■ Lo quieren todo, denuncia al concluir su conferencia internacional
Vía Campesina declara la guerra a trasnacionales en su resolución final
Maputo, Mozambique, 22 de octubre. Vía Campesina declaró la guerra a las empresas trasnacionales. Son su enemigo principal. De esta manera, durante su quinta conferencia, transita de la lucha por la soberanía alimentaria, la crítica al neoliberalismo y la oposición a la incorporación de la agricultura en los acuerdos de libre comercio a posiciones anticapitalistas.
“La guerra ha comenzado. Somos los campesinos contra las trasnacionales. O ellos logran sus pretensiones de robarse y controlar nuestra tierra, nuestras semillas y el agua, o nosotros resistimos hasta que se les acabe su lindo capitalismo”, asegura Joao Pedro Stedile, dirigente del Movimiento sin Tierra de Brasil.
Dena Foff, representante de la Coalición de Granjeros familiares de Estados Unidos, sostiene que “en el mundo en que vivimos ya no existe duda alguna de que las corporaciones trasnacionales están compitiendo con los ciudadanos del mundo por tener el dominio del planeta, sobre sus recursos y su gobierno”.
En su resolución final, la internacional campesina afirma: “En las zonas rurales del mundo, hemos visto una feroz ofensiva del capital y de las empresas trasnacionales sobre la agricultura y los bienes naturales (agua, bosques, minería, biodiversidad, tierra, etcétera), que se traduce en una guerra de despojo contra los pueblos campesinos e indígenas, utilizando pretextos falsos como los argumentos erróneos que plantean que los agrocombustibles son una solución a las crisis climáticas y energéticas, cuando la verdad es todo lo contrario. En el momento en que los pueblos ejercen sus derechos y resisten este despojo generalizado, o cuando son obligados a ingresar en los flujos migratorios, la respuesta ha sido más criminalización, más represión, más presos políticos, más asesinatos, más muros de la vergüenza y más bases militares”.
La internacional campesina asume que estas corporaciones son la forma actual del capital para controlar la economía, los recursos naturales, la tierra, el agua, la biodiversidad, la producción, el comercio agrícola y la explotación del campesinado.
Las trasnacionales –dice Paul Nichoslon, agricultor vasco, integrante de la comisión de coordinación internacional de la Vía– están ocupando las tierras y desplazando a millones de campesinos para producir agrocombustibles. “En todo el mundo –puntualiza– les quitan las mejores tierras a los campesinos para meter agricultura industrializada. Y quieren tener el control sobre las semillas. No puede ser que por culpa de ellas comamos todos en el planeta cuatro tipos de tomate, cuando tenemos miles de variedades locales.”
La lucha en el mundo campesino no es sólo contra los latifundistas, o los acaparadores, o los intermediarios, sino contra las grandes corporaciones agroalimentarias. Según Stedile: “hubo una concentración del control de la producción y del comercio mundial de productos agrícolas, por algunas pocas empresas, que dominan esos productos en todo el mundo, en especial los productos agrícolas estandarizados, como los granos o los lácteos. Además dominan toda la cadena productiva de los insumos y las máquinas utilizadas por la agricultura”.
Su influencia sobre los gobiernos nacionales es enorme. En Turquía, denunció en el encuentro la Confederación de Sindicatos Campesinos de ese país, se promulgó una ley sobre tabaco y azúcar que provocó que los productores de remolacha y tabaco no pudieran seguir produciendo. El lugar de ellos fue ocupado por Cargill, Philpp Morris, JTI y BAT.
El malasio Razalhi Boldhi, del Panggau Centre for Malasia Indigenous Peoples, pasó dos años en la cárcel a consecuencia de este enfrentamiento. Su delito fue defender a su gente y su tierra. Las tribus indígenas de Malasia ocupaban tierras comunes reconocidas por la costumbre. Ahora están siendo expulsados por las compañías trasnacionales que buscan tierra para instalar plantas de palma para producir agrocombustibles. Establecen plantaciones que en los hechos son grandes desiertos verdes, de entre 40 mil y 100 mil hectáreas.
No se trata, afirma la Vía Campesina, solamente de las trasnacionales de los agronegocios, también de los negocios dedicados al monocultivo de árboles, las mineras, las grandes represas y, en general, todas aquellas que involucran la expansión de muchas industrias contaminantes que están disputando y apropiándose de la tierra y el territorio.
En el sur de India las comunidades han resistido exitosamente a la Coca Cola –informaron los delegados de esa región presentes en el congreso– por los derechos del agua y del territorio. Esta empresa usufructuó la zona más productiva de la región para instalar su industria y sobrexplotar los recursos hídricos.
El dirigente campesino francés José Bové no pudo asistir a la reunión, en parte por la causa judicial que se le sigue en su país debido a sus acciones directas de resistencia a los organismos genéticamente modificados. El 4 noviembre de 2006, en Lugos, él y otros 11 activistas campesinos y ambientales entraron a un predio en el que se cultivaba maíz Monsanto (MON 810), que contiene un antibiótico que lo hace resistente a los plaguicidas, en moratoria en Francia desde 2008. Introdujeron en el silo un fuerte colorante sin riesgo sanitario (hecho a partir de cáscaras de nueces), para teñir 2 mil 300 toneladas del grano. Evitaron así que partiera hacia su destino. El propietario de la granja los atacó con un fusil.
Para contrarrestar la influencia y el poder de las multinacionales agroalimentarias, Vía Campesina promueve la lucha por reformas agrarias, el control y reproducción de las semillas, el mando de los mercados locales de productos alimentarios y el desarrollo de técnicas de producción agroecológicas y conservación de la agricultura tradicional.
En su última jornada de trabajo interno (los próximos dos días los dedicará a debatir con sus aliados), una emotiva sesión en la que se despidió a los integrantes salientes de la coordinación internacional y se tomó protesta a los nuevos, se perfiló la ruta de lucha a seguir en los próximos años: se ha declarado la guerra a las empresas trasnacionales; en ello los campesinos se juegan su supervivencia.