Usted está aquí: miércoles 22 de octubre de 2008 Política Bajo la Lupa

Bajo la Lupa

Alfredo Jalife-Rahme

■ El CRE y Robert Pastor: desaparición del peso mexicano por el “nuevo dólar”

Ampliar la imagen Guillermo Ortiz, gobernador del Banco de México Guillermo Ortiz, gobernador del Banco de México Foto: José Carlo González

Si es que el peso mexicano no es extinguido antes por los “sorprendidos”, el “fondomonetarista” Agustín Carstens y el cordobista-zedillista Guillermo Ortiz Martínez, del Banco de México, entonces corre serias amenazas de desaparición debido a los avatares del dólar y a la ausencia de una banca nacional que es tiempo de reinaugurar (ver Bajo la Lupa, 15 y 19/10/08).

A Guillermo Ortiz Martínez le ha tocado conducir las dos graves crisis del neoliberalismo zedillista-panista (el efecto Tequila y el efecto Calderón), y “si por sus actos los conoceréis”, como reza la Biblia, entonces nuestras reservas y la cotización del peso corren graves peligros bajo su manejo descarrilado.

Calderón prefiere salvar a la insolvente Cemex, dentro del paquete de rescate por 3 mil 900 millones de dólares en “papel comercial” (Stratfor, 18/10/08), que distribuir lo que queda de la riqueza nacional al sector desvalido (80 por ciento de la población).

Hace mucho que la extinción del peso se encuentra en la mira del Consejo de Relaciones Exteriores (CRE) de Estados Unidos y su miembro destacado Robert Allen Pastor, quien alega, basado en encuestas balines, al estilo GEA-ISSA, de Reyes Heroles Jr., que los ciudadanos (sic) de los tres países de Norteamérica “desean formar parte de un solo país y de una moneda unificada”: Foreign Affairs, julio-agosto 2008, revista portavoz del muy influyente CRE (CFR, por sus siglas en inglés), que suele marcar el diapasón de la política exterior estadunidense.

Pastor (Foreign Affairs; enero-febrero 2004) comenta que el TLCAN no contiene los instrumentos para confrontar las crisis financieras: “como resultado de dos fracasos, la crisis del peso mexicano en 1995 y los ataques terroristas del 11/9 de 2001, han amenazado descarrilar el experimento de integración”.

El yerno de Robert Strange McNamara (ex secretario del Pentágono y sobre quien pende el estigma de la guerra de Vietnam), Robert Pastor, es el padrino de la Unión de Norte América (NAU, por sus siglas en inglés), al precio de contradecir su libro primigenio Los límites de la amistad, que escribió con su aliado, el saltimbanqui ideológico Jorge Castañeda Gutman. En la unificación monetaria tripartita entre Estados Unidos, Canadá y México (ver Bajo la Lupa, 19/10/08) que propone se desvanecen tales “límites a la amistad”. ¿Para que nazca el nuevo dólar previamente habría que devaluar al peso (tendencia que ya inició Ortiz Martínez), para luego pasar a la sepultura con su probable sucesor Carstens?

Pastor pertenece a la elite política de Estados Unidos desde su graduación en Harvard, pasando por el Consejo de Seguridad para Latinoamérica y el Caribe, hasta la vicepresidencia en el Grupo de Trabajo Independiente (¡súper sic!) sobre el Futuro de América del Norte (GTIFAN) que apadrina el CRE en asociación con el entreguista Comexi (que presidió el venezolano Andrés Rozental Gutman, medio hermano de Jorge Castañeda Gutman y cuñado de Andrés Holzer Newman, implicado en el pestilente Irán-contras).

El CRE, el Comexi y CIDAC, así como Reyes Heroles Jr., avalaron el infame documento Nuevos horizontes de 2001, que entrega los hidrocarburos de México a las trasnacionales de Estados Unidos. El GTIFAN del CRE ha publicado sendos reportes en 2005 para integrar en “una sola comunidad” a los tres países de América del Norte (ver Bajo la Lupa, 16/11/05).

Pastor aduce que en 1999 tomó la idea del “amero”, es decir, el “nuevo dólar” tripartita, del economista canadiense Herbert Grubel, del Instituto Fraser, centro de teología neoliberal, quien encomendó al jihadista-calderonista-neoliberal Manuel Suárez Mier la adaptación (sic) del “amero” para México. Éste se ostenta como asociado a la entidad fantasmagórica entreguista CIDAC que preside el cordobista-zedillista Luis Rubinsky (alias Rubio) Friedberg.

No está de más exponer un breviario curricular de los entreguistas Suárez y Rubinsky: el primero, Chicago boy, asesor principal del Banco de México, ministro para asuntos económicos en la embajada de México en Washington durante la “negociación” del TLCAN, profesor del ITAM (¡obviously!) y asesor de hedge funds londinenses; el segundo, becario del Foro Económico Mundial de Davos, director de la constructora ICA, miembro del consejo directivo de la revista Forbes (donde colabora Zedillo), miembro del Instituto Mexicano para la Competitividad AC y de varios fondos de inversiones (Oppenheimer Fund, India Fund y Asia Tigers Fund), quien se ostenta como “especialista en finanzas”, lo cual no coteja con su currícula. El milusos Luis Rubinsky es firmante del infame documento Nuevos horizontes, uno de los padrinos del ASPAN y proponente de la entrega de los hidrocarburos de México a los fondos de inversiones y pensiones (igual que Castañeda) de Israel y Estados Unidos.

Sería exageradamente estéril que demasiados “centros” del ASPAN (el “TLCAN plus” foxiano) se hayan consagrado a estudiar los alcances del “amero”. Pastor –ya no se diga los entreguistas, el canadiense Herbert Grubel y el “mexicano” Suárez– no saca a colación que los pletóricos yacimientos de hidrocarburos de Canadá y México apuntalarían la creación del “amero”, cuando la economía de Estados Unidos se encuentra al borde de decretar su bancarrota en forma oficial, por lo que aboga filantrópicamente por un cuento texano para oligofrénicos: “conforme las economías se vuelven más integradas, el costo de cambiar dinero y anticipar cambios abruptos (¡súper sic!) en la tasa de cambio se vuelve un lastre para las economías”.

Cualquier monetarista neoliberal de sótano sabe bien que el peso, para ser incorporado al esquema de unificación monetaria del “nuevo dólar” bajo la batuta de la Reserva Federal (ya que no existe ningún equivalente en el TLCAN a los criterios de convergencia del Tratado de Maastricht que dieron luz al euro), tendrá que ser devaluado al máximo, tarea infame a la que se han abocado Ortiz y Carstens. ¿Habrá un corralito en México por el efecto Calderón? ¿Cómo andarán las cifras reales, no las publicitadas por el hampa organizada de los multimedia, de nuestras reservas en divisas y las Afore, que corren peligro de esfumarse en la contabilidad de Estados Unidos?

De allí quizá nazca la perversa campaña en contra de Comercial Mexicana, puesta en la picota por el mismo pecado especulativo que cometió la irresponsable Cemex, que, al contrario, pretende ser rescatada de su insolvencia, por el gobierno calderonista.

 
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