■ David Hevia estrena su versión de la tragedia de Medea, en el teatro El Galeón

Llevan a escena “el fracaso en la búsqueda de la felicidad en el mundo occidental”

■ Ella representa la insubordinación frente a la legitimación del poder, de las instituciones del Estado, expresa el director

■ El espectador será integrado al montaje, como invitado a la boda

Carlos Paul

Una “visión actual” del mito y tragedia de Medea es llevada a escena por el creador escénico David Hevia, autor y director del montaje Play Medea, que hoy se estrena en el Centro Cultural del Bosque.

Medea la mujer, la hechicera, la que traicionó a su pueblo, a su padre, asesina de su hermano; la que enamorada procreó descendientes con Jasón, quienes se convertirían en los “hijos detestables de una madre infeliz”.

Medea, “la de la vulva exótica, la de las tetas más solicitadas, la miserable ilegal, la extranjera”, es representada aquí en su destino trágico, como “una insubordinación frente a la legitimación del poder, de las instituciones del Estado”, explicó el creador escénico.

La lectura que Hevia hace de la tragedia de Medea se centra, y tiene como nudo dramático, la boda de Jasón con Glauce (hija del rey Creón).

“La celebración de ese milenario rito sólo legitima la traición (la infidelidad y el adulterio de Jasón), intentando borrar así el pasado de Jasón con Medea”, hecho que para Hevia explica la ira, el despecho, el rencor, el desprecio de Medea, que la lleva a destruir lo que ama.

“Algo similar a lo que pasa con algunos aspectos de nuestra civilización contemporánea occidental”, comenta el autor.

Traición y adulterio legitimados

En Play Medea “la intervención de los dioses es nula y es la voluntad humana lo que encamina a los protagonistas a su destino fatal”, ya que, en palabras de uno de los personajes, “el asunto es que el mito de Medea pueda seguir, aunque para los ciudadanos respetables, con poder, siempre les será odiosa, incómoda, desalmada, una puta seductora, una hechicera sin escrúpulos; al fin y al cabo: mujer”.

Medea aquí es la mujer que, aunque tuvo en su lecho otros hombres, no dejó de pensar y amar a Jasón, por quien traicionó a su pueblo y asesinó; sin embargo, ella a su vez es traicionada, ya que Jasón, luego de sus periplos en busca del vellocino de oro, y de sus “fechorías y asesinatos”, busca ahora “una vida placentera, el olvido y la paz”, casándose con la hija de Creón, rey para el que sólo existe la fuerza de la ley, el estado de derecho, del que es excluida Medea.

“¡Ninguna ley puede juzgar lo que yo siento!”, es el grito insubordinado de Medea, frente al abandono, la discriminación social, la traición y el adulterio legitimado por los poderosos.

Una idea, entre otras, “es reflejar que la búsqueda de la felicidad en el mundo occidental es un fracaso, el cual ha sido tema de mis trabajos”, señaló el creador escénico.

“Existe cierta dialéctica: a mayor civilización, a mayor institucionalidad que protege al ciudadano, mayor es la necesidad de confrontarse con esas instituciones, que aparentemente nos protegen o dan orden.

“Ese orden intenta legitimar algo que en nuestro interior, como los sentimientos, no tiene orden.”

Mito y verdad histórica

Como dato histórico, que sustenta el mito, explicó Hevia, “sabemos que quien funda el mito es Eurípides, quien fue sobornado para cambiar el destino fatal de Medea, al escribir que fue ella quien asesinó a sus hijos por propia mano, cuando en realidad fueron asesinados por el pueblo corintio”.

Para el montaje, añadió, “me tomé la libertad de integrar a un personaje llamado Real Fuck (la cogida auténtica), quien, como el rey Egeo, insistirá en que se cumpla el mito de los hijos asesinados”.

En Play Medea el espectador se verá integrado en el montaje, como invitado a la boda, la cual se realiza en una de esas blanquísimas carpas que son rentadas por personas adineradas y que se ponen en un jardín. “Hay toda una recreacción de ese ambiente llamado aspiracional.”

Con 13 actores en escena, Play Medea se estrena hoy a las 20 horas en el teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque (Reforma y Campo Marte), atrás del Auditorio Nacional.