusto eran imperdonables. Aunque algunos lo consideraban innecesariamente cruel, él decía admirar con sinceridad el talento de la mayoría de las mujeres a las que sentaba en el banquillo. Para contrarrestar acusaciones de sexismo, incluía en su lista a hombres como Boy George y Howard Stern.

Este año, gentil con Britney Spears

Este año mostró un lado más gentil al dejar fuera de su evaluación a Britney Spears, arguyendo: “Me pareció inapropiado hacer un comentario en este momento en que su vida personal se encuentra tan perturbada”.

Richard Blackwell, proveniente según su autobiografía de un barrio bravo de Brooklyn, quiso ser actor, pero fracasó en el intento de llegar al cine cuando se mudó a Los Ángeles, así que en 1958 optó por el diseño de modas.

Su gran momento se produjo en 1960, cuando un periodista de American Weekly llegó a su casa de modas en Beverly Hills para pedirle su opinión sobre las figuras públicas más mal vestidas del año. En cuestión de semanas la lista lo había convertido en uno de los árbitros de la elegancia más famosos y comentados del mundo.

No era tan apto para recibir las críticas como para prodigarlas. En 1992 demandó a Johnny Carson por afirmar que había incluido a la Madre Teresa en su lista, pese a que éste respondió que obviamente lo había hecho en son de broma.

En su época de esplendor, la emisión de la lista de Blackwell atraía cientos de reporteros a la mansión que compartía con Robert Spencer, su socio a lo largo de 60 años.

Sin embargo, a la vuelta del siglo la creciente procacidad de otros medios fue quitando filo a su lista. En años recientes ya sólo la enviaba por correo electrónico.

© The Independent

Traducción: Jorge Anaya

 
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