Feria del libro en el Zócalo
■ “Las memorias del movimiento estudiantil son propiedad colectiva”
Quienes aún no nacían en 1968, tan veteranos como nosotros: Taibo II
El espíritu de rebelión estuvo presente en el corazón de la ciudad de México.
“Aquí en el Zócalo hay magia: son las 10 de la noche en viernes y tenemos a 400 personas reunidas en una discusión sobre la Revolución mexicana”, exclamó el escritor Paco Ignacio Taibo II, en referencia a la recién concluida mesa sobre este tema, en la que también participaron Pedro Salmerón, Jesús Vargas y Jorge Aguilar, investigadores del levantamiento.
Hasta corridos revolucionarios había como música de fondo, los cuales provenían de la carpa de al lado, aquí, en la octava Feria del Libro.
Antes, por la tarde, con foro lleno, Taibo convocó a que todos hicieran suyo el 68: “Se dice que las memorias del 68 pertenecen a la generación de ese año. Mentira. Son propiedad colectiva. Tú que no habías nacido en el 68 tienes el mismo derecho que yo a esa memoria. Las memorias colectivas de un pueblo son las de su resistencia, y, hayamos estado o no, son nuestra propiedad. El 68 es la memoria libertaria de la organización democrática y la lucha contra el autoritarismo, y eso hoy en México sigue vivo”, lanzó, quien en ese entonces era estudiante en la facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México, y que hoy es un escritor de historia y de ficción “neopoliciaca”, popular y querido en México y en el extranjero.
Hoy, siguió, “aún sufrimos un estado autoritario, mercachifle y pendejo, gobernado por un pinche champiñón reaccionario que no merecemos los mexicanos. Hay que parar la represión, la desnacionalización (aplausos), el abuso de poder; la memoria del 68 nos acompaña y nos indigna. Desde ahora, a nombre de todos los que combatimos, les damos derecho a los que no habían nacido a decir que son tan veteranos del 68 como nosotros”.
La plática de Taibo estuvo salpicada de historias llenas de humor y de anécdotas que transmitían el aire de libertad y de búsqueda de soluciones imaginativas que permeó al movimiento estudiantil. Leyó un fragmento de 68, libro entrañable que narra esos días.
La Revolución no es una fiesta
Durante la mesa sobre la Revolución, Jesús Vargas, investigador de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, dijo, respecto de las “celebraciones” del centenario: “La revolución no es una fiesta, es un discurso para entender y poder salir de la situación en la que el país se encuentra. (Para) actuar es muy importante entender a las figuras de la Revolución y lo que perseguían”.
Por su parte, Jorge Aguilar, autor de Una muerte sencilla, justa eterna: cultura y guerra durante la Revolución mexicana, dijo que entre la tropa de Pancho Villa había “soldados que no sabían su nombre, ni escribir ni leer, ni cuándo habían nacido. Representaban a la gente que ha sido despojada de todo, no sólo económica y agrariamente, sino también de su identidad básica”.
Villa, entre otros, dio a la tropa “la capacidad de darle sentido a su vida; de pronto, gente que no tenía nada, ahora tenía una sola cosa: su vida. No tenía zapatos, pero tenía un fusil y podía decidir cuándo moría”.
“Hay una enorme cantidad de acontecimientos no sólo rescatables por la información”, opinó, “sino para que nos iluminen sobre lo que somos capaces de hacer los mexicanos”.
Pedro Salmerón, autor de La División del Norte, dijo que en noviembre de 1909 Villa era un maestro de albañil que no sabía qué era la revolución. Calixto Contreras era un campesino que llevaba 10 años defendiendo la tierra de su pueblo en Chihuahua, pero que tampoco sabía qué era la revolución. “Empieza la Revolución y el campesino Contreras, el ranchero Trinidad Rodríguez, el arriero Pascual Orozco, el ladrón de ganado Tomás Urbina, el peón del ferrocarril Rodolfo Fierro, se dan cuenta de qué país quieren, que podían cambiar las cosas y que iban a decidir qué país era el nuestro. Ese es el secreto de las revoluciones.
“Hoy sabemos lo que no queremos: al gordo Carstens dirigiendo la economía del país, al Banco de México liquidando 10 por ciento de las reservas internacionales para que Televisa, Gruma y Cemex saqueen al país”.
Finalmente, Taibo dijo que después de que el Estado, “surgido de la derrota de la Revolución”, proclamó: “Yo soy la historia”, y luego la academia creó su versión “ñoña” y “light”, hoy estamos en una tercera fase: “se jodieron, la historia es de los ciudadanos; es derecho sagrado de los habitantes de un espacio territorial tener pasado propio. La historia es un punto de referencia, es “sabor, calor, identidad: ¿de quién somos hijos?, ¿de Iturbide o de Hidalgo? Elegimos, y elegir es leer, estudiar y tomar partido”.